En los últimos cinco meses dos aviones 737 MAX —la nueva aeronave insignia de Boeing— se estrellaron en Etiopía e Indonesia poco después de desplegar en dos accidentes similares que costaron un total de 346 vidas. La culpa radica en el afán de lucro del sistema capitalista que bajo el látigo de la competencia deja a un lado la seguridad del público.
Hay más evidencia de que una de las principales causas de ambos desastres fue un nuevo sistema de software —que se activa sin el conocimiento de la tripulación— y que repetidamente obliga al avión a descender sin el control de los pilotos.
No obstante, durante tres días después del accidente en Etiopía, Boeing, respaldado por la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos, continuó afirmando que era seguro volar estos aviones. Lo que está en juego son las cuotas de mercado y las ganancias de la empresa con valor de cientos de miles de millones de dólares, en un momento en el que el gigante aeroespacial está en pugna con su rival europeo Airbus.
El avión de Ethiopian Airlines se estrelló seis minutos después del despegue en Addis Abeba el 10 de marzo, y el de Lion Air se hundió en el mar frente a Indonesia el 29 de octubre. En ninguno hubo sobrevivientes.
Gobiernos de alrededor del mundo prohibieron los vuelos con aviones de este modelo. Las acciones de Boeing cayeron en espiral, mientras que las de Airbus subieron. A pesar de una solicitud personal del director ejecutivo de Boeing de permitir que estos aviones siguieran operando en Estados Unidos, el presidente Donald Trump anunció el 13 de marzo que la FAA estaba deteniendo los vuelos del nuevo modelo.
En 2011 cuando American Airlines decidió comprar el A320neo de Airbus en lugar del 737, Boeing respondió abandonando sus planes de producir un nuevo modelo, y en cambio se las arregló para instalar motores nuevos y actualizar el software en su modelo más vendido, el 737.
Mantuvieron el diseño de un chasis de 50 años de antigüedad, y se ahorraron una nueva y masiva inversión de capital.
Sin embargo, para evitar que los nuevos motores de mayor tamaño rozaran el suelo fueron, los montaron sobresaliendo hacia adelante y más arriba en las alas, causando un cambio en la aerodinámica de despegue. Esto requirió un “arreglo” del software para compensar la tendencia de la nariz del avión a inclinarse hacia arriba cuando no está a plena potencia a bajas velocidades, como es el caso justo después del despegue.
Después del accidente en Indonesia, se reveló que ni los manuales de vuelo de Boeing ni el de adiestramiento de pilotos aprobado por la FAA para el 737 MAX, explicaban que el nuevo software se había diseñado para tomar control del avión automáticamente si recibía datos que indicaban un posible paro de motores. La tripulación no sabía que el sistema se había activado, cuando la computadora estaba forzando la nariz del avión hacia abajo.
Atajos para sacar ganancia
El argumento de venta de Boeing para el nuevo modelo fue que las aerolíneas podrían evitar la costosa capacitación de los pilotos en simuladores. Los pilotos entrenados para operar los modelos anteriores del 737 solo tenían que tomar una “lección en iPad por una hora”, dijo a la prensa Dennis Tajer, de la Asociación de Pilotos de American Airlines.
Si se activa por falsos positivos de un sensor, el nuevo sistema puede anular los controles de vuelo manuales de manera inesperada y repetida. Si los pilotos no saben desactivarlo, y no recibieron adiestramiento para hacerlo, es como intentar domar “un caballo salvaje”, dicen los pilotos con experiencia.
Como parte de una creciente práctica de “autorregulación”, la FAA delegó gran parte de sus evaluaciones de seguridad a los propios ingenieros de Boeing. Esto aceleró la aprobación por la FAA del 737 MAX.
“Han vendido este avión sobre la base de que si uno puede volar” el modelo 737 anterior, “puede volar este”, dijo el asesor de aviación Neil Hansford al Australiano el 16 de marzo. Esto es parte de la tendencia de los aviones modernos a ser cada vez más automatizados, disminuyendo las acciones de los pilotos, una trampa mortal en una emergencia.
Por control obrero de la producción
Dentro de la planta de Boeing, cerca de Seattle, donde se esmeran para continuar produciendo 52 de los 737 MAX al mes, hay grandes discusiones sobre los dos accidentes.
“La compañía les dijo a los trabajadores que no hablaran con la prensa”, explicó al Militante un trabajador empleado en la cadena de montaje del 737 MAX, y que no quería dar su nombre por temor a represalias. Si lo hacían, dijo, sufrirían “consecuencias en su trabajo”.
“Los sindicatos de pilotos, auxiliares de vuelo y sindicalistas en la producción necesitan tener voz en la seguridad de los aviones. Necesitamos el control sindical de la seguridad en el trabajo”, dijo.
Va a ser necesario librar una lucha para obtener el control de la producción por los trabajadores, desde el diseño de los aviones hasta el adiestramiento de la tripulación de vuelo. Este es el único camino para que sea seguro volar en una era de competencia capitalista intensificada y reducción de costos.