‘Un partido cuyas acciones —así como palabras— siguen un rumbo cuya meta es el poder obrero’

Presentan a trabajadores y jóvenes en Cuba 3 libros para ser leídos como uno sobre trayectoria comunista en EEUU

6 de abril de 2020
Mary-Alice Waters, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores (2da desde la izq.), presentó libros sobre trayectoria comunista en EE.UU. en la feria del libro de La Habana y eventos organizados por la Central de Trabajadores de Cuba. Arriba, en sede de la CTC, 20 de febrero. Desde la derecha, Ismael Drullet, secretario de relaciones internacionales de la CTC, y Martín Koppel, Waters y Róger Calero del PST. Estamos forjando partidos involucrados en luchas cotidianas de los trabajadores, dijo Waters.
Militante/Jonathan SilbermanMary-Alice Waters, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores (2da desde la izq.), presentó libros sobre trayectoria comunista en EE.UU. en la feria del libro de La Habana y eventos organizados por la Central de Trabajadores de Cuba. Arriba, en sede de la CTC, 20 de febrero. Desde la derecha, Ismael Drullet, secretario de relaciones internacionales de la CTC, y Martín Koppel, Waters y Róger Calero del PST. Estamos forjando partidos involucrados en luchas cotidianas de los trabajadores, dijo Waters.

A continuación publicamos las palabras de Mary-Alice Waters en una presentación de tres libros durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, celebrada del 6 al 16 de febrero. Estas obras son El viraje a la industria: Forjando un partido proletario; Los tribunos del pueblo y los sindicatos; y Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero.

Waters es miembro del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores y coeditora de los tres libros. En el evento, realizado el 13 de febrero, también habló Silvio Jova, en representación de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

Los libros, publicados en inglés y en español, también fueron el tema de dos encuentros organizados el 20 de febrero por la CTC en su sede nacional y su cercano centro administrativo. Miembros del personal, cuadros y dirigentes de la central sindical participaron en los intercambios sobre una amplia gama de temas. (ver artículo de Martín Koppel en la edición del 23 de marzo del Militante.) Copyright © 2020 por Pathfinder Press. Reproducido con autorización.


POR MARY-ALICE WATERS

Gracias, Silvio, por tus palabras reflexivas.

Y una cálida bienvenida a todos los presentes.

Este es un día importante para nosotros.

Es una oportunidad singular, usando los tres libros cuyas portadas ustedes ven aquí al frente, para presentarles el Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos. Una oportunidad para manifestarles quiénes somos. Para explicar de dónde provenimos nosotros y nuestras hermanas Ligas Comunistas en otros países. Y para delinear nuestro curso de acción comunista en el seno de la lucha de clases en Estados Unidos y el mundo.

Tal vez les sorprenda, pero nunca hemos tenido la oportunidad de hacer eso aquí en Cuba. Tampoco hemos tenido tres libros nuevos que presentan nuestra trayectoria con la misma claridad que estos tres juntos.

Digo “nuevos”, pero ningunos de los materiales en estas obras, incluyendo las introducciones, son nuevos políticamente. Solo les parecerá así a muchos lectores. Uno de los libros —Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero— fue publicado hace una década. Pero hasta esa obra, ustedes la van a leer con un nuevo entendimiento. Y van a descubrir cosas nuevas en sus páginas cuando aprecien que no se pudo haber escrito sino como producto de El viraje a la industria: Forjando un partido proletario.

Cada uno de los tres libros aborda las mismas cuestiones desde un punto de partida diferente.

Fundamentos de los tres libros

El viraje a la industria: Forjando un partido proletario es de Jack Barnes, secretario nacional desde hace tiempo del Partido Socialista de los Trabajadores. Es la base sobre la cual se construyen los otros dos. Sin lo que llamamos “el viraje”, que los cuadros del Partido Socialista de los Trabajadores llevaron a cabo a mediados de los años 70, no habría sido posible la línea de marcha y la claridad de clase que se captan en los otros dos libros.

Piquetes frente a la mina de carbón Co-Op en Huntington, Utah, diciembre de 2003. Los huelguistas, en su mayoría inmigrantes mexicanos, ganaron solidaridad de trabajadores en todo EE.UU.
Militante/Tamar RosenfeldPiquetes frente a la mina de carbón Co-Op en Huntington, Utah, diciembre de 2003. Los huelguistas, en su mayoría inmigrantes mexicanos, ganaron solidaridad de trabajadores en todo EE.UU.

