La marcha del 23 de julio de medio millón de personas en San Juan, Puerto Rico, dejó claro que las protestas diarias realizadas desde el 13 de julio no cesarán hasta que Ricardo Rosselló dimita como gobernador. Y que su renuncia no pondrá fin a la profunda crisis política en la colonia de Estados Unidos.
Fue varias veces más grande que la marcha histórica del 21 de febrero de 2000, para exigir la salida de la marina de Estados Unidos de Vieques. La marina de Estados Unidos estaba utilizando la pequeña isla como campo de bombardeos durante décadas contra la voluntad del pueblo puertorriqueño.
El detonador inmediato de las protestas fue la publicación el 13 de julio, de más de 800 páginas de “chats” entre Rosselló y sus funcionarios y asesores más cercanos en el Partido Nuevo Progresista. Rebosaban de desprecio hacia los trabajadores, así como hacia sus opositores políticos burgueses.
Los burdos comentarios “fueron la gota que rebasó el vaso”, dijo el electricista jubilado Raúl “Ruly” Laboy, al Militante por teléfono desde Humacao en la víspera de la marcha.
Laboy se refería a la ira acumulada por la negligencia del gobierno de la isla y el de Estados Unidos ante el ciclón María; la corrupción generalizada del gobierno; y décadas de ataques al nivel de vida de los trabajadores. Esto ha sido agravado por la imposición por parte de la administración de Barack Obama de la Junta de Supervisión y Administración Financiera. Esta junta con base en Wall Street tiene el poder de anular las decisiones del gobierno colonial, recortar los programas gubernamentales y obligar a los trabajadores a pagar la deuda del “Estado Libre Asociado” de 74 mil millones de dólares a los tenedores de bonos.
Una consigna popular en las protestas fue “Ricky, renuncia, y llévate la junta”.
El FBI arrestó el 10 de julio a seis funcionarios del gobierno y a otros por cargos de corrupción, entre ellos la ex secretaria de educación Julia Keleher y Ángela Ávila Marrero, ex directora ejecutiva de la Administración de Seguros de Salud de Puerto Rico. Las dos fueron acusadas de dirigir 15.5 millones en contratos federales a sus amistades.
“Desde el huracán el gobierno cerró cuatro de las cinco escuelas aquí”, dijo Laboy.
En los chats publicados por el Centro de Periodismo Investigativo, Rosselló y sus colaboradores llaman a la política puertorriqueña Melissa Mark-Viverito de Nueva York una “puta” y se quejan de que la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín, que pertenece al Partido Popular Democrático, el principal partido opositor burgués, o “dejo de tomar sus medicamentos” o es una “tremenda hija de puta”. Insultan a los rivales en su propio partido.
Discuten en los chats como dirigir contratos gubernamentales hacia sus amigos y bromeaban sobre los fallecidos a causa del huracán.
En la marcha, muchos portaban carteles que simplemente decían “4 645”, un cálculo del número de personas que murieron por los efectos de María o el nombre de un ser querido fallecido. Durante casi un año, el gobierno colonial de Rosselló afirmó que solo 64 personas habían muerto a causa del ciclón. Finalmente, después que no pudo negar más la verdad, admitió que al menos 3 mil habían perecido.
Inacción del gobierno
La mayoría de las muertes no se debieron al huracán en sí, sino a la catástrofe social que vino después debido a la inacción del gobierno tanto en Puerto Rico como en Washington y al despiadado funcionamiento del capitalismo.
Los refugios no tenían suficiente comida ni agua. Los hospitales y clínicas cerraron o no pudieron brindar atención adecuada por la falta de electricidad. La electricidad no fue restaurada en gran parte de la isla por un año. El único hospital en Vieques todavía no está funcionando.
La ayuda para la reconstrucción ha sido dispensada con un gotero y FEMA le negó ayuda a miles de personas porque no pudieron obtener el título de propiedad de sus casas. La amplia corrupción añadió insulto a la herida mientras el gobierno y la Junta Fiscal continúan recortando las pensiones, la atención médica y cerrando escuelas.
‘Completamente indignados’
“Estamos totalmente indignados,” dijo por teléfono desde Gurabo, Rufino Carrión, un pastor que el año pasado organizó protestas contra la lenta restauración de la electricidad. “Siempre son los más vulnerables, los pobres quienes pagan los platos rotos. Todavía hay 15 mil hogares con solo un toldo azul de techo — y esos corruptos de los dos partidos están robando millones de dólares”.
Líderes del partido de Rosselló se han unido al clamor exigiendo su renuncia. Muchos de sus ayudantes han renunciado. Pero Rosselló insiste en que no renunciará y desafió a sus oponentes a tratar de impugnarlo.
Si Rosselló renuncia, el próximo en línea sería el secretario de estado. Pero ese puesto quedó vacante después que Luis Rivera Marín renunció debido a su participación en el escándalo.
Preocupados de no poder poner nuevas caras que satisfagan las necesidades de los gobernantes estadounidenses, el Washington Post exigió en un editorial del 19 de julio que “el congreso debería tomar medidas para fortalecer la junta [fiscal]” e imponer una “supervisión más rigorosa” sobre Puerto Rico.
“Ambos partidos son iguales”, dijo Laboy. “Pero la izquierda no es lo suficientemente fuerte como para gobernar”.
Él toca un problema real. La lucha de los trabajadores todavía no ha producido un liderazgo de la clase trabajadora capaz de tomar el poder político, como lo hizo Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio en Cuba. Cuando Rosselló se vaya, será reemplazado por otro títere torcido del Tío Sam.
La hermana de Laboy, Mildred, dirigente del grupo comunitario Arecma, le dijo al Militante: “Si Rosselló renuncia y las cosas siguen iguales, entonces la gente habrá aprendido algo”.