POR SETH GALINSKY
La cifra de muertos producidos por el ataque de Tel Aviv contra Gaza ha superado los 1 100, el 75 por ciento de ellos civiles, y entre ellos al menos 218 niños. Más de 6 mil palestinos han resultado heridos y al menos 170 mil, aproximadamente el 10 por ciento de la población de la Franja de Gaza, han sido forzados a abandonar sus hogares. Hasta el 27 de julio, el ejército israelí había destruido más de 3 540 edificios, dañado 120 escuelas, seis hospitales y los sistemas de agua, electricidad y alcantarillado afectando a casi todos los 1.8 millones de habitantes de Gaza.
Después de una pausa de dos días, las fuerzas israelíes renovaron sus ataques aéreos y de artillería por toda Gaza matando a 30 personas el 28 de julio, además de poner fuera de servicio la única central eléctrica de Gaza. La mayor parte de la electricidad de Gaza proviene de Israel, pero muchas de esas líneas de energía han sido dañadas desde que la lucha comenzó el 7 de julio.
El ataque israelí se inició después que Hamas disparara una numerosa cantidad de misiles dirigidos contra áreas muy pobladas de Israel, según ellos en protesta al arresto de partidarios de Hamas. Según las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), desde el 7 de julio Hamas ha disparado más de mil cohetes, con la expectativa de que provocaría un masivo contraataque. La mayoría de los altamente imprecisos cohetes han caído en áreas despobladas. Las IDF dicen que su sistema anti-misiles ha interceptado casi 500 cohetes.
Políticamente hostil a la perspectiva de organizar una lucha popular de masas capaz de movilizar a los trabajadores y agricultores palestinos y ganar apoyo en toda la región, incluyendo entre trabajadores judíos, la estrategia anti obrera de Hamas está diseñada para maximizar el sacrificio de civiles en Gaza. Tiene como fin ganar simpatía en alas de la opinión pública burguesa que podría resultar en presiones diplomáticas sobre Tel Aviv. Hamas ubica sus lanzacohetes y otros armamentos en barrios obreros densamente poblados y en escuelas, hospitales y otras instalaciones públicas.
Y la promoción del odio anti-judío por parte de Hamas y los ataques explícitos de civiles judíos bloquea la posibilidad de ganar solidaridad a la lucha palestina de parte de trabajadores judíos en Israel, lo que podría ayudar a poner fin al bloqueo de Gaza, abrir las fronteras para trabajar y viajar, e impulsar otras demandas nacionales.
El pueblo trabajador en Gaza es quien paga por este curso anti obrero.
Las Fuerzas de Defensa israelíes dicen que avisan de anticipado a los civiles para que abandonen las áreas que van a ser atacadas a través de volantes y mensajes de texto, pero que Hamas, el partido islamista que controla Gaza, les ordena permanecer en el área.
Una carta dirigida al gobierno de Israel de nueve grupos de derechos humanos en Israel dice que “es difícil creer que la dispersión de volantes es una ‘alerta eficaz’” cuando los residentes de la Franja de Gaza “no tienen manera de evacuar totalmente la zona que va a ser atacada”.
Según Naciones Unidas, las fuerzas israelíes han declarado al menos el 44 por ciento del territorio como una “zona de exclusión” la cual los residentes deben evacuar.
Aunque las encuestas indican que hay un amplio apoyo entre los judíos en Israel al ataque militar contra Gaza, los que se oponen a la guerra han tratado de difundir sus puntos de vista dentro de Israel.
Cientos de judíos y palestinos protestaron en Haifa el 18 de julio. Otros se manifestaron en su contra, gritando “Muerte a los árabes, Vayan a Gaza”.
La policía de Haifa se había negado a conceder un permiso para la manifestación, pero bajo la presión de Adalah, el Centro Legal para los Derechos de la Minoría Arabe en Israel, cedió y permitió que la acción se llevara a cabo. Varios miles de personas que se oponen al ataque contra Gaza, en su mayoría judíos, protestaron en Tel Aviv el 26 de julio.
Fuerzas israelíes ocuparon Gaza durante 38 años, después de capturarla en la guerra árabe-israelí de 1967. Se retiraron en septiembre de 2005, pero mantuvieron el control de sus fronteras y espacio aéreo. Se le negó la entrada y permiso de trabajar en Israel a miles de residentes de Gaza. Desde 2005 Hamas y otros grupos islamistas han disparado miles de misiles hacia Israel. En junio de 2007, después de que Hamas arrebató el control del territorio de Fatah en batallas campales callejeras, Tel Aviv intensificó su bloqueo.
Incluso antes del reciente asalto, “el 35 por ciento de las tierras agrícolas de Gaza y el 85 por ciento de sus aguas de pesca eran total o parcialmente inaccesibles debido a las restricciones impuestas por los israelíes”, dijo la ONU.
Los agricultores no pueden obtener pesticidas, fertilizantes y otros suministros básicos para sus cultivos ni permisos del gobierno israelí para exportar lo que logran producir.
Durante los últimos siete años, Hamas ha perdido apoyo en Gaza y en todo el Medio Oriente. Regímenes burgueses de la región, muchos en crisis ellos mismos, han retractado su apoyo a Hamas y cada vez fingen menos apoyo a la causa palestina.