Los tribunos del pueblo y los sindicatos contiene escritos de dirigentes comunistas, desde Carlos Marx, V.I. Lenin y León Trotsky hasta Farrell Dobbs y Jack Barnes en la actualidad. Basándose en lecciones de 175 años de luchas revolucionarias del pueblo trabajador, estos dirigentes presentan nuestra continuidad comunista. Explican por qué el trabajo de fortalecer y transformar los sindicatos no solo es esencial para la unidad combativa y capacidad de impacto político de la clase trabajadora. También es fundamental para forjar un partido proletario revolucionario.

Para usar las palabras de Lenin, “tribunos del pueblo” es simplemente otro nombre para un partido proletario, un partido que “reacciona ante toda manifestación de tiranía y opresión, donde sea que ocurra”. Un partido de acciones de lucha de clases que, al mismo tiempo, usa toda manifestación de explotación y opresión capitalista para explicar por qué los trabajadores y nuestros aliados podemos descubrir y descubriremos nuestras propias capacidades, nuestro valor propio, cuando utilicemos nuestra fuerza colectiva para hacer frente a los patrones en torno a salarios y condiciones de trabajo y comencemos a comprender que los que explotan nuestra mano de obra no actuarán jamás a favor de nuestros intereses.

Kenia Serrano (der.), dirigente de Federación Estudiantil Universitaria de Cuba, habla con piquetes de huelga del sindicato automotriz UAW frente a planta de Caterpillar en York, Pennsylvania, durante su gira de EE.UU. con Rogelio Polanco. Los jóvenes cubanos aprendieron sobre lucha de clases en EE.UU. y explicaron ejemplo de la revolución socialista cubana a trabajadores.
Militante/Kathy MickellsKenia Serrano (der.), dirigente de Federación Estudiantil Universitaria de Cuba, habla con piquetes de huelga del sindicato automotriz UAW frente a planta de Caterpillar en York, Pennsylvania, durante su gira de EE.UU. con Rogelio Polanco. Los jóvenes cubanos aprendieron sobre lucha de clases en EE.UU. y explicaron ejemplo de la revolución socialista cubana a trabajadores.

Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero también es de Jack Barnes. El hilo conductor del libro es no solo la fuerza y resistencia de la oprimida nacionalidad africano-americana en Estados Unidos. También resalta el papel de vanguardia y el peso de los trabajadores que son negros en las amplias luchas sociales y políticas con dirección proletaria que han ocurrido en Estados Unidos, desde la Guerra Civil hasta el día de hoy. Este historial documentado, dice Barnes, “te deja pasmado”.

Sacando lecciones de un siglo y medio de batallas de clases, el libro nos ayuda a comprender cómo Malcolm X surgió de la creciente lucha de los africano-americanos como su dirigente de mayor visión y llegó a ser, de hecho, un dirigente de toda la clase trabajadora en Estados Unidos. Un dirigente con una perspectiva revolucionaria internacionalista.

En ningún otro lugar van a encontrar una explicación tan clara de por qué solo la conquista revolucionaria del poder por la clase trabajadora —como ustedes lo demostraron aquí en Cuba— hará posible las batallas finales por la libertad del pueblo negro, y abrirá paso a un mundo basado, no en la explotación, la violencia y el racismo, sino en la solidaridad humana. Un mundo socialista.

Libros sobre el PST hoy

En los preparativos para nuestra presentación, Silvio nos comentó que había trabajado con compañeros del PST durante un año o más. Leyó los cuatro libros —que el año pasado presentó junto a nosotros— de Farrell Dobbs, antiguo secretario nacional del partido, sobre las batallas sindicales que el partido encabezó en los años 30: Rebelión Teamster, Poder Teamster, Política Teamster y Burocracia Teamster. Silvio dijo que creía conocernos un poco y que estaba preparado para lo que iba a leer en los libros que estamos presentando hoy.

Miembros del Local 8888 del sindicato del acero, 12 de noviembre de 1979, durante exitosa lucha para sindicalizar astillero en Newport News, Virginia. La batalla mostró el fortalecimiento de la clase trabajadora en EE.UU., producto de masivas luchas lideradas por negros que derribaron la segregación racial institucionalizada en el Sur.
Militante/Jon HillsonMiembros del Local 8888 del sindicato del acero, 12 de noviembre de 1979, durante exitosa lucha para sindicalizar astillero en Newport News, Virginia. La batalla mostró el fortalecimiento de la clase trabajadora en EE.UU., producto de masivas luchas lideradas por negros que derribaron la segregación racial institucionalizada en el Sur.

