Declaración de Rachele Fruit, por el Partido Socialista de los Trabajadores, en la vista del Comité Especial de la ONU sobre Puerto Rico, 20 de junio.
Distinguida presidenta y miembros del comité:
Mi nombre es Rachele Fruit, y hablo a nombre del Partido Socialista de los Trabajadores. Soy candidata del partido en 2024 para presidente de Estados Unidos, el más poderoso —y último— imperio imperialista.
Desde que nuestro partido se fundó en 1938, hemos reivindicado la lucha por la independencia de Puerto Rico contra el dominio colonial norteamericano. Hemos hecho campaña junto a nuestros compañeros independentistas por la retirada de todas las tropas y bases norteamericanas de la isla, por la excarcelación de independentistas de las prisiones norteamericanas, en apoyo a sindicalistas y otros trabajadores que defienden su sustento y sus derechos.
Nada expone más claramente el estatus colonial de Puerto Rico que la junta de “control fiscal” impuesta por la administración Obama en 2016. La junta ha impuesto medidas para exprimir a los trabajadores y agricultores a fin de garantizar los pagos a los acaudalados bonistas norteamericanos por una deuda de decenas de miles de millones.
Los gobernantes han usado esta deuda como garrote para recortar empleos y pensiones, cerrar escuelas, subir la matrícula universitaria, alzar las tarifas de luz y mucho más. Pero los trabajadores dicen: “¡No es nuestra deuda!” El Primero de Mayo, miles marcharon en San Juan contra los recortes de pensiones y la privatización de servicios públicos. Nos sumamos a ellos para exigirle a Washington: ¡Cancelen la deuda ya!
En Estados Unidos, los trabajadores enfrentan la misma ofensiva de la clase patronal, apoyada por su gobierno y sus partidos gemelos, para poner sobre nuestros hombros la carga de la crisis económica capitalista.
Por todo el país, encontramos que los trabajadores están con ánimos de luchar. Millones están acudiendo a sus sindicatos, luchando por aumentos salariales que no sean borrados por la inflación, por condiciones seguras de trabajo, por horarios laborales que permitan cuidar y tener tiempo para sus familias.
En los últimos meses, he participado en líneas de piquetes y otras actividades sindicales en toda Norteamérica: trayendo solidaridad a obreros de hoteles en Los Angeles y Miami, a obreros cerveceros en Ft. Worth, Texas, a trabajadores de almacenes en Montreal. Me he sumado a protestas contra el creciente odio antijudío, una cuestión de vida o muerte para la clase trabajadora a nivel mundial. Hemos reclamado la amnistía para los trabajadores inmigrantes para unificar a nuestra clase. Hemos recibido una buena respuesta a nuestra perspectiva de que los trabajadores necesitamos romper con los demócratas, los republicanos y demás partidos capitalistas, para formar un partido obrero basado en los sindicatos, que organice a todos los trabajadores en luchas por nuestros intereses de clase aquí y a nivel mundial.
Los gobernantes de Estados Unidos están intensificando sus ataques a los derechos constitucionales: la libertad de expresión y de culto, la presunción de inocencia, la protección contra registros e incautaciones arbitrarios, el debido proceso. Washington ha renovado el uso de la Ley de Espionaje, la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA) y la Ley de Insurrección: leyes que se han usado ante todo contra la clase trabajadora y sus organizaciones. Hoy estos ataques se están empleando en la caza de brujas política contra el candidato presidencial Donald Trump. Pero la historia muestra que lo que comienza como una campaña contra adversarios capitalistas del gobierno se utilizará para socavar derechos duramente conquistados que los trabajadores necesitamos para defender nuestros propios intereses.
Hoy en Puerto Rico, el FBI está usando casos de corrupción contra políticos capitalistas para limpiar su propia imagen y justificar el uso de escuchas telefónicas y soplones. Mis compañeros de lucha aquí presentes saben bien, por sus años de experiencia, que Washington usará su policía política, el FBI, para perseguir a las uniones y al movimiento independentista.
Los agudizados conflictos de clase en Puerto Rico y Estados Unidos son parte de un creciente desorden mundial capitalista. Hoy la mayor guerra terrestre desde la II Guerra Mundial amenaza la independencia y soberanía de Ucrania. Esto, junto con el pogromo antijudío de Hamás en Israel del 7 de octubre, presagian guerras más amplias. Están sonando más fuerte los primeros cañonazos de la Tercera Guerra Mundial.
Todo esto recalca el hecho de que los trabajadores en Puerto Rico, Estados Unidos y a nivel mundial tenemos intereses comunes y una lucha común. A través de sus experiencias, los trabajadores aquí pueden ampliar sus horizontes. Pueden identificarse mejor con la resistencia obrera y la lucha independentista en Puerto Rico. Una batalla victoriosa para poner fin al dominio colonial en Puerto Rico también reforzará al pueblo trabajador en este país.
¿Podemos vencer? Sí. En la vecina nación de Cuba, millones de trabajadores, dirigidos por Fidel Castro, derrocaron a la dictadura de Batista apoyada por Washington y tomaron el poder estatal. Se liberaron del dominio imperialista, crearon un gobierno de trabajadores y campesinos, y comenzaron a transformar la sociedad en interés de la gran mayoría. Durante 65 años han resistido los brutales intentos de Washington de asfixiarlos, al tiempo que se han solidarizado con otros luchadores en el mundo. El poderoso ejemplo de la revolución socialista cubana muestra el camino hacia la auténtica libertad e independencia para Puerto Rico. Y también es un ejemplo para el pueblo trabajador en Estados Unidos.
Agradezco al comité por la oportunidad de sumar nuestra voz a los aquí presentes que luchan por el fin del dominio colonial norteamericano de Puerto Rico.