Tal como estaban preparados para el huracán Irma el otoño pasado, el gobierno revolucionario y el pueblo de Cuba estaban preparados para las lluvias torrenciales de la tormenta Alberto a finales de mayo. Liderados por su gobierno revolucionario, el pueblo cubano se movilizó para minimizar las muertes y lesiones, reubicar a las personas que estuvieran en situaciones de peligro y hacer preparativos para reparar los daños a la infraestructura, viviendas y granjas.
Si bien la tormenta no fue tan devastadora como los grandes huracanes que golpean regularmente a Cuba y gran parte del Caribe, la respuesta cubana contrasta marcadamente con el desdén y la indiferencia mostrada por el régimen colonial en Puerto Rico, donde muchos aún sufren los efectos del huracán María del otoño pasado.
Dirigidos por Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio, los trabajadores y agricultores cubanos derrocaron al dictador Fulgencio Batista en 1959. Desde entonces, aunque han enfrentado la ira de los patrones estadounidenses y sus gobiernos —tanto demócratas como republicanos— los trabajadores cubanos tienen control de su propio destino.
Las autoridades cubanas emitieron avisos de alerta temprana a medida que la lluvia y las tormentas eléctricas se concentraban en el oeste del mar Caribe. Decenas de miles de personas fueron evacuadas de las áreas más propensas a las inundaciones o posibles deslizamientos. Como suelen hacerlo, los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) fueron movilizados para ayudar a dirigir este esfuerzo.
Las autoridades gubernamentales han garantizado alimentos, agua y atención médica para los evacuados.
En la provincia de Cienfuegos, donde fueron evacuadas unas 9 mil personas, la gran mayoría decidió alojarse con parientes, amigos y vecinos, informó el periódico cubano Trabajadores, mientras que habían refugios disponibles para cualquiera que decidiera ir allí.
El Ministro de Energía y Minas, Alfredo López Valdés, informó el 29 de mayo que unas 58 mil personas en todo el país estaban sin electricidad, pero decenas de equipos de reparación están restaurando la energía rápidamente. Cuba había ofrecido equipos similares para ayudar a restaurar la electricidad en Puerto Rico, pero los gobernantes capitalistas norteamericanos rechazaron la oferta.
Cuatro personas murieron en Cuba durante la tormenta Alberto. Las muertes han sido documentadas escrupulosamente, en marcado contraste con Puerto Rico, donde las autoridades coloniales dijeron que solo 64 personas habían muerto, información que fue destrozada por las revelaciones que salieron a la luz esta semana de que más de 2 mil personas habían perecido.
En Cuba, en septiembre, después del huracán Irma, el gobierno puso a disposición de los trabajadores materiales para la reconstrucción. A las familias que podían pagar se les cobró solo el 50 por ciento del costo. Aquellos que no podían pagar los obtuvieron gratis.
Altos funcionarios del gobierno, incluyendo el primer vicepresidente Salvador Valdés Mesa y José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, estuvieron al frente de los grupos de trabajo que dirigieron los esfuerzos para la recuperación en las provincias más afectadas.
“Aquí no dejamos a nadie abandonado”, afirmó Valdés Mesa.