LA HABANA—“Cuando leí estos cuatro tomos sobre las luchas del sindicato de los Teamsters, descubrí cosas que no sabía”, dijo Silvio Jova. La más importante fue que “el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt no era un santo. No sabía que tenía una vertiente represiva” contra el movimiento obrero en Estados Unidos.
Jova, miembro del consejo editorial de CTC, revista de la Central de Trabajadores de Cuba, estaba hablando el 14 de febrero en un evento que lanzó la edición en español de Burocracia Teamster. El libro es el último de una serie de cuatro tomos por Farrell Dobbs que trata sobre la campaña de sindicalización de los Teamsters en los años 30, de la cual el autor fue uno de los principales dirigentes. La serie completa ya está disponible en español por primera vez.
Yoel Cordoví, vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba, expresó un criterio similar en el evento, que formaba parte de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Él presentó En defensa de la clase trabajadora norteamericana por Mary-Alice Waters, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores y presidenta de la editorial Pathfinder.
“En vista del mundo en que vivimos, esta obra es muy oportuna”, dijo Cordoví. “Nos da una perspectiva que muchas veces no escuchamos: un testimonio de luchas de los trabajadores, de los agricultores dentro del propio imperio, dentro de Estados Unidos”.
Róger Calero, quien moderó el evento, dijo al público de 50 personas que En defensa de la clase trabajadora norteamericana, publicado por Pathfinder, se basa en una presentación ofrecida por Waters y un panel de cuatro trabajadores y un agricultor de Estados Unidos, quienes describieron concretamente las condiciones económicas y sociales que enfrenta hoy día el pueblo trabajador norteamericano y las luchas que están librando. Fue parte del Taller Internacional Primero de Mayo en La Habana, auspiciado por el Instituto de Historia de Cuba y la CTC.
Cordoví recordó que cuando Waters fue invitada por René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, a organizar una sesión del encuentro de 2018, ella le dijo, “No somos ni historiadores profesionales ni investigadores académicos. Somos trabajadores, sindicalistas, agricultores, comunistas”. González Barrios le respondió que eso era exactamente lo que necesitaban.
“¿Qué mejor panel que el de trabajadores que viven día a día los problemas” y las luchas al interior de Estados Unidos?”, afirmó Cordoví.
Waters, dijo Cordoví, planteó tres preguntas en el libro que le hicieron reflexionar. La primera fue, “¿Indicó la victoria electoral de Donald Trump un aumento en el racismo, la xenofobia, el desprecio a la mujer y demás formas de reacción ideológica entre el pueblo trabajador en Estados Unidos?
“Yo le hubiera puesto un signo afirmativo a esa interrogante”, dijo Cordoví. “Pero entonces se hace más difícil responder a las otras dos”.
Waters también había planteado, “¿Es por eso que decenas de millones de trabajadores de todas las razas votaron por Trump?” Y tercero, “¿Realmente es posible una revolución socialista en Estados Unidos? ¿O será que los que contestamos ‘sí’, sin reservas, somos una nueva variedad de socialistas utópicos e ilusos, por buenas que sean nuestras intenciones?”
Cordoví se refirió a la huelga de maestros y otros trabajadores escolares en Virginia del Oeste en 2018 que Waters describe en el libro, subrayando lo que mostró de la dignidad, solidaridad y capacidad de lucha del pueblo trabajador. Instó a los presentes a leer En defensa de la clase trabajadora norteamericana, afirmando,“Nos da una mirada que a veces no nos llega”.
Luchas de los Teamsters en los 30
“Los cuatro libros sobre la historia de las luchas de los Teamsters en los años 30 nos dan lecciones que nadie se debe perder”, dijo Jova en su intervención.
La serie sobre los Teamsters narra las batallas que llevaron a la sindicalización de un cuarto de millón de trabajadores en la industria camionera en 11 estados del Medio Oeste. Dobbs y otros miembros de la Liga Comunista de América, precursora del Partido Socialista de los Trabajadores, fueron dirigentes de esa combativa campaña de sindicalización de los Teamsters.
El sindicato forjó una alianza con pequeños agricultores, organizó a los desempleados como sección del sindicato, creó una guardia de defensa sindical que impidió que ganara terreno en Minneapolis una campaña de reclutamiento fascista respaldada por los patrones, y dirigió la oposición obrera a los preparativos de Washington para entrar a la segunda guerra mundial imperialista. Por esto el gobierno estadounidense les fabricó un caso a 18 dirigentes del PST y de los Teamsters y los encarceló bajo la infame Ley Smith bajo cargos de abogar por el derrocamiento violento del gobierno norteamericano.
