LA HABANA —Innumerables expresiones de solidaridad obrera se han extendido por toda Cuba acompañando las acciones del gobierno para enfrentar el impacto de dos grandes emergencias recientes: un colapso de la red eléctrica nacional durante tres días y los daños ocasionados por el ciclón Oscar en la región oriental de Cuba.
El 17 de octubre, un apagón sin precedentes dejó a toda la isla a oscuras. Con los trabajadores de la electricidad laborando las 24 horas del día, la energía comenzó a restablecerse después de 72 horas en La Habana y 24 horas después en otras provincias. Muchas zonas aún están sin electricidad estable, y continúa un trabajo intenso para restablecerla.
El gobierno movilizó todos los recursos disponibles para mantener los servicios vitales, desde hospitales hasta panaderías. Y la solidaridad de la clase trabajadora se ha destacado en todas partes.
Si uno depende de los medios capitalistas internacionales como fuente de información, la imagen que recibe es que el pueblo trabajador cubano está a punto de tirar la toalla o, en el mejor de los casos, que son pobres víctimas indefensas. “Gobierno cubano enfrenta rechazo ante apagón masivo”, decía un típico encabezado, en este caso del diario francés Le Monde.
Un equipo de reporteros del Militante en La Habana encontró una respuesta muy diferente entre los trabajadores, aun con todas las dificultades y frustraciones, que en gran parte son producto de la guerra económica que Washington ha librado contra la revolución socialista cubana durante seis décadas.
Evelina Cardet, profesora jubilada de Holguín, en el este de Cuba, envió al Militante una muestra de media docena de mensajes de texto que circulaban por Internet entre vecinos y amigos, ofreciendo solidaridad y apoyo.
“Tenemos corriente, quien necesite cargar teléfonos o lámparas, estamos para ayudarnos”, era el mensaje de Dania Murciano en Holguín.
“Buenos días. Si alguien necesita guardar algo en el frío, y hasta tomar un cafecito, pase sin pena”, decía Frank Padrón.
“Dentro de una hora, a todas las personas que no han podido cocinar, les vamos a ofrecer de forma gratuita raciones de espagueti al lado de la vicaria”, escribió Egner Leyva en el pueblo de Banes, provincia de Holguín. “Es hora de que todos nos unamos”.
En el barrio habanero de El Vedado, los reporteros del Militante visitaron una casa que tenía un generador eléctrico funcionando unas horas al día, donde invitaban a los vecinos a cargar sus dispositivos.
Una mañana, los trabajadores de Casa Vera, una casa particular que atiende a estudiantes internacionales, distribuyeron café gratis en la acera. Dando prioridad a los ancianos que viven solos, también prepararon una olla enorme de caldosa, una sopa sustanciosa que tradicionalmente se sirve en los festejos comunitarios. “Siempre le pongo amor a todo lo que cocino”, dijo el cocinero Alberto Castillo. “Pero le puse mucho más amor a esta caldosa”.
En respuesta al ciclón Oscar, que causó grandes inundaciones en la provincia oriental de Guantánamo, el gobierno revolucionario efectuó evacuaciones bien planificadas de miles de residentes. Las organizaciones de masas, desde los sindicatos hasta la Unión de Jóvenes Comunistas, llamaron a sus miembros a sumarse a brigadas para ayudar a los damnificados a limpiar escombros y reconstruir.
El apagón se produjo apenas unas semanas después de que cientos de miles de habaneros se quedaran sin agua durante varios días cuando las turbinas del sistema se colapsaron a causa de una infraestructura deteriorada y la falta de recursos para el mantenimiento, producto de la implacable guerra económica de Washington. Esta acumulación de severas dificultades y desafíos lleva a muchas personas, incluso entre partidarios de la perspectiva socialista cubana, a expresar frustraciones sobre trabas burocráticas o aspectos de cómo se ha manejado la crisis. Los gobernantes capitalistas norteamericanos y otros enemigos de la revolución nunca dejan de buscar formas de aprovechar estas presiones para fomentar descontento hacia el gobierno.
El trabajo que se está haciendo para que Cuba se recupere del apagón y el ciclón es “una tarea de envergadura en las condiciones económicas y financieras que está viviendo el país provocadas por el recrudecimiento del bloqueo a Cuba, y por la inclusión de nuestro país en la ‘lista de países terroristas’ ”, dijo el presidente cubano Miguel Díaz-Canel el 21 de octubre.
Al poner a Cuba en esta cínicamente creada lista imperialista de “Países Patrocinadores del Terrorismo”, Washington amenaza con imponer fuertes sanciones a empresas y bancos a nivel mundial que comercian con Cuba o le facilitan créditos. Esta medida limita drásticamente la capacidad de Cuba de adquirir alimentos, medicinas, equipos médicos, combustible y piezas de repuesto, magnificando así las escaseces de artículos de primera necesidad y socavando el transporte y otros servicios.
Sin embargo, los gobernantes imperialistas subestiman las capacidades del pueblo trabajador de Cuba. Evelina Cardet, la profesora jubilada de Holguín y firme partidaria de la revolución, señaló con orgullo un mensaje que circuló uno de sus antiguos alumnos.
“Sufro los apagones como cualquiera”, dijo. “Pero no me da la gana de culpar a Díaz-Canel ni al gobierno. No me da la gana de tocar caldero”, de golpear cacerolas en la calle como instan los opositores de la revolución. “En todo caso tocaría el caldero para reclamar que levanten el bloqueo y nos saquen de la lista que impide que el dinero [las divisas] llegue a Cuba”.
“En definitiva, no me da la gana de dejar de creer en la gente que cada día sale —a pesar del apagón— a enseñar, a curar, a producir”.