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Vol. 71/No. 11      19 de marzo de 2007

 
La avaricia capitalista de Wall Street
(editorial)
 
La caída de la bolsa de valores de 1987 anunció que el sistema capitalista mundial se dirigía hacia a un período prolongado de depresión económica y ataques militares. Ya nos encontramos en el inicio de tal periodo 20 años más tarde. Las causas de la caída de 1987 son las mismas detrás de los recientes temblores en Wall Street.

La crisis subyacente a los estremecimientos ocasionales del mercado de valores es la que esta empujando a los amos imperialistas a una creciente competencia por el control de mercados y recursos del mundo, hacia guerras brutales en el extranjero y a incesantes ataques contra las condiciones de vida y de trabajo del pueblo trabajador dentro del país. Esta crisis no es coyuntural. Esta enraizada en el descenso económico que comenzó hace 30 años una vez que se agotó el boom económico que creció de las preparaciones para la Segunda Guerra Mundial.

Desde finales de los años 70, la tasa general de ganancia industrial ha estado en decadencia. Por esta razón no ha sido rentable para los capitalistas invertir en nuevas fábricas, minas, expandir servicios o adquirir equipo que aumente la capacidad productiva.

En su lugar, las familias multimillonarias dueñas de la industria, de la tierra, los bancos y otras instituciones financieras, han preferido apostar en Wall Street y otros mercados de valores.

La causa de tal especulación incontrolada es la codicia, la cual, bajo el capitalismo —un sistema de sálvese quien pueda— no es un defecto de carácter, y mucho menos una actitud ajena a los negocios. La codicia es inherente a la competencia capitalista.

Impulsados por la necesidad de competir o morir, los capitalistas, sin excepción, actúan de forma pragmática, en base a la suposición de que lo que ha estado ocurriendo seguirá ocurriendo. Buscan maximizar sus ganancias yendo hacia donde obtengan los mayores beneficios.

Hoy día, las acaudaladas familias del capital financiero y sus círculos de gerentes, políticos, técnicos académicos y profesionales a sueldo son incapaces de creer lo que está sucediendo a las montañas de valores que ellos han acumulado recientemente. Lo que parecía ser dinero gratuito durante las últimas dos décadas para los acomodados hoy ha inflado burbujas de deuda que harán que se desplomen importantes bancos, casas de corretaje, aseguradoras, fondos de pensiones y de salud, y empresas industriales y comerciales.

Al mismo tiempo hay que reconocer que la fluctuación de precios de la “economía de papel” del capitalismo no solo afecta a los que juegan la bolsa. Una catástrofe en Wall Street también tendrá un impacto drástico en los trabajadores, la gran mayoría.

La única manera efectiva de contrarrestar la inestabilidad del capitalismo demostrada por las recientes sacudidas en la bolsa de valores es construir un movimiento comunista que pueda dirigir al pueblo trabajador a realizar una revolución, arrebatarle el poder a los buscadores de ganancias y unirse a la lucha mundial para construir una sociedad basada en la solidaridad humana, una sociedad que por seguro aboliría la bolsa de valores y sus desastrosas especulaciones.
 
 
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