CHICAGO — Los videos fueron tan impactantes que irrumpieron brevemente a través del aluvión mediático sobre el coronavirus y fue noticia nacional. Dos policías de Chicago usaron una pistola Taser, rociaron con gas pimienta y luego dispararon contra un hombre desarmado en una estación del metro en el centro de la ciudad durante la hora pico el 28 de febrero. ¿Su “crimen”? Cruzar de un vagón a otro en un tren en movimiento.
Ariel Román, un cocinero latino de 33 años estaba sufriendo un ataque de pánico, según sus abogados. Los videos muestran a los oficiales Melvina Bogard y Bernard Butler, ambos negros, siguiendo a Román cuando se bajaba del tren, lo agarraron mientras intenta caminar y lo tiraron al piso. Un testigo grabó gran parte del forcejeo con su teléfono celular.
Cuando trataban de esposar a Román, los dos policías lo aturdieron con sus pistolas Tasers. Se puede escuchar a Butler diciéndole a Bogard al menos dos veces, “¡Dispárele!”. En un momento, Román se pone de pie, aparentemente secándose el spray de pimienta de sus ojos, y Bogard le dispara en el estómago a corta distancia. Román se libera y corre por una escalera mecánica cercana. Los policías lo siguen y suena un segundo disparo. Esa bala se alojó en el glúteo. Sorprendentemente, no murió, pero sufrió heridas graves.
El video se hizo viral cuando salió en las redes sociales. Dos meses después, la Oficina Civil de Responsabilidad de la Policía publicó otras imágenes de cámaras de vigilancia y de las de los policías.
Román está demandando a la ciudad de Chicago y a los dos policías. Bogard y Butler fueron retirados de la calle y asignados a tareas administrativas con pago. Pero hasta ahora no se han presentado cargos penales contra ellos.
La policía en la sociedad capitalista
El 29 de febrero, el día después del tiroteo, una manifestación contra la brutalidad policiaca previamente planificada fue trasladada a la estación del metro donde le dispararon a Román. Muchos de los manifestantes exigieron la creación de un nuevo Consejo Civil de Responsabilidad de la Policía, que supuestamente existe para controlar a los policías.
“No hay ninguna reforma que pueda cambiar el carácter fundamental de la policía en la sociedad capitalista, que es ‘servir y proteger’ a la clase dominante a expensas del pueblo trabajador”, dije cuando hablé allí como candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para el senado de Estados Unidos. “Necesitamos movilizar a los trabajadores para exigir que se procese a los policías que cometieron este escandaloso ataque”.
Las órdenes de confinamiento en el estado han obstaculizado la realización de más protestas. Lo que los policías le hicieron a Román ocurre diariamente en los barrios obreros predominantemente de africano americanos y latinos del sur y oeste de la ciudad, donde son sujetos a retenes y hostigamiento en nombre de hacer cumplir el confinamiento.
Al mismo tiempo, la policía no hace ningún intento serio para detener la violencia constante entre las pandillas que acaba con cientos de vidas cada año en Chicago. De hecho, muchos policías se benefician del involucramiento con las pandillas y las drogas.
La noche del 2 de mayo, policías dispersaron varias fiestas de jóvenes en casas en barrios del sur y el oeste de la ciudad. Al mismo tiempo, al menos 21 personas sufrieron disparos a través de la ciudad esa noche, dos fatalmente. No se ha hecho ningún arresto.
No hay nada nuevo aquí. La actitud de la policía es “dejen que se maten entre ellos”.
“La policía de Chicago no ha hecho detenciones en el 85 por ciento de los crímenes violentos cometidos con armas de fuego sucedidos en la ciudad desde 2001”, dijo el periódico The Trace y la estación de televisión WTTW el noviembre pasado. Durante el mismo período, “los datos policiales muestran que han habido 610 mil arrestos por cargos de posesión o compra de marihuana u otras drogas ilegales”.
“Detienen a una persona por marihuana antes de detener a alguien por asesinato”, dijo Angela McCray a The Trace. Dos de sus hijos han muerto víctimas de disparos, en 2015 y 2017. Dijo que en ambos casos la policía ni siquiera llegó a tomar una declaración de ellos cuando yacían heridos en el hospital.
La brutalidad policial es una parte inherente del dominio capitalista. Su papel, como parte del sistema de “justicia” criminal de los gobernantes, es intimidar y castigar a los trabajadores. Sus víctimas son desproporcionadamente negros y latinos.
Lo que debemos hacer hoy es forjar un movimiento sindical combativo con un programa revolucionario que ayude a liderar las luchas por empleos, amnistía para los inmigrantes indocumentados, y en contra de la brutalidad policial. Esto puede abrir el camino para unir a millones de trabajadores para luchar por la toma del poder político de la clase capitalista.
Al igual que durante las luchas que resultaron en el surgimiento de los sindicatos industriales en la década de 1930, así como en la lucha para derrocar la segregación racial Jim Crow en las décadas de 1950 y 1960, las verdaderas luchas obreras atraen a capas más amplias, incluso a las que hoy en día realizan actividades antisociales, y las involucran en los esfuerzos para forjar la solidaridad con otros trabajadores.
Es solo a través de las luchas contra las brutalidades del capitalismo que los trabajadores pueden comenzar a superar las distorsiones del potencial y carácter humanos que tenemos.