Jova dijo que los libros de Dobbs cambiaron completamente su concepto de la política del gobierno norteamericano bajo la administración Roosevelt. Anteriormente, simplemente había aceptado la posición de muchos en el movimiento obrero cubano de que la llamada política del Buen Vecino de Roosevelt —que supuestamente puso fin a una larga historia de intervención militar norteamericana en América Latina— benefició a los trabajadores en general y particularmente en Cuba. Jova dijo que nunca se le había ocurrido que la política del Nuevo Trato de Roosevelt no había beneficiado al pueblo trabajador en Estados Unidos.
Dijo que había aceptado el criterio de que las presiones de Roosevelt sobre el caudillo cubano Fulgencio Batista a favor de una mayor democracia hizo posible la fundación de la Confederación de Trabajadores de Cuba en 1939.
De hecho, esta postura política hacia la presidencia de Roosevelt fue promovida no solo en Cuba y Estados Unidos sino en todo el mundo por la Internacional Comunista dirigida por Stalin. En el congreso internacional de 1935 se adoptó, bajo el nombre del Frente Popular, esta línea de colaboración de clases con el imperialismo “democrático”. Fue impuesta a todos los partidos comunistas, a los cuales se les ordenó que apoyaran a partidos y gobiernos capitalistas “progresistas”.
En Cuba el PC (luego nombrado Partido Socialista Popular) respaldó a Batista. Hizo campaña para su elección a la presidencia en 1940, y dos dirigentes del PC se incorporaron a su gabinete en 1943-44.
Las poderosas campañas de sindicalización de los años 30 en Estados Unidos y las conquistas arrebatadas a los gobernantes capitalistas no se debieron a ninguna “tendencia democrática” entre estas potencias. Se ganaron a través de reñidas batallas de clase contra la clase capitalista y su gobierno, tanto en Estados Unidos como en Cuba.
Jova dijo que el relato de Dobbs le dio una comprensión más precisa de la lucha de clases en Estados Unidos y que nunca más vería a Roosevelt “como un santo”. Pero aún consideraba que la política de Roosevelt hacia el gobierno cubano había ayudado.
Movimiento obrero cubano
“Otro tema sobre el cual estos libros nos hacen reflexionar es Trotsky y el trotskismo”, dijo Jova, y agregó que el trotskismo no se ve con buenos ojos en Cuba. Dijo que según lo que había leído en libros de historia, los que eran conocidos como trotskistas habían fomentado la “desunión” en el movimiento obrero cubano en las décadas antes de la revolución.
Además, dijo Jova, Eusebio Mujal, el jefe sindical gangsteril que en los años 50 fue esbirro de la dictadura de Batista en la CTC, cómplice en la tortura y el asesinato de un sinnúmero de trabajadores, “había sido trotskista”.
Jova estaba haciendo eco de calumnias estalinistas propagadas desde hace mucho tiempo contra el dirigente comunista ruso León Trotsky y el movimiento internacional que el dirigió. Durante la década de 1930, cuando la casta contrarrevolucionaria en Moscú consolidó su dominio, millones de personas fueron arrestadas y enviadas a trabajar y morir en campos de trabajo forzado en Siberia, y cientos de miles de trabajadores comunistas fueron encarcelados y ejecutados. En el movimiento obrero internacional, los opositores de la trayectoria estalinista fueron tachados de “divisionistas trotskistas” y “fascistas”.
En Cuba, el Partido Socialista Popular, pro-Moscú, intentó desprestigiar a los trabajadores conocidos como trotskistas tildando de “trotskista” al odiado esbirro batistiano Mujal. Señalaron el hecho de que en un momento anterior Mujal había formado parte de un grupo identificado con las fuerzas internacionales dirigidas por Trotsky que lucharon por un retorno a la perspectiva política dirigida por Lenin.
Jova agregó que, si bien sabía que Mujal había sido calificado como trotskista, también sabía que en diciembre de 1958, pocas semanas antes del triunfo de la guerra revolucionaria, el comandante del Ejército Rebelde Raúl Castro le dio la responsabilidad de organizar el Congreso Obrero en Armas en los territorios liberados del Segundo Frente a Antonio “Ñico” Torres, un obrero ferroviario en Guantánamo y dirigente del Movimiento 26 de Julio en la región, “que provenía del trotskismo”. Y eso le hizo reflexionar, dijo Jova.
Torres había sido “un luchador por la unidad del Movimiento 26 de Julio”, apuntó Jova. Se opuso a los intentos de otros miembros del Movimiento 26 de Julio de excluir del Congreso a delegados electos que eran miembros del PSP.
Jova dijo que el relato de Dobbs y lo que aprendió sobre la historia del Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos reforzó lo que ya sabía de “Ñico” Torres. Llegó a la conclusión de que había mucho más que debatir sobre tema del trotskismo de lo que él había pensado.
Más tarde, durante el período de discusión, Waters respondió a los comentarios de Jova. “Implicar que Mujal era ‘trotskista’”, dijo, sería tan difamatorio como “calificar a Mussolini de comunista porque en algún momento había sido dirigente del ala izquierda del Partido Socialista de Italia de la cual surgió el movimiento comunista”.