Pero aún así se sorprendió, dijo, cuando leyó El viraje a la industria: Forjando un partido proletario.

“Las luchas sindicales de los años 30 fueron hace 80 o 90 años. Son parte de la historia”, dijo. “Pero El viraje a la industria es diferente. Trata sobre el PST hoy. Y lo explica muy bien”.

Silvio tiene razón, y espero que esto sea lo más importante que ustedes saquen de esta discusión. El viraje a la industria, que el partido llevó a cabo a finales de los años 70 y principios de los 80, es lo que forjó al PST —y la trayectoria y claridad política de sus cuadros— hoy.

Durante los años 60 y principios de los 70, el partido y su organización juvenil afiliada, la Alianza de Juventud Socialista, habían crecido rápidamente. Captamos a un gran número de nuevos miembros que habían sido reclutados al movimiento obrero revolucionario siendo estudiantes que luchaban contra el sistema Jim Crow de segregación racial, tanto en el Norte como en el Sur.

Muchos más fueron reclutados cuando el partido dirigió y organizó una masiva oposición en las calles a la guerra de Washington contra el pueblo vietnamita. Y cuando luchamos por dirigir el creciente movimiento por la liberación de la mujer para que siguiera una trayectoria proletaria, así como luchas en torno a muchas otras cuestiones.

Sin embargo, desde el día que nos incorporamos al partido, dimos por sentado que, a medida que se agudizara la lucha de clases, nos organizaríamos para obtener empleos en la industria y para fortalecer los sindicatos como instrumentos de lucha de clases. Que nos sumaríamos a luchas en torno a salarios y condiciones seguras de trabajo, y que junto a compañeros de trabajo llevaríamos a los sindicatos las campañas políticas en las que participaba el partido, en torno a cuestiones sociales de importancia para la clase trabajadora. Que ayudaríamos a movilizar a obreros en las fábricas, minas y plantas para que pensaran en términos sociales y actuaran en términos políticos, como parte de las amplias luchas que avanzaban en Estados Unidos en ese entonces.

Esa era la única trayectoria que correspondía a toda la historia del movimiento comunista al cual nos habíamos integrado. El único rumbo que correspondía a todo lo que habíamos aprendido de las generaciones de dirigentes de la clase trabajadora probados en combate —James P. Cannon, Ray Dunne, Farrell Dobbs— que nos reclutaron y formaron.

Forjando un partido proletario

Ya a mediados de los años 70, el capital norteamericano había comenzado una campaña feroz para destruir los sindicatos más poderosos —incluidos los sindicatos del acero y del carbón— y aumentar su ventaja competitiva frente a sus rivales capitalistas a nivel mundial. Iba creciendo la resistencia obrera. El Comité Nacional del partido, reconociendo la oportunidad —y la necesidad— de actuar, adoptó las propuestas presentadas en un informe de Jack Barnes. El primer artículo de El viraje a la industria es ese informe de febrero de 1978: “Conducir el partido a la industria”.

Más importante aún, los cuadros del partido —prácticamente todos— pusieron en práctica ese informe con entusiasmo. Era el momento que habíamos estado aguardando.

Ya habíamos aprendido, por nuestras experiencias, lo que se explica en uno de los documentos más importantes del partido, adoptado en la víspera del ingreso de Washington en la Segunda Guerra Mundial: “No lograremos… impedir que los principios proletarios revolucionarios del partido sean socavados a menos que el partido sea abrumadoramente proletario, compuesto en su mayoría decisiva de obreros en las fábricas, minas y plantas”.

Alyson Kennedy (der.) y Malcolm Jarrett (izq.), candidatos del PST a presidente y vicepresidente de EE.UU., se suman a línea de piquetes de obreros automotrices en Arlington, Texas, durante huelga de General Motors, septiembre de 2019.
Militante/Hilda CuzcoAlyson Kennedy (der.) y Malcolm Jarrett (izq.), candidatos del PST a presidente y vicepresidente de EE.UU., se suman a línea de piquetes de obreros automotrices en Arlington, Texas, durante huelga de General Motors, septiembre de 2019.

De eso se trataba —y se trata— el viraje a la industria.

Ya a principios de los años 80, prácticamente todos los miembros del partido, y todos los miembros de la AJS que no eran estudiantes, estaban participando en actividades sindicales y políticas junto a otros obreros en fábricas de autos y de acero, depósitos ferroviarios, empacadoras de carne, talleres de costura, fábricas textiles, minas, refinerías de petróleo y otros centros de trabajo. Los únicos miembros que no trabajaban en la industria eran los que estaban asignados a trabajar a tiempo completo para el partido: en la redacción del Militante, en la imprenta del partido, y un número reducido de compañeros que habían sido electos a responsabilidades de dirección política nacional. Cuando sus responsabilidades eran rotadas, ellos se incorporaban a una de las fracciones sindicales del partido, y compañeros en la industria los relevaban.

