Las protestas y huelgas se extendieron por toda Turquía después que dos bombas asolaron una protesta contra los ataques del gobierno a los kurdos que tuvo lugar en la capital, Ankara, el 10 de octubre. Más de 100 manifestantes fallecieron y centenares quedaron heridos.
Los kurdos, una nacionalidad oprimida en la región, representan cerca de un quinto de la población de Turquía. Los combatientes kurdos han expulsado a las fuerzas del dictador sirio Bashar al-Assad de las regiones kurdas y han sido la única fuerza eficaz para hacer retroceder al Estado Islámico y otras fuerzas reaccionarias islamistas en Iraq y Siria. Alarmado por la creciente confianza que los kurdos han ganado de esta lucha, el gobierno turco ha intensificado los ataques en su contra con el apoyo tácito de Washington.
La protesta del 10 de octubre, en la que participaron miles de personas, contó con el apoyo de la Confederación de Sindicatos del Sector Público (KESK), la Confederación de Sindicatos Progresistas de Turquía (DISK), la Asociación Médica Turca (TTB) y el Sindicato Profesional de Ingenieros y Arquitectos Turcos (TMMOB). En respuesta a la masacre, estos sindicatos convocaron una huelga de dos días el 12 y 13 de octubre.
“Los estallidos ocurrieron a los dos lados de la salida de la principal estación de trenes en la ciudad donde se congregaban los partidarios del Partido Democrático de los Pueblos [HDP]” reportó el Hurriyet Daily News. El HDP, uno de los patrocinadores del acto, es un partido con bases kurdas cuyos logros en las últimas elecciones le negaron al presidente Recep Tayyip Erdogan tener una mayoría en el parlamento.
“Creo que el estado organizó la explosión”, dijo al Militante Ali Sogut, de 32 años, un ex minero de Soma quien se encontraba en la protesta. “Siempre que vamos a una protesta la policía detiene los buses y piden las cédulas de identificación, y registran a las personas antes de entrar a la protesta. Esta vez no había ni un solo policía ni pararon los buses rumbo a Ankara”.
Hasta ahora ningún grupo se ha responsabilizado por el ataque. Las explosiones se dan 20 días antes de las elecciones del 1 de noviembre donde Erdogan busca recuperar una mayoría para su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).
Miles de manifestantes han acompañado los féretros de las víctimas en ciudades y pueblos por todo el país en protesta contra el gobierno. “Alrededor de 10 mil personas participaron en una ceremonia fúnebre en la provincia de Izmir para dos mujeres que murieron en la explosión”, dijo por teléfono Cafer Alp, un electricista y miembro del sindicato DISK que acudió al evento el 12 de octubre.
Los ataques del gobierno turco contra el pueblo turco tanto en Iraq como en el sureste de Turquía han aumentado desde julio, cuando Washington y Ankara anunciaron un acuerdo que le permite a los aviones de combate estadounidenses utilizar la base aérea de Incirlik en Turquía para conducir ataques aéreos contra el Estado Islámico en Siria. Los ataques son realizados bajo el pretexto de combatir al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), tachado de terroristas por Ankara y Washington.
El gobierno de Erdogan y el PKK, el cual ha luchado contra la opresión del gobierno turco durante décadas, acordaron un cese al fuego en 2013, el cual fue abrogado este pasado julio por el presidente. El 10 de octubre el PKK anunció un cese al fuego pre-electoral, diciendo que solo responderá si son atacados.
Entretanto las protestas contra la discriminación de los kurdos han continuado, más del 80 por ciento de los maestros y estudiantes en las provincias kurdas boicotearon las escuelas turcas en el primer día escolar por el derecho a una educación en el idioma kurdo.
Yasemin Aydinoglu contribuyó a este artículo.
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