Erdogan dejó claro que su gobierno tiene la intención de aumentar sus ataques contra los kurdos que están luchando por sus derechos nacionales. “Nuestra lucha contra Daesh”, dijo, utilizando un término despectivo para el Estado Islámico, “y otras organizaciones terroristas kurdas —PYD [Partido de la Unión Democrática], YPG [Unidades de Protección Popular] … continuará con el mismo compromiso que siempre ha tenido”.
Desde el inicio de lo que Ankara llama “Operación Escudo del Éufrates”, Erdogan ha dejado claro que el objetivo es evitar que las fuerzas kurdas unan las dos regiones kurdas en Siria aledañas a Turquía.
Tropas y tanques turcos, apoyados por ataques aéreos de Washington y acompañados por las milicias del Ejército Libre Sirio organizadas por Turquía, entraron en Siria el 24 de agosto, tomando ciudades y pueblos con poca o ninguna resistencia del Estado Islámico. De inmediato se dirigieron a Manbij, recientemente liberada por las fuerzas del YPG. El vicepresidente norteamericano Joe Biden apoyó la ofensiva de Ankara contra los kurdos, y le dijo a las YPG que retrocedieran hacia el lado este del río Éufrates.
Para el final del 4 de septiembre, funcionarios turcos informaron que tenían bajo su control la frontera de 65 millas entre las ciudades de Yarábulus y Azaz. Esto separa las zonas kurdas alrededor de Afrin en el noroeste del resto de las regiones controladas por los kurdos en el noreste de Siria.
Los kurdos han luchado durante décadas contra la opresión nacional y su división entre Siria, Iraq, Irán y Turquía.
El primer ministro turco Binali Yildirim anunció el 4 de septiembre que Ankara intensificará su ofensiva contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la principal organización kurda en Turquía, y cualquier persona que este vinculado a este. El PKK comenzó una lucha armada contra el gobierno turco en 1984, el cual respondió con una represión brutal contra la población kurda.
Erdogan considera el surgimiento de una región autónoma kurda a lo largo de su frontera con Siria como la mayor amenaza para los intereses de los gobernantes capitalistas de Turquía, debido al impulso que da a las aspiraciones nacionales kurdas en Turquía.
Una batalla por el control de al-Bab es inminente, según informes en Rudaw el 6 de septiembre. La aldea está actualmente controlada por el Estado Islámico. El Consejo Militar de al-Bab respaldado por las YPG ha capturado tres aldeas cercanas y está listo para atacar. Las fuerzas respaldadas por Ankara están un poco hacia el norte.
Estos choques plantean retos para la ofensiva de Washington programada contra los principales reductos del Estado Islámico en Raqqa, Siria y Mosul, Iraq. Los gobernantes estadounidenses han contado con la participación del YPG, cuyas fuerzas han sido las más eficaces en la lucha contra el Estado Islámico, para llevar a cabo muchos de los combates en Raqqa.
En Mosul, Washington espera que las fuerzas del peshmerga del Gobierno Regional Kurdo en Iraq jueguen un papel muy importante en la próxima ofensiva. El gobierno turco tiene relaciones con el gobierno kurdo iraquí, incluyendo en la exportación de petróleo, y el presidente del GRK Masoud Barzani estuvo en Ankara en una visita de estado cuando las tropas turcas entraron en Siria.
El gobierno turco ha comenzado la construcción de un muro en la frontera que separa las regiones kurdas de Turquía y Siria. Las protestas contra la pared por miles de kurdos cerca de Kobane, Siria, fueron reprimidas con gases lacrimógenos y municiones reales por la policía turca. Al menos dos manifestantes murieron y 97 resultaron heridos, informó Noticias ARA el 5 de septiembre.
Mientras tanto, la lucha se ha intensificado a través de Siria. Tropas del gobierno de Bashar al-Assad, respaldadas por ataques aéreos rusos y fuerzas iraníes, volvieron a imponer un estado de sitio el 4 de septiembre en la parte oriental de la ciudad de Alepo, que se encuentra bajo control de fuerzas opositoras a Assad. Alepo, que había sido el centro industrial de Siria, con más de dos millones de habitantes, fue el centro de las protestas masivas contra el régimen dictatorial de Assad en 2011 que fueron brutalmente aplastadas, lo que llevó a la guerra civil.
El secretario de estado norteamericano John Kerry, y el ministro de asuntos exteriores ruso Sergei Lavrov han sostenido reuniones durante meses en un esfuerzo por llegar a un acuerdo para un “cese significativo, serio y verificable de las hostilidades en Siria”, con poco éxito hasta ahora.
Obama ve un bloque con Moscú como algo esencial para cualquier esperanza de restablecer la estabilidad y para defender los intereses imperialistas de Washington en la región.
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