Pueblo trabajador de Mosul reconstruye vida y cultura tras derrota del Estado Islámico

‘Cristianos y musulmanes han vivido aquí juntos por siglos’; la población enfrenta la indiferencia del gobierno iraquí hacia las dificultades causadas por la guerra

Por Paul Davies
y Catharina Tirsén
7 de enero de 2019
Arriba, animada lectura de poesía en el café cultural Qantara en el este de Mosul el 30 de noviembre, una de muchas actividades prohibidas bajo el Estado Islámico que están volviendo a la ciudad. Derecha, Hussein Abbas Ahmed, maestro, frente a los restos de su casa en la “ciudad vieja” en el oeste de Mosul, grandes áreas del cual fueron destruidas durante la lucha contra ISIS, incluyendo durante los ataques aéreos indiscriminados de Washington.
Fotos del Militante por Catharina TirsénArriba, animada lectura de poesía en el café cultural Qantara en el este de Mosul el 30 de noviembre, una de muchas actividades prohibidas bajo el Estado Islámico que están volviendo a la ciudad. Abajo, Hussein Abbas Ahmed, maestro, frente a los restos de su casa en la “ciudad vieja” en el oeste de Mosul, grandes áreas del cual fueron destruidas durante la lucha contra ISIS, incluyendo durante los ataques aéreos indiscriminados de Washington.

Hussein Abbas Ahmed, maestro, frente a los restos de su casa en la “ciudad vieja” en el oeste de Mosul,MOSUL, Iraq — El pueblo trabajador de esta ciudad continúa enfrentando el impacto de tres años de reinado de terror del Estado Islámico y de la destructiva batalla de Mosul, que duró nueve meses y terminó expulsando a la brutal y reaccionaria secta. Ahora, cuando intentan reconstruir sus vidas, enfrentan la continua indiferencia del gobierno iraquí.  El alivio de que el gobierno despótico del Estado Islámico haya terminado se mezcla con la desesperación por la devastación que existe.

“‘La liberación’ fue más sobre destrucción que liberación”, nos dijo Hussein Abbas Ahmed fuera de la casa que recientemente ha comenzado a reparar en la “ciudad vieja”, aquí en la orilla occidental del río Tigris. Ahora maestro, Ahmed fue anteriormente imán en una mezquita local. “Pero lo dejé porque rehusé  aceptar las instrucciones de ISIS de orar por sus combatientes”, dijo.

Su casa estaba cerca de las ruinas de la Gran Mezquita de al-Nuri, donde ISIS proclamó su califato después de tomar la ciudad en junio de 2014. Cuando fueron derrotados “esta calle tenía solo dos combatientes de ISIS viviendo aquí y estaban abandonando la ciudad”. “Pero las fuerzas estadounidenses e iraquíes lanzaron ataques aéreos de todos modos”.

Ahmed había huido con su familia al otro lado del río, pero como muchos otros, se vio obligado a regresar antes de lo planeado. Tuvo que improvisar un hogar entre los escombros cuando  las rentas se dispararon en el este.

“Alguna gente dice que aquellos de nosotros de la parte occidental de Mosul ‘nos merecemos esto, porque dejamos que ISIS entrara”, dijo, explicando que las fuerzas reaccionarias no fueron bien recibidas por la mayoría de los residentes en el oeste de Mosul. El Estado Islámico había ganado fuerza al reclutar una capa de antiguos oficiales del ejército de Saddam Hussein, y utilizar el resentimiento por la discriminación contra los musulmanes sunitas por parte del gobierno iraquí, instalado por Washington después del derrocamiento de Hussein.

“Cristianos y musulmanes han vivido aquí juntos por siglos”, dijo Ahmed, un musulmán sunita. “En cada festival cristiano, llevábamos dulces a sus casas y ellos hacían lo mismo durante los festivales musulmanes”.

Nos mostró las ruinas de la casa abandonada de una vecina cristiana conocida en el área por su repostería. “Tanto musulmanes como cristianos de la ciudad venían a comprar su baklava para bodas”, dijo. “Todos en la calle desean que ella vuelva”.

