Después de más de cuatro meses de encarnizadas batallas callejeras, las fuerzas kurdas expulsaron al Estado Islámico de Kobani en el norte de Siria. Al mismo tiempo, el “califato” establecido por este grupo reaccionario en Siria e Iraq ha mostrado señales de que se está desintegrando.
Esta victoria de la resistencia kurda, contra una fuerza mejor armada y con más combatientes, ha ayudado a impulsar la lucha del pueblo kurdo, una nacionalidad oprimida dividida por décadas por las fronteras de Siria, Iraq, Turquía e Irán, y ha inspirado a los trabajadores de toda la región y otros países.
“La batalla librada en Kobani no era solo una confrontación entre el YPG e ISIS [Estado Islámico]”, dijo un comunicado del Comando General de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) el 26 de enero. “Esta ha sido una batalla entre la humanidad y el salvajismo, entre la libertad y la crueldad”.
“La gente está bailando y cantando, hay fuegos artificiales. Todos sienten un gran alivio”, dijo a Reuters el 26 de enero Tevfik Kanat, un kurdo de Turquía que llegó a la frontera apresuradamente con cientos de otras personas, incluyendo a refugiados de Kobani.
Los combatientes kurdos han sido apoyados por algunas unidades del Ejército Libre de Siria, que ha estado luchando para derrocar al brutal régimen de Bashar al-Assad en Damasco; por fuerzas kurdas del Peshmerga del norte de Iraq; y por los bombardeos aéreos de las fuerzas estadounidenses.
La decisión de Washington de dar apoyo aéreo refleja el hecho de que por ahora los gobernantes estadounidenses le temen más a un avance del Estado Islámico que a la creciente lucha kurda por derechos nacionales y soberanía.
Cambia postura EEUU hacia Assad
La guerra civil en Siria, que está por entrar a su quinto año, empezó con masivas protestas populares que exigían el fin del régimen de Assad. Las fuerzas de oposición tomaron control de Alepo, la ciudad más grande de Siria, y otras partes del país. Pero la guerra de Assad, apoyada por Moscú y Teherán, ha asestado golpes a la rebelión y devastó gran parte de la población a través del asedio e inanición y las bombas barriles contra los civiles.
El secretario de estado John Kerry respaldó una propuesta de Moscú el 14 de enero para convocar una “conferencia de paz”. Esto registra un cambio por parte de la Casa Blanca y algunos de los miembros de su coalición de la postura de exigir la salida de Assad hacia una de ver cada vez más al dictador sirio como un partícipe en las negociaciones con quien se puede cooperar.
¿Cuál es la razón? Assad le ha “permitido a ISIS consolidar un califato en el noreste de Siria como una advertencia visible de cómo luce la alternativa a su gobierno”, dijo la revista Atlantic.
Más de 200 mil personas han muerto desde que comenzó la guerra civil. Antes de la guerra, Siria tenía 22 millones de habitantes. Por lo menos 3.7 millones de personas han huido del país y están registrados como refugiados, principalmente en los países vecinos de Turquía, Líbano, Jordania e Iraq. Cerca de 6.5 millones han sido desplazados dentro del país, un 50 por ciento más que en 2013, según Naciones Unidas.
En Líbano, donde 1.1 millones de refugiados oficialmente registrados residen junto a otros 500 mil no registrados, los funcionarios del ministerio del interior dijeron el 5 de enero que “tenemos suficientes” y “solo permitiremos refugiados bajo casos muy limitados y excepcionales”.
En Jordania, donde actualmente hay 622 mil refugiados sirios, el gobierno suspendió la ayuda médica gratuita en diciembre. Dos tercios de estos inmigrantes viven bajo la línea de pobreza oficial de 96 dólares por mes.
El Estado Islámico, que se apoderó de un tercio del territorio de Iraq y Siria el año pasado y se declaró un califato, es incapaz de funcionar como un estado. Las condiciones de vida se están deteriorando, los precios están subiendo, los servicios públicos son escasos y la ley Sharia prohíbe muchos aspectos normales de la vida e impone severos castigos para los que violan los edictos de los gobernantes del califato.
Un decreto emitido por el Estado Islámico en diciembre ordenó el cierre de todas las escuelas, afectando a cerca de 670 mil niños, hasta que el programa de estudio sea ajustado a las normas religiosas, informó Reuters.
Los agricultores de las zonas de Iraq controladas por el Estado Islámico, productores de alrededor del 40 por ciento de la cosecha de trigo de ese país, han tenido que recortar la producción “por no tener acceso a sus tierras, no tener los fertilizantes o combustible adecuados, o porque no tenían garantía de que el Estado Islámico compraría sus cosechas como lo hace Bagdad normalmente”, informó Reuters el 20 de enero.
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