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Vol. 72/No. 51      29 de diciembre de 2008

 
Cinco cubanos presos en EE.UU.
orgullosos de defender su revolución
(especial / Quinto de la serie)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
En el artículo de la semana pasada presentamos bosquejos biográficos de Gerardo Hernández y Antonio Guerrero, dos de los cinco revolucionarios cubanos que han estado encarcelados injustamente en prisiones en Estados Unidos durante los pasados 10 años. Los cinco, detenidos por el FBI en 1998 y convictos con cargos fabricados que van desde “conspiración para cometer espionaje” hasta “conspiración para cometer asesinato”, están en la actualidad cumpliendo largas condenas en cinco prisiones federales diferentes. A continuación relatamos la historia de los otros tres luchadores de la clase obrera y cuales han sido sus logros.  
 
Ramón Labañino Salazar
Labañino, de 45 años de edad, nació de una familia campesina en Marianao, provincia de La Habana, el 9 de junio de 1963. Nereida, su madre, había participado en actividades de apoyo al Ejército Rebelde en la provincia de Oriente durante la guerra revolucionaria.

Dirigente estudiantil en la secundaria, estudió en la universidad de La Habana, graduándose como economista. También estudió en la cátedra militar de la universidad. En 1987 Labañino se unió a la Unión de Jóvenes Comunistas. Al año siguiente aceptó responsabilidades como oficial en el Ministerio del Interior. En 1991 obtuvo la militancia en el Partido Comunista de Cuba, en el cual realizó actividades directivas.

Entusiasta de los deportes, practica karate y como estudiante participó en los Juegos Caribes. Está casado con Elizabeth Palmeiro y tiene tres hijas, Ailí, de 20 años de edad, Laura, de 16 y Lizbeth, de 12.

Al igual que los otros cuatro cubanos en prisión, cuando Labañino se mudó a Estados Unidos a principios de 1990, no pudo hablar con sus parientes más cercanos sobre sus responsabilidades en este país, ni siquiera cuando en 1998 visitó a su madre, críticamente enferma, sabiendo que no volvería a verla más. Holmes Labañino, su padre, dijo que “Yo no supe del trabajo que estaba realizando. El no me habló de eso y nunca le pregunté. Desde muy joven siempre supo que hacer y siempre hizo lo correcto”.

Labañino dijo al tribunal el día de la sentencia: “Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias. Este ha sido un juicio político y, como tal, nosotros somos prisioneros políticos”.

Labañino está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua más 18 años de prisión. Encarcelado durante muchos años en la cárcel de Beaumont, Texas, se encuentra en la actualidad en la prisión federal McCreary, en Pine Knot, Kentucky.  
 
Fernando González Llort
González, de 45 años de edad, nació en La Habana el 18 de agosto de 1963. Fue dirigente estudiantil en la secundaria y en la universidad, así como en la Unión de Jóvenes Comunistas. Se graduó con honores del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García.

González se ofreció como voluntario para combatir en Angola de 1987 hasta 1989. Fue parte de una de las divisiones acorazadas cuando las tropas cubanas y angolanas derrotaron a las fuerzas invasoras del régimen del apartheid de Sudáfrica en la batalla de Cuito Cuanavale. Por su papel en el combate fue galardonado con las medallas de “Combatiente Internacionalista” y “Por la victoria de Cuba, República Popular de Angola”. En 1988 durante su estancia en Angola, fue aceptado como miembro del Partido Comunista de Cuba.

González ha sido compañero de Rosa Aurora Freijanes desde 1990, cuando inició su tarea especial en Estados Unidos. “Tuvimos que pasar por trámites interminables para casarnos en prisión”, dijo Freijanes en Cartas de amor y esperanza, un libro de correspondencia entre los Cinco Cubanos y sus familiares.

En Estados Unidos la principal tarea de González era vigilar al contrarrevolucionario adiestrado por la CIA Orlando Bosch. Bosch, quien todavía camina libremente en las calles de Miami, estuvo implicado en un atentado contra un avión cubano que volaba sobre Barbados, el cual resultó en la muerte de 73 pasajeros y miembros de la tripulación en 1976.

Magali Llort, madre de González y también revolucionaria activa en Cuba, dice que su hijo “no es un ser sobrenatural, es un hombre con unas ideas que lo han hecho ser consecuente, y con una lealtad a su patria que pienso debemos siempre agradecerle”.