Los que participaron en la escuela de dirección del partido, iniciada en 1980 fueron escogidos a partir del liderazgo que demostraron en el viraje y su trabajo de masas afín.

Las nutridas lecciones de los primeros años del viraje, realzadas por las muchas fotos que ilustran algunas de las experiencias más importantes en que participaron los cuadros del partido, son lo que documenta El viraje a la industria.

Les interesará saber que en esto participaron dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba. En una foto que encontrarán en El viraje a la industria aparece Kenia Serrano, que tenía entonces 21 años, y que luego fue presidenta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos por ocho años. Cuando se tomó la foto, ella era secretaria de relaciones internacionales de la Federación Estudiantil Universitaria. Se la ve conversando con miembros del Sindicato Unido de Obreros Automotrices, en huelga en York, Pennsylvania, cuando ella estaba haciendo una gira de conferencias de seis semanas por Estados Unidos en 1995.

Rogelio Polanco, ex embajador cubano ante Venezuela y hoy rector del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, participó en ese recorrido durante tres semanas. Además de hablar en unos 50 recintos universitarios en 13 estados y 28 ciudades, incluida Miami, ellos participaron en una docena de actividades sindicales y en centros de trabajo; por ejemplo, el encuentro con los huelguistas automotrices en Pennsylvania y un recorrido de una fábrica de ensamblaje de autos de la Ford en St. Paul, Minnesota.

Contra la colaboración de clases

Hoy ya no existen los factores políticos y económicos que empujaron las luchas obreras y al movimiento sindical al centro del escenario político en los años 70 y 80. Ante los ataques implacables de la clase capitalista, su gobierno y sus partidos —contra los salarios, las condiciones de trabajo y los derechos democráticos— la clase trabajadora y el movimiento sindical han estado en retirada por más de dos décadas. En los años desde que comenzó el viraje del partido a la industria hasta el presente, la membresía sindical en los centros de trabajo privados se ha desplomado: de más del 20 por ciento hasta un 6.5 por ciento.

¿Cuál es la causa del declive del movimiento sindical? Ante todo, es la integración de la cúpula sindical al aparato estatal imperialista, mediante los dos grandes partidos capitalistas, el Demócrata y el Republicano. Esto es lo que Trotsky explica tan claramente en “Los sindicatos en la época de la decadencia imperialista”, uno de los artículos más importantes de Los tribunos del pueblo y los sindicatos.

Coffins symbolizing U.S. firms nationalized by revolutionary government are carried by workers to be thrown in sea, Havana, August 1960. Expropriations strengthened expanding workers control of workplaces after 1959 revolution. SWP exists today, Waters said, thanks to Cuba’s socialist revolution and party’s course of action registered in its turn to industry.
BohemiaTrabajadores en La Habana arrojan al mar ataúdes que simbolizan empresas norteamericanas nacionalizadas por el gobierno revolucionario, agosto de 1960. Las expropiaciones fortalecieron el creciente control obrero de centros de trabajo tras la revolución de 1959. El PST existe hoy, dijo Waters, gracias a la revolución socialista cubana y al curso de acción que el partido llevó a cabo con el viraje a la industria.

Hoy día la cúpula sindical no sigue una línea de movilizar el poder de los sindicatos para defender a la clase trabajadora. Al contrario, su “estrategia” —si acaso se puede usar esa palabra para describirla— consiste en esperar que políticos capitalistas vayan a promulgar leyes “pro sindicales” a cambio de un apoyo electoral total organizado y financiado por la cúpula sindical. Con pocas excepciones, eso se traduce en apoyo al Partido Demócrata, uno de los dos partidos imperialistas.

Para estos maldirigentes sindicales, la lucha para organizar a los no sindicalizados —o cualquier otra cosa que no sean huelgas coreografiadas, cuyo desenlace ya se acordó con los patrones a puerta cerrada antes del inicio de la huelga— pone en peligro sus alianzas políticas. O sea, pone en peligro su propio confort y estilo de vida acomodado.

