Al mismo tiempo, Washington, sus aliados imperialistas y Moscú están intensificando su intervención militar en el Medio Oriente en nombre de combatir al reaccionario Estado Islámico. Sin embrago, las consecuencias para los trabajadores en la región son mortales.
Cuatro días después que partidarios del Estado Islámico realizaran un ataque terrorista el 2 de diciembre que dejó 14 muertos en San Bernardino, California, el presidente Barack Obama advirtió que “se ha extendido una ideología extremista dentro de algunas comunidades musulmanes. Este es un problema real que los musulmanes deben enfrentar, sin excusas”. Propuso la prohibición de ventas de armas a cualquier persona que se encuentre en la lista secreta y arbitraria mantenida por el gobierno de personas que podrían ser excluidas de viajar por avión, y el establecimiento de “una investigación más amplia de los que vienen a Estados Unidos sin una visa para examinar rigurosamente si han viajado a zonas de guerra”.
El día siguiente el candidato presidencial republicano Donald Trump dijo que prohibiría la entrada a Estados Unidos de los musulmanes “hasta que los representantes de nuestro país puedan determinar lo que está pasando”.
En una entrevista por televisión el 10 de diciembre en PoliticKING, la representante Loretta Sanchez, una Demócrata que se postula en California para el Senado de Estados Unidos, dijo que entre el 5 y el 20 por ciento de los musulmanes “desean un califato, y establecerlo de cualquier manera posible, y en particular atentando contra lo que consideran normas occidentales, nuestra manera de vida”.
En este ambiente están ocurriendo más ataques contra musulmanes y mezquitas. “Lárguense de NUESTRO PAÍS y regresen al desierto”, decía una carta anónima enviada recientemente al Centro Islámico Al-Tawheed en Jersey City, Nueva Jersey.
“Alá es Satanás”, gritó una mujer a Rasheed Albeshari mientras oraba en el Parque Regional Lago Chabot en el Condado de Alameda, California, el 6 de diciembre.
“Estoy deseando que Estados Unidos se deshaga de basura como tú”, dijo un hombre a una mujer musulmana que esperaba un autobús en Brooklyn el 9 de diciembre. Luego le dio una patada en el muslo.
Defienden a musulmanes
Hay también más casos de trabajadores defendiendo a musulmanes. El mostrador de la tienda Fatima Food Mart en Astoria, Queens, está cubierto de tarjetas y mensajes de solidaridad. El dueño de la tienda Sarker Haque, oriundo de Bangladesh, fue golpeado por un hombre el 3 de diciembre mientras decía que “mataría a los musulmanes”. Con ayuda de dos vecinos, el atacante fue arrestado y acusado de agresión.Durante la semana siguiente se organizaron tres manifestaciones y una rueda de prensa frente a la tienda. “Estoy harto de la retórica contra los musulmanes”, dijo Amirtha Kidambi, una música que vive en la vecindad, en una protesta el 12 de diciembre.
En Stone Mountain, Georgia, más de 150 personas se reunieron el 12 de diciembre para oponerse al hostigamiento contra los musulmanes. “Tenemos que extender solidaridad a quienes enfrentan ataques”, dijo al Militante Justin Christian, un trabajador de cuidado de niños que participa en la lucha por un salario de 15 dólares por hora.
En Londres, 3 mil personas protestaron el 12 de diciembre contra el bombardeo de Siria por el gobierno británico. “Habrá muchas víctimas civiles”, dijo Retaj Layes, un estudiante de ascendencia egipcia y libanesa que se unió a la manifestación.
Desde el ataque realizado por el Estado Islámico el 13 de noviembre en París en el que murieron 130 personas, Washington ha intensificado los ataques aéreos contra las posiciones del Estado Islámico en Siria e Iraq, con ayuda limitada de los gobiernos francés y británico. La administración de Obama está enviando cerca de 100 tropas de operaciones especiales a Iraq, por encima de las 3 500 tropas norteamericanas que ya se encuentran allí, y 50 más a Siria. La Casa Blanca también está considerando una propuesta del Pentágono para ampliar sus bases en África y el Medio Oriente.
Desde el 30 de septiembre, Moscú ha realizado ataques aéreos en Siria contra fuerzas de la oposición con el fin de apoyar el régimen brutal de Bashar al-Assad. Un acuerdo negociado por Naciones Unidas permitió la salida el 9 de diciembre de centenares de civiles y combatientes de la oposición de Homs, en Siria occidental. La ciudad llegó a ser en cierto momento el centro del levantamiento contra el régimen de Assad.
El secretario de estado John Kerry viajó a Moscú el 15 de diciembre para solicitar la ayuda del presidente ruso Vladimir Putin para lograr que un representante del gobierno de Assad participe en las negociaciones auspiciadas por Washington para buscar una resolución a la guerra civil en Siria.
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