Al concluir sus palabras, Jova dijo que los libros sobre los Teamsters ante todo “nos permiten comprender que en el pueblo trabajador están las fuerzas que pueden conducir a un cambio de rumbo en Estados Unidos”. Instó a todos los presentes a leerlos.
Armas políticas para futuras batallas
“Lo que se va desarrollando a nuestro alrededor es la mayor crisis del ‘orden mundial’ capitalista que cualquiera de nosotros ha conocido”, dijo Mary-Alice Waters, la última panelista. “Todos los tratados, alianzas, ‘acuerdos’ y estructuras ficticias que nos impusieron los vencedores de las dos matanzas imperialistas mundiales del siglo 20 se están haciendo pedazos ante los intereses divergentes y crecientes conflictos entre las clases capitalistas rivales y sus estados”.
Waters dijo que los dos libros que se presentaban “son parte del armamento que necesitamos para prepararnos para las batallas de clases que vendrán”. Los comunistas en Estados Unidos y otros países usan estas armas políticas al intercambiar con compañeros de trabajo con quienes participan en luchas comunes.
Informó que en esos momentos, voluntarios encabezados por Steve Clark, director editorial de Pathfinder, estaban participando por primera vez en la Feria Internacional del Libro de Bagdad. Y ella describió cómo en esa parte del mundo desgarrada por las guerras, desde el Medio Oriente hasta Asia Central, estaban encontrando una sed de libros que ofrecen una perspectiva obrera revolucionaria.
Citando el epílogo de Burocracia Teamsterescrito por Dobbs, Waters dijo que la principal lección de la trayectoria de lucha de los Teamsters “no es que, con una correlación de fuerzas adversa, los trabajadores pueden ser vencidos”. La lección para los trabajadores combativos es lo contrario, dijo: “Con el liderazgo honesto y verdaderamente revolucionario que merecen, los trabajadores oprimidos y explotados pueden vencer”. (La presentación de Waters aparece en la página 14.)
‘Obreros no son fuente del racismo’
El primero en tomar la palabra durante el período de discusión fue José Ángel Maury de Toro, secretario de relaciones internacionales de la Unión de Jóvenes Comunistas. Él apuntó que las verdaderas condiciones que enfrenta el pueblo trabajador en Estados Unidos “son prácticamente desconocidas para los jóvenes cubanos”. Y las nuevas generaciones “están cada vez más lejos de las grandes transformaciones sociales de los primeros años de la revolución”.
Dijo que por eso los libros editados por Pathfinder son “herramientas valiosas para la juventud cubana”, para que pueda conocer las lecciones de las luchas contra la explotación capitalista y desmentir a los que “argumentan que la única vía que tenemos para desarrollarnos es el capitalismo”.
Fernando García Bielsa, quien por muchos años tuvo responsabilidades en las oficinas diplomáticas de Cuba en Naciones Unidas y en Washington, dijo que la mayoría de los cubanos “no conocemos realmente Estados Unidos” y el impacto que la crisis económica tiene entre el pueblo trabajador de ese país. “Necesitamos oportunidades como esta para divulgar la verdad de una manera extendida al pueblo de Cuba”, dijo.
Griselda Aguilera, quien a los 7 años de edad había sido voluntaria en la campaña cubana de alfabetización de 1961, habló sobre lo que aprendió en sus visitas a Estados Unidos, donde habló sobre la Revolución Cubana y sus experiencias en la masiva campaña que eliminó el analfabetismo en este país en un año.
La imagen proyectada por los medios internacionales “de que los trabajadores en Estados Unidos son racistas, violentos, que están en contra de la solidaridad: no es así”, recalcó Aguilera. “Yo he conocido a trabajadores de la construcción, maestros, miembros de distintos sindicatos e iglesias. El racismo en Estados Unidos no viene de las personas sencillas y simples como nosotros: viene de esa élite gobernante a la que le conviene sembrar divisiones. Los trabajadores en Estados Unidos sí defienden sus derechos”.
Cuando concluyó la actividad, miembros del público adquirieron más de 140 libros de Pathfinder, incluidos siete juegos de la serie de Dobbs sobre los Teamsters.
Después de la feria del libro en La Habana, trabajadores comunistas de Estados Unidos y del Reino Unido fueron invitados a otros tres eventos para presentar estos libros. Uno fue un encuentro, organizado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, en la Universidad de Las Villas, en la ciudad de Santa Clara en el centro de la isla. Otro fue un intercambio con trabajadores y estudiantes de ingeniería mecánica en la fábrica Antillana de Acero en La Habana.
Una tercera actividad se celebró en el Palacio de los Torcedores, un centro comunitario y museo del movimiento obrero cubano, vinculado a la CTC, que se está creando en el barrio obrero habanero de Cayo Hueso. En 1939 el Palacio de los Torcedores fue la sede del congreso de fundación de la CTC.