La implacable ofensiva que la clase capitalista norteamericana ha librado durante cuatro décadas va a continuar hasta que se tope con creciente resistencia por parte de sectores de la clase trabajadora. Pero las leyes del capital no han cambiado. Tarde o temprano, los patrones tratarán de empujar demasiado, estallarán batallas sostenidas y el repliegue llegará a su fin.

Ya podemos afirmar que rara vez han sido mayores las oportunidades y la receptividad política entre el pueblo trabajador ante el curso de acción que presentamos en toda nuestra labor en los centros de trabajo y en barrios obreros, tanto en las ciudades como en el campo. Una mayor receptividad al Militante, a libros como estos que edita Pathfinder, a las campañas electorales del PST, como la fórmula presidencial de Alyson Kennedy y Malcolm Jarrett que estamos postulando en 2020.

Y la receptividad es mayor precisamente entre aquellos que los gobernantes y sus sirvientes privilegiados de las clases profesionales y capas medias altas menosprecian tachándolos de “deplorables”, “delincuentes”, “ilegales” o simplemente “basura”.

Para nosotros, ellos son nuestra gente. Nosotros provenimos de ellos. Somos parte de ellos.

Es más, estamos seguros que cuando la lucha de clases sí se agudice, el PST estará listo. Porque para nosotros, el viraje a la industria nunca fue un atajo. Nunca fue una maniobra ultraizquierdista, como lo fue en los años 60 y 70 para muchos grupos maoístas y otros partidos de izquierda en Estados Unidos y otros países.

Para el PST, el viraje era simplemente la extensión de la trayectoria obrera que ya seguíamos. Era lo que habíamos aprendido de los cuadros del partido que habían dirigido batallas obreras en los años 30. Y era lo que habíamos aprendido de aquellos que en 1919 habían ayudado a fundar la sección estadounidense de la nueva Internacional Comunista.

Era lo que ya habíamos aprendido nosotros mismos de las dos batallas más importantes que definieron a nuestras generaciones.

Una de esas batallas, con un carácter verdaderamente revolucionario, fue la del movimiento de masas dirigido por cuadros proletarios negros que derrocaron toda la estructura de la segregación racial Jim Crow. Durante buena parte de un siglo, había sido el obstáculo más grande a la unidad combativa de la clase trabajadora norteamericana.

La segunda fue lo que aprendimos de la victoriosa revolución socialista en Cuba y nuestra batalla por defenderla.

Voy a concluir con ese punto.

Cuba y la revolución norteamericana

Para “las generaciones del viraje” del PST, la Revolución Cubana siempre ha sido “nuestra revolución”. De forma muy parecida a como la Revolución de Octubre fue el suceso histórico decisivo que definió la trayectoria de los fundadores del movimiento comunista en Estados Unidos y otros países. Nosotros también estudiamos y asimilamos las lecciones de octubre, incluidas las lecciones de la victoriosa contrarrevolución estalinista contra la trayectoria internacionalista de Lenin, por la cual la clase trabajadora mundial ha pagado un precio enorme.

Pero la Revolución Cubana no solo fue algo que estudiamos. Fue algo que vivimos.

Jack Barnes, autor principal de estos tres libros, frecuentemente relata la importancia del tiempo que pasó en Cuba durante el verano de 1960, cuando el pueblo trabajador aquí estaba llevando a cabo las extensas nacionalizaciones de fábricas, empresas de servicios públicos y otras propiedades imperialistas. Todo el mundo sabía que se acercaba una invasión organizada por Washington. Era solo cuestión de tiempo, y las milicias ya se estaban entrenando urgentemente para enfrentarla. El lema era “Aprende por la mañana, enseña por la tarde”. La respuesta de Jack fue que él quería quedarse para luchar contra el ataque inevitable.

Uno de los cubanos que más había llegado a respetar —un oficial del Ejército Rebelde— le dijo a Jack: “No, esa no es la ayuda que necesitamos. Nosotros vamos a enfrentar la invasión cuando llegue y la vamos a derrotar. Lo más importante para ti es regresar a Estados Unidos y trabajar para hacer una revolución allá, igual que estamos haciendo aquí”.

Y eso fue lo que hizo el autor de estos libros. Regresó a Estados Unidos y se integró al partido cuyas acciones —así como sus palabras— demostraban que sus cuadros siempre habían seguido esa trayectoria de clase. El único partido para el cual la emulación de la Revolución Cubana ya tenía un sentido real en nuestra vida política cotidiana.

Ese partido es el Partido Socialista de los Trabajadores. Y existimos hoy gracias a la Revolución Cubana y gracias al viraje a la industria y el curso de acción que ustedes van a encontrar en estos tres libros.