En la declaración que leyó ante el tribunal de Estados Unidos antes de ser sentenciado en diciembre de 2001, González acusó al gobierno de Estados Unidos de respaldar a contrarrevolucionarios asesinos que atacan a Cuba. “Mientras la situación sea la que he descrito, Cuba tiene el derecho moral de defenderse de la forma en que mis compañeros y yo lo hemos hecho”, declaró.

“Honestamente, no me sorprendió la actitud [de Fernando]” al conocer su digna conducta durante el juicio por cargos falsos, dijo Bladimir La Rosa Vega, uno de sus compañeros de combate en Angola, en una entrevista con la prensa cubana.

González está cumpliendo una condena de 19 años. En la actualidad se encuentra detenido en la prisión federal de Terre Haute, Indiana.  
 
René González Sehwerert
René González, de 52 años de edad, nació en Chicago el 13 de agosto de 1956. Como Antonio Guerrero, es ciudadano de Estados Unidos. Sus padres, Cándido González, trabajador y sindicalista del acero, y su madre, Irma Sehwerert, fueron activistas en el Movimiento 26 de Julio entre los trabajadores inmigrantes cubanos. Después de la victoria revolucionaria en 1959 permanecieron en Estados Unidos para trabajar en defensa de la revolución. En 1961 la familia regresó a Cuba, donde los padres de René fueron dirigentes sindicales.

Desde temprana edad René González había querido ser piloto, pero tuvo que posponer sus aspiraciones más de una vez cuando le llamó la patria. Después de graduarse de secundaria, y como cuadro de la Unión de Jóvenes Comunistas, se ofreció como voluntario para trabajar como maestro en el campo. Como ciudadano de Estados Unidos no se le exigía que se enlistara en las fuerzas armadas, pero en 1974 se ofreció como voluntario para el servicio militar, el cual completó con altas calificaciones como conductor de tanques.

En 1977, de camino a la escuela de aviación, se enteró que su la división de tanques en la que había entrenado iba a Angola para unirse a la misión internacionalista en ese país. González decidió unírseles.

Hablando en una reunión con jóvenes de Estados Unidos en 2003, su madre Irma dijo que al principio René “no fue aceptado porque acababa de cumplir su servicio militar, pero dijo, ‘Tengo que ir a Angola’. Así que se montó en su bicicleta un viernes por la tarde y pedaleó varios kilómetros hasta que encontró a dos oficiales que le dieron los formularios y las firmas necesarias. Conseguidas las firmas, el lunes temprano salió hacia Angola”. Como artillero en una brigada de tanques, González sirvió en Angola hasta 1979, siendo condecorado por su valentía.

Uno de sus compañeros de combate en Angola, Luis Nieves Otaño, más tarde recordaría que durante su servicio, “el gobierno cubano hizo pública la identidad de varios agentes de seguridad [cubanos] que habían infiltrado los grupos mafiosos asentados en Estados Unidos. Después de leerlo en los periódicos comentamos sobre el valor de esos compañeros y yo le dije a René, ‘Tu tienes las cualidades y la condición para llevar a cabo una misión como esa’. él replicó inmediatamente, ‘Así lo espero’”.

Después de su regreso de Angola terminó por fin su adiestramiento como piloto. Trabajó como instructor de vuelo hasta 1985, cuando fue designado jefe de escuadrón en la base aérea de San Nicolás de Bari. En 1990 fue aceptado como miembro del Partido Comunista de Cuba. Ese mismo año González aceptó su próxima misión en defensa de la revolución, ésta vez en Estados Unidos.

En su declaración ante el tribunal cuando fue sentenciado, González explicó lo que los cinco estaban haciendo en Florida. “Al fin y al cabo todo este asunto de los agentes de Cuba tiene fácil solución: Dejen a Cuba tranquila. Hagan su trabajo. Respeten la soberanía del pueblo cubano”, dijo. “Yo despediría gustoso al último espía que se regrese a la Isla. Nosotros tenemos mejores cosas que hacer allí, todas más constructivas que vigilar a los criminales que se pasean impunes en Miami”.

René González está cumpliendo una sentencia de 15 años en la prisión de Marianna, en el norte del estado de Florida.

René y su esposa, Olga Salanueva, tienen dos hijas, Irma, de 24 años, e Ivette, de 10. Salanueva, que vivía con él en Miami cuando fue detenido en 1998, fue deportada a Cuba en 2000 y su residencia estadounidense fue revocada. Desde entonces se la ha negado una visa para visitar a su esposo.

(Continuará)
 
 
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