Vol. 77/No. 14 15 de abril de 2013
Prensa Latina/Vladimir Molina |
Adriana Pérez, esposa de Gerardo Hernández, en evento del 21 de febrero en La Habana. “Los Cinco no son hombres de laboratorio”, dijo Pérez. “Son hombres con mucho corazón y mucho valor para hacer lo que hicieron y siguen haciendo”. |
“Siempre que han puesto a Gerardo en el ‘hueco’”, dijo Adriana Pérez, “mi mente vuela a la etapa de Angola, donde Gerardo durante seis meses vivió bajo tierra y se bañaba en horas de la madrugada a la intemperie”. Arriba: Gerardo Hernández (derecha), frente al refugio. |
Gerardo partió a Angola el 14 de julio de 1989, el día antes de nuestro primer aniversario. Era nuestra primera separación. A través de todas las cartas y las informaciones que intercambiamos, tuve la oportunidad de vivir la experiencia de Angola con Gerardo.
Por suerte para nosotros, ya era la etapa final de la guerra en Angola. Aunque se corrían riesgos, nunca fue igual que los que pudo haber corrido René cuando cumplió su misión entre los años 1977 y 1979, o cuando Fernando lo hizo entre 1987 y 1989.
Gerardo no cumplió el segundo año de su misión. Los acuerdos de paz se habían firmado a finales de 1988, y en 1990 Namibia logró su independencia. Las fuerzas cubanas se iban retirando de forma escalonada, y se le dio a otro grupo de graduados del ISRI [Instituto Superior de Relaciones Internacionales], donde estudió Gerardo, la oportunidad de pasar por Angola ese último año.
Para mí fue una experiencia única. No hay duda de que la misión de Angola —tanto para Gerardo como para Fernando y René— fue una escuela que los preparó para el futuro. Los preparó para los rigores de la cárcel que han soportado por casi 15 años.
Siempre que han puesto a Gerardo en el “hueco” [en prisiones norteamericanas], especialmente en esos momentos difíciles de incomunicación entre nosotros, mi mente vuela a la etapa de Angola, donde Gerardo durante seis meses vivió bajo tierra, y se bañaba —cuando lograban hacerlo— en horas de la madrugada a la intemperie.
Aunque Antonio y Ramón no estuvieron en Angola, tuvieron una formación que los preparó para cumplir su misión en Estados Unidos. Ellos estaban en otra función en esa época.
Magali [Llort, madre de Fernando] y yo tuvimos la suerte de visitar a Angola y Namibia, y tenemos excelentes recuerdos de esa visita. Siempre digo que cuando Gerardo regrese, uno de los países que debería visitar es Namibia, un país con una población muy pequeña pero con un gran corazón. Un país que logró su independencia, en gran medida, por extensión del triunfo de la lucha en Angola.
Agradecemos mucho lo que hacen los compañeros de Pathfinder, porque a través de estas historias están dando a conocer los valores de estos hombres.
Les pedimos a todos ustedes que nos ayuden a transmitir este mensaje: la esencia humana de estos cinco hombres. No son hombres de laboratorio. No son prefabricados. Son hombres con mucho corazón y mucho valor para hacer lo que hicieron —lo que siguen haciendo— y seguir aportando a la revolución.
Gracias a Angola por ser libre, por estar aquí hoy en nuestra feria del libro, y permitirnos a través de su historia conocer mejor a nuestros compañeros.
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