Pueblo trabajador responde con solidaridad en Cuba tras tornado

25 de febrero de 2019
Estudiantes voluntarios preparan cemento con trabjadores de la construcción el 2 de febrero, parte de esfuerzos para reparar el policlínico dañado por el tornado en el distrito Diez de Octubre de La Habana.
Militante/Rogér CaleroEstudiantes voluntarios preparan cemento con trabjadores de la construcción el 2 de febrero, parte de esfuerzos para reparar el policlínico dañado por el tornado en el distrito Diez de Octubre de La Habana.
POR JONATHAN SILBERMAN
MARTÍN KOPPEL
Y RÓGER CALERO

LA HABANA —Después de un tornado que arrasó la capital cubana el 27 de enero, causando graves daños en varios de los barrios obreros más pobres, el gobierno, las organizaciones de masas y el pueblo trabajador en toda la ciudad entraron en acción de inmediato.

Se organizaron brigadas de trabajo voluntario que muy pronto quitaron los escombros, restauraron los servicios básicos y comenzaron a reconstruir viviendas y otros edificios dañados. Pudieron recurrir a las reservas estatales dedicadas a emergencias como esta y a suministros donados por muchos centros de trabajo.

Voluntarios distribuyen ropa y zapatos a residentes del barrio Regla afectado por el tornado.
Militante/Martín KoppelVoluntarios distribuyen ropa y zapatos a residentes del barrio Regla afectado por el tornado.

Menos de una semana después, reporteros del Militante  visitaron dos de los cinco municipios devastados por la tormenta, Diez de Octubre y Regla. Hablamos con decenas de residentes y otras personas que ayudaban con la recuperación, y fuimos invitados a participar en las brigadas de trabajo voluntario.

“En nuestro país siempre estamos preparados para los ciclones”, nos dijo Amparo Clavell, una trabajadora portuaria jubilada en Regla. En Cuba, a diferencia de los países capitalistas, los trabajadores se organizan de antemano para proteger vidas y minimizar las pérdidas.

“Pero el tornado fue repentino. Se apareció sin aviso. Y causó mucho daño”, dijo Clavell. Fue el primer tornado en azotar Cuba en ocho décadas.

Seis personas han muerto y 200 resultaron heridas a raíz de la tormenta, informó el diario Granma. Se dañaron unas 3 500 viviendas, además de algunos hospitales, clínicas, escuelas y tiendas. Cientos de miles de residentes quedaron sin servicio de electricidad, agua y teléfono.

El 2 de febrero visitamos el barrio de Luyanó en el municipio Diez de Octubre. Era una colmena de actividad. Cientos de residentes y otros voluntarios removían escombros. Obreros telefónicos restauraban líneas caídas mientras constructores remplazaban techos, ventanas y tanques de agua.

Bárbara Borrego, trabajadora jubilada de un hospital, nos invitó a ver el daño en su casa. Los vientos de 200 millas por hora le habían arrancado el techo. “Me agarré al marco de la puerta”, dijo. “Por milagro no resulté herida”. Muchos han sido evacuados a otros hogares hasta que los suyas se reparen.

Obreros restauran electricidad

En todas partes se veían obreros eléctricos y telefónicos habaneros, reforzados por brigadas de diferentes provincias. El 3 de febrero ya había regresado la luz y el agua en la mayoría de las zonas afectadas y el servicio telefónico estaba parcialmente restablecido.

En Luyanó el hospital materno-infantil Hijas de Galicia había perdido buena parte de su techo, todos sus tanques de agua y la mayoría de sus ventanas. Trabajadores de dos contingentes estatales de constructores estaban reparando las instalaciones.

En todos los barrios afectados se han abierto puntos de venta estatales que proporcionan materiales de construcción a precios muy reducidos para que los residentes reparen sus casas. Los que no pueden pagar ahora reciben préstamos a bajo interés pagaderos en 15 años.

Cientos de voluntarios han llegado de centros de trabajo y escuelas en toda la región para brindar su ayuda. Están organizados por la Central de Trabajadores de Cuba, la Federación Estudiantil Universitaria, la Unión de Jóvenes Comunistas, los Comités de Defensa de la Revolución, basados en los vecindarios, la Federación de Mujeres Cubanas y otras organizaciones de masas.

“Soy de Santa Clara y conozco a gente ahí que se ofreció a venir para ayudar con la recuperación”, dijo Francisco Hernández, quien visitaba a su hermana en Luyanó. Santa Clara está cuatro horas al este de La Habana.

Hernández nos mostró nuevos postes eléctricos instalados durante los primeros tres días después del tornado. “Hicieron un buen trabajo y lo hicieron rápido”, dijo.

Voluntarios estudiantiles

Un policlínico, que había sufrido fuertes daños, era centro organizador para gran parte del trabajo voluntario en Luyanó. Entre los que se presentaron como voluntarios el 2 de febrero estaba un grupo de 40 estudiantes de medicina. Fueron organizados en equipos para ir de casa en casa y hablar con los vecinos, evaluar sus necesi dades (alimentos, agua, ropa, reparación de viviendas, apoyo emocional) y recopilar la información en un registro centralizado para que se atendieran esas necesidades.

Presentación de cuarteto de cuerdas, uno de muchos grupos musicales, artistas, payasos y magos que han acudido a brindar solidaridad al pueblo trabajador del barrio afectado por el tornado.
Militante/Jonathan SilbermanPresentación de cuarteto de cuerdas, uno de muchos grupos musicales, artistas, payasos y magos que han acudido a brindar solidaridad al pueblo trabajador del barrio afectado por el tornado.