Un mes después de tomar la ciudad, el Estado Islámico ordenó a todos los cristianos huir o enfrentar ser ejecutados. Nos mostraron el interior de las ruinas de la iglesia al-Tahira cerca de su casa. Como otras iglesias profanadas, fue utilizada por la secta reaccionaria para llevar a cabo ejecuciones y para almacenar bienes que habían decidido prohibir y habían confiscado. ISIS había tallado todos los emblemas e inscripciones cristianos de las paredes del edificio.

Desde 2003, la población cristiana del país, que vivía principalmente en el norte de Iraq, ha disminuido de 1.2 millones a 300 mil en la actualidad.

Cientos de miles en campamentos

Se estima que 1.8 millones de personas que huyeron del Estado Islámico cuando sus fuerzas asesinas aterrorizaban Iraq y el ejército iraquí se derrumbaba, siguen como refugiados hoy. Unos 500 mil de ellos están alojados en campamentos por todo el país, muchos de ellos con pocas posibilidades de regresar a sus hogares.

Las viudas y los huérfanos de los combatientes de ISIS se encuentran en campamentos especiales, separados del resto de la población. Algunos de estos niños son atendidos en el orfanato al-Zahour en Mosul. El orfanato ha enfrentado abusos de personas que resienten el cuidado proporcionado a los niños,  y creen que no merecen atención básica. Pero los trabajadores allí creen que se debe proveer atención a todos.

Con 2.5 millones de habitantes, Mosul fue la ciudad iraquí más grande capturada por la secta terrorista. La batalla de puerta en puerta para recuperar la ciudad fue emprendida por unidades de contraterrorismo iraquíes y los peshmergas kurdos sobre el terreno, reforzados por enormes ataques aéreos dirigidos por Washington.

Más de 800 mil personas huyeron de la ciudad y 54 mil hogares fueron destruidos. La ciudad vieja, densamente poblada, fue objeto de fieros combates cuando las fuerzas del gobierno iraquí la retomaron bloque por bloque. Los ataques aéreos de Washington destruyeron los cinco puentes sobre el río, separando a los residentes de la parte occidental de la ciudad del resto.

De las aproximadamente 11 mil muertes en la batalla de nueve meses, Prensa Asociada informa que 3 mil 200 fueron civiles muertos por las fuerzas de la coalición. Con el desprecio cruel por las vidas de la población trabajadora de Mosul, Washington todavía no ha reconocido la magnitud de las cifra de muertos.

Lucha por recuperar vida … y cultura

“Ahora no hay trabajos aparte de los empleos ocasionales en limpieza y construcción, sin horarios garantizados, lo que dificulta el regreso de la gente”, dijo Ahmed. “Y si vas al este de Mosul, las rentas son demasiado altas, incluso para una persona que tiene trabajo”.

La electricidad apenas se restableció en junio, “pero el gobierno ha estado reduciendo las horas disponibles”, dijo. “La mayoría de la gente que vive aquí no puede comprar su propio generador. Pero los que tienen generadores privados pueden obtener ganancias vendiendo electricidad a los que no la tenemos”. Ahmed fue uno de los voluntarios que ayudaron a restablecer los cables de electricidad en la calle donde vive.

Solo una pequeñísima proporción del supuesto fondo de 400 millones de dólares del gobierno para la reconstrucción de la ciudad se entregó en 2017, y nada en lo que va de este año. Muchos trabajadores se ven obligados a endeudarse para reconstruir sus hogares. “¿Dónde está el alcalde?”, Ahmed preguntó. “Él solo ha venido al oeste de Mosul una vez en cuatro años”.

Hay un cambio evidente en las condiciones cuando uno cruza el río en la parte oriental de la ciudad. Las multitudes se agolpan en cafés y tiendas en las calles cerca de la Universidad de Mosul. Cuando nos detuvimos en el café cultural Qantara, recientemente inaugurado, más de 100 personas colmaban un cuarto participando en una animada lectura de poesía con micrófono abierto. Actividades culturales de este tipo fueron prohibidas y duramente reprimidas bajo el gobierno del Estado Islámico. Tales eventos, prohibidos por ISIS, están ahora empezando a florecer.