Cuando el asesor nacional de seguridad surcoreano Chung Eui-yong visitó la Casa Blanca el 8 de marzo para conversar con funcionarios norteamericanos sobre su reunión unos días antes con el dirigente norcoreano Kim Jong Un, el presidente Donald Trump le pidió venir a su oficina en la oficina oval de la Casa Blanca para que le informara directamente a él. Chung le informó que Kim estaba dispuesto a discutir poner fin al programa de armas nucleares de Corea del Norte y que estaba ansioso de reunirse con el presidente estadounidense. Trump inmediatamente dijo que “sí”.
Esta sería la primera vez que un presidente estadounidense en función se reuniría con un dirigente central de la República Popular Democrática de Corea.
El presidente Trump sigue determinado a presionar a Corea del Norte y evitar una guerra. Él busca ser conocido como un “presidente de paz”, usando sanciones económicas severas y la amenaza de la superioridad militar de Washington para lograrlo. Había insistido en que Washington participaría en las pláticas solamente si el gobierno de la RPDC aceptaba que conducirían al fin de su programa de armas nucleares.
Ahora es más posible tener pláticas, dijo Trump, “debido a las sanciones y lo que estamos haciendo con respecto a Corea del Norte”. Agradeció “la gran ayuda que nos ha brindado China”.
Al mismo tiempo, el gobierno de Estados Unidos no tiene intención de relajar su campaña de “máxima presión” contra Corea del Norte.
A instancias de Washington, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una nueva ronda de sanciones a fines de diciembre.
Sanciones golpean a trabajadores
Washington ha trabajado arduamente para lograr que Beijing se sume a la aplicación de sanciones, ya que China representa el 90 por ciento del comercio de Corea del Norte. Y los gobernantes chinos lo han hecho, dicen tres reporteros del Wall Street Journal que viajaron recientemente a Hunchun, China, cerca de la frontera con Corea del Norte. Hace seis meses “cientos de vehículos hacían cola en el lado chino cada mañana, llevando comida, materiales de construcción y bienes de consumo con destino a Corea del Norte, y regresaban más tarde con exportaciones norcoreanas de mariscos, ropa y carbón”, escribieron. “Pero ya no.”
“Había más de una decena de fábricas de ropa como la nuestra en Rason y miles de personas en la industria marisquera”, les dijo un capitalista chino que tuvo que cerrar su tienda de ropa en la ciudad portuaria de Corea del Norte. “Ahora, ninguna de esa gente tiene empleo”.
Como resultado de las sanciones de la ONU que prohíben que otros gobiernos empleen a ciudadanos norcoreanos, hay trenes llenos de trabajadores regresando a Pyongyang a través de China.
Washington y sus aliados imperialistas esperan que sus sanciones causen severas carencias de alimentos. El 23 de febrero, el presidente Trump anunció nuevas sanciones contra 28 embarcaciones registradas en China y siete otros países, supuestamente utilizadas por Corea del Norte para transferir carbón, la principal exportación de Corea del Norte, y petróleo en alta mar, evadiendo sanciones.
Washington es la potencia nuclear más poderosa del mundo y es el único gobierno que ha usado armas nucleares, cuando incineró grandes partes de Hiroshima y Nagasaki en Japón, durante la segunda guerra mundial imperialista.
Washington, el principal vencedor en esa guerra, ocupó Corea del Sur con la complicidad del régimen estalinista en Moscú, dividiendo el país en dos. Washington después trató de tomar control de todo el país. Durante la Guerra de Corea de 1950 a 1953, el imperialismo norteamericano bombardeó las ciudades en el Norte. Con la ayuda de tropas chinas el pueblo norcoreano combatió las tropas de Washington y el conflicto concluyó con un empate.
Hasta el día de hoy, Washington se ha negado a firmar un tratado de paz formal que ponga fin a la guerra, en la que murieron más de 4 millones de personas, incluyendo a 2 millones de civiles. Washington tiene 28 500 tropas estacionadas permanentemente en el Sur.
Demostrando su deseo de llegar a un acuerdo, Pyongyang no ha realizado ninguna prueba nuclear desde el 3 de septiembre y dice que no lo hará mientras proceda el impulso hacia las pláticas.
Miles de personas aplaudieron al equipo conjunto de hockey femenino de Corea del Norte y del Sur en las Olimpiadas de Invierno, un reflejo del deseo de muchos en Corea por la reunificación del país. Pero después de más de 70 años de división y el desarrollo de dos sistemas sociales muy diferentes, no se puede simplemente proclamar la reunificación.
Solo hay dos ejemplos de reunificación de naciones divididas de manera similar en la historia reciente. Alemania del Oeste capitalista absorbió al estado obrero deformado en Alemania del Este en 1990, después de la implosión del régimen estalinista allí, y amplió las relaciones sociales capitalistas en todo el país reunificado.
Vietnam del Norte y del Sur se unificaron en 1975 después de una poderosa lucha de liberación nacional y guerras que duraron casi tres décadas. Los combatientes vietnamitas primero derrotaron a los imperialistas franceses y luego forzaron la retirada de las fuerzas militares estadounidenses del sur, asestando así un golpe contundente al imperialismo estadounidense y llevando a la reunificación del país.
En la actualidad, no hay desarrollos de ese tipo en Corea.