Luis Alberto Pichs, rector de la escuela de medicina de La Habana, orientó a los estudiantes de antemano. “Recuerden que estas personas han estado sin luz o agua por seis días”, les dijo Pichs. “El trabajo que ustedes están haciendo requiere de la mayor sensibilidad y solidaridad”: hay que escucharlos y ganar su confianza de que recibirán ayuda.

Mientras estábamos allí, un grupo de trabajadores sociales del barrio de La Lisa también iba de puerta en puerta. Una iglesia bautista servía comidas de espagueti gratis. En la calle tocó un cuarteto de cuerdas y cantaron un trío de ópera así como Diego Gutiérrez, nominado para un Grammy Latino, en actividades coordinadas por el ministerio de cultura.

Los dos reporteros del Militante  que visitaron Luyanó fueron invitados a regresar al día siguiente para una mañana de trabajo voluntario en el policlínico. Cuando preguntamos si necesitábamos una aprobación oficial para participar, la respuesta fue: “Los necesitamos a ustedes, no sus pasaportes. Simplemente preséntense aquí a las 8 de la mañana”.

Nos sumamos a médicos, otro personal médico y 70 estudiantes de enfermería y medicina de países africanos que estudian en Cuba. Juntos limpiamos escombros, quitamos paneles de techo dañados, trajimos paneles nuevos y descargamos arena para preparar cemento.

De casa en casa en Regla

El otro equipo de reporteros del Militante  visitó Regla, una de las zonas más afectadas por el tornado. Obreros eléctricos y telefónicos estaban en todas partes, levantando líneas y postes.

En puestos estatales de alimentos los vecinos podían obtener platos de arroz, caldosa, pasteles y otros alimentos callejeros a precios muy bajos. Imara Cambell, que trabaja en el cementerio cercano, era una de las personas que esperaban frente a una de las carpas para que llegara el pollo frito. “Recién ahora está volviendo la luz; no hemos podido cocinar en casi una semana”, nos dijo.

“No es fácil”, dijo Amparo Clavell, quien también estaba esperando la comida. “Pero en Regla estamos muy unidos. Estamos orgullosos de nuestra historia de lucha, desde los tiempos de la esclavitud hasta la guerra revolucionaria”. En la época colonial española Regla había sido el puerto de entrada para los barcos que llevaban esclavos africanos y trabajadores chinos por servidumbre. Posteriormente, muchos se sumaron a la lucha por la independencia contra España.

En otro sitio, una brigada de 80 voluntarios de la Oficina del Historiador de La Habana trajo un camión con ropa, comida y agua. Lo repartieron a los vecinos y organizaron equipos para ir de casa en casa.

“Hicimos una colecta de ropa y zapatos que donaron nuestras familias y otras personas”, dijo Perla Rosales, jefa de la brigada. De su centro de trabajo trajeron botellas de agua, comida enlatada, medicina y algunos aparatos electrodomésticos. Rosales, arquitecta, es directora adjunta de la Oficina del Historiador, que es responsable del trabajo de restauración en el distrito histórico de La Habana Vieja.

Acompañamos a una de los voluntarios, Francis Crespo, quien entregó artículos de necesidad a la casa de Juan Escull, un obrero portuario jubilado. Escull nos mostró las ventanas de su habitación que habían sido destruidas por la tormenta, así como el tanque de agua dañado en el techo del edificio de apartamentos.

También acompañamos a cuatro jóvenes voluntarios que iban de puerta en puerta. “Estamos viendo qué hogares tienen las necesidades más urgentes”, dijo Adrián García. “Nuestras primeras prioridades son las personas mayores y los niños”. Después de enterarse de lo que necesitaban, volvieron al centro de despacho, recogieron agua, ropa y alimentos y regresaron para hacer las entregas.

Al acercarse el final de la jornada, vimos a una multitud de niños en la calle, aplaudiendo y gritando, y nos detuvimos para acompañarlos. Payasos y magos de la Brigada Artística Martha Machado los estaban entreteniendo. Este grupo de músicos, artistas y animadores, que viaja por la isla reclutando a jóvenes para que se les incorpore en diferentes localidades, está organizado por el célebre artista plástico cubano Alexis Leyva, conocido como Kcho.

Muchos lectores del Militante  reconocerían el nombre de Kcho. En 2013 creó una réplica de una de las celdas del “hueco” en las prisiones norteamericanas donde estuvieron recluidos los Cinco Héroes Cubanos. Instalada en el patio del Museo de Bellas Artes de La Habana, fue visitada por cientos de personas que aprendieron más sobre la campaña para liberar a los Cinco estudiando el libro Yo me muero como viví, publicado por la editorial Pathfinder.  Ese libro de pinturas de Antonio Guerrero, uno de los Cinco Cubanos presos, fue la inspiración que Kcho usó para diseñar su instalación de arte.

Lo que queda evidente al conversar con una persona tras otra, tanto residentes como voluntarios, es la confianza y el orgullo del pueblo trabajador. Aquí la solidaridad obrera es una forma de vida. Al mismo tiempo, lo que logran por su propio trabajo los afecta a ellos y define quiénes son. La consigna bajo la cual se organizan es: “En Cuba nadie queda desamparado”.

Mary-Alice Waters contribuyó a este artículo.