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Vol. 70/No. 2129 de Mayo de 2006

 

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¡Legalización ya!
Residencia para todos sin condiciones
(portada, principal,editorial)
Militante/Sam Manuel
Centenares protestan en Washington el 17 de mayo para exigir la legalización de todos los inmigrantes indocumentados.

Las protestas de millones de trabajadores inmigrantes y sus partidarios por todo Estados Unidos han puesto al orden del día la demanda de “¡Legalización ya!” La lucha por una ley que otorgue residencia inmediata e incondicional a todos los inmigrantes es una necesidad apremiante para la clase trabajadora y el movimiento obrero.

En su discurso del 15 de mayo, el presidente George Bush propuso una ley que responde a las necesidades de los patrones. Su “terreno medio” sobre el tema migratorio fue rechazado tanto por amigos como adversarios, un indicio de que la clase gobernante se encuentra en una situación difícil en torno a este problema. Al igual que la propuesta bipartidista que se debate en el Senado y la propuesta Sensenbrenner aprobada en diciembre por la Cámara de Representantes, la Casa Blanca propuso reforzar la Patrulla Fronterizo con miles de policías. También abogó por el despliegue de hasta 6 mil tropas de la Guardia Nacional en la frontera, tropas que no tendrán responsabilidades policiacas directas. Lo hizo ante todo para apaciguar a los políticos de derecha que se oponen a toda medida que legalice a los indocumentados. Además pretende lograr más aceptación pública para el futuro uso de las fuerzas armadas en el país con miras a reprimir la resistencia obrera que anticipan.

El propósito de reforzar el control fronterizo no es para excluir o deportar a todos los inmigrantes indocumentados. Como señaló el propio Bush en su discurso, eso es imposible y no beneficiaría los intereses de los patrones estadounidenses. De hecho, la economía se hundiría en el estancamiento si los patrones tuvieran que depender únicamente de la explotación de los trabajadores nacidos en el país. Por eso los propios capitalistas norteamericanos atraen mano de obra de todas partes del mundo.

Lo que buscan la mayoría de los patrones es una reserva estable de mano de obra inmigrante que pueda mantenerse en condiciones de segunda clase. Ese es el propósito de las diversas propuestas de programas de “trabajadores huésped”, bajo los cuales los inmigrantes tendrían que irse del país después de varios años. Es también el propósito del proyecto de ley del Senado, apoyado en gran parte por Bush, de establecer una “vía hacia la ciudadanía” bajo condiciones restrictivas tales como “multas” onerosas y la dependencia de un trabajador de su patrón para obtener la tarjeta verde. El objetivo de las diversas medidas es la de mantener una fuente de mano de obra superexplotada y fomentar divisiones entre los trabajadores.

Los capitalistas atraen mano de obra inmigrante del exterior a una escala masiva y organizan industrias completas que dependen de su fuerza de trabajo para sacar superganancias. Usan a su policía para mantener esta situación con la amenaza permanente de la deportación.

Cuando los defensores de esta situación se quejan de que los “ilegales” están violando la ley, se les debe responder: ¿Qué tipo de sistema es éste cuando 12 millones de trabajadores viven y trabajan violando la ley? Estas leyes antiobreras deben ser impugnadas y eliminadas. Como exclaman los manifestantes en las marchas pro derechos de inmigrantes: “¡Somos trabajadores, no criminales!”

El movimiento obrero debe exigir la residencia permanente inmediata para todos los inmigrantes indocumentados, sin condiciones. Esta lucha beneficia los intereses de todo el pueblo trabajador, tanto los nacidos aquí como los oriundos de otros países.

Es un gran reto para el movimiento sindical. La mano de obra inmigrante sí reduce los niveles salariales. En el capitalismo, la competencia por empleos, cualquiera que sea su origen, deprime los salarios y conduce a la cesantía. A menos que todos los trabajadores, sin importar su origen nacional, sean organizados en sindicatos. A menos que el movimiento obrero defienda las luchas de todos los oprimidos y a los sectores superexplotados de la clase trabajadora, para realizar una lucha más unida y eficaz a favor de todo el pueblo trabajador. Bajo esas condiciones, la clase trabajadora y los sindicatos se vuelven mucho más potentes.

Para hacer eso hoy día, el movimiento obrero necesita dirigir la batalla que se va desarrollando a favor de una ley que legalice incondicionalmente a todos los inmigrantes.
 
 
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