Gibsons anotan victoria, juez otorga $6.5 millones en honorarios legales

Por Seth Galinsky
12 de agosto de 2019
Cuatro generaciones de la familia Gibson y su equipo legal celebran el 13 de julio tras fallo de juez del Condado de Lorain adjudicando indemnización por daños y prejuicios derivados de acusaciones de “racismo” por Oberlin College. La universidad ahora dice que se trata de la “libertad de expresión” de los estudiantes, y pretende revocar el fallo.
Legal Insurrection Foundation/Bob PerkoskiCuatro generaciones de la familia Gibson y su equipo legal celebran el 13 de julio tras fallo de juez del Condado de Lorain adjudicando indemnización por daños y prejuicios derivados de acusaciones de “racismo” por Oberlin College. La universidad ahora dice que se trata de la “libertad de expresión” de los estudiantes, y pretende revocar el fallo.

El juez de Ohio John Miraldi concedió el 17 de julio 6.5 millones de dólares en honorarios a los abogados que representan a la tienda Gibson’s en su demanda contra la universidad de Oberlin College. Funcionarios universitarios ayudaron a organizar una campaña difamatoria acusando a la tienda de racismo. Los honorarios se añaden a los 25 millones de dólares de indemnización por daños y prejuicios por hacer pasar a la tienda y a sus dueños por un infierno.

El abogado principal de la familia Gibson, Lee Plakas, calificó correctamente a la campaña de calumnias como “una declaración de guerra”. El fallo del juez transmite un mensaje de que es posible “oponerse al poder y los recursos” de grandes instituciones, como Oberlin College, dijo Plakas después del último fallo.

“El veredicto unánime y la concesión de honorarios es una victoria para el pueblo trabajador”, dijo el miembro del Partido Socialista de los Trabajadores, Peter Thierjung, en un programa del Militant Labor Forum en Nueva York el 20 de julio. “Y el monto de la indemnización de honorarios es un castigo a la política vandálica de la universidad en su campaña de difamación contra Gibson’s”.

A pesar de admitir de que tienen 59 millones de dólares disponibles, así como muchos otros activos, la universidad dice que apelará las decisiones, alegando pobreza.

Los abogados de los Gibson han solicitado a la corte que exija que la universidad deposite una fianza que garantice que pagarán la indemnización si se retrasa durante una apelación. “Esta es la siguiente etapa en la lucha para responsabilizar a la universidad por su ataque contra la pequeña tienda”, dijo Thierjung.

Oberlin College intentó agotar financieramente a los Gibson y obligarlos a renunciar a su demanda, prolongando el juicio con todo tipo de maniobras legales, dijo. Realizaron 32 deposiciones, incluyendo a toda la fuerza policial de la ciudad de Oberlin. Interrogaron bajo juramento a Allyn Gibson, de 90 años de edad, durante cinco días.

El juez dijo en su fallo que la batalla legal “presentó desafíos extraordinarios para los demandantes”.

Thierjung dijo que en respuesta a las calumnias de los administradores universitarios los abogados de los Gibson publicaron un documento demoledor de 56 páginas con “preguntas frecuentes” que responde con citas de testimonios y deposiciones dadas durante el juicio. Se puede ver en: http://www.kwgd.com/uploads/faqs-re-gibson-s-bakery-v.pdf

Qué ocurrió en la tienda Gibson’s

Thierjung explicó los hechos del caso. Tres estudiantes de Oberlin College que son negros, un hombre y dos mujeres, usaron una tarjeta de identificación falsa para intentar comprar una botella de vino en noviembre de 2016. La identificación fue rechazada y Allyn Gibson Jr. confrontó al joven por llevar dos botellas de vino escondidas debajo de su camisa. Gibson los persiguió. Cuando llegó la policía, encontraron a Gibson en el suelo recibiendo golpes de los tres estudiantes.

Más adelante, los tres se declararon culpables de cargos menores, pagaron multas, y cada uno hizo una declaración de que “las acciones de los empleados de Gibson’s no fueron motivadas por cuestiones raciales. Simplemente estaban tratando de prevenir una venta a menores de edad”.

No obstante, durante los siguientes dos días, cientos de estudiantes, organizados, alentados y acompañados por Meredith Raimondo, decana de estudiantes y vicepresidenta de la universidad, y otros funcionarios protestaron frente a Gibson’s condenando los arrestos, alegando que la tienda tenía un largo historial de racismo e incitó a un boicot contra el pequeño negocio.

A los estudiantes les permitieron utilizar las fotocopiadoras de la universidad para imprimir volantes que acusaban a la tienda de racismo. Les dieron refrescos y pizza, e incluso cancelaron las clases y les dieron puntos por participar en las protestas. Raimondo habló en la protesta, ayudando a dirigirla. Posteriormente bajo instrucciones de Raimondo la universidad canceló el contrato que tenía con Gibson’s para proveer pan y pasteles al comedor de la universidad.

Durante los recorridos por el recinto con futuros posibles estudiantes y sus familias, los guías de la universidad los instaban a boicotear la tienda.

Solidaridad con Gibson’s

Los trabajadores del área rechazaron la campaña difamatoria, dijo Thierjung. Para sorpresa de los funcionarios universitarios, la gente vino de toda la región para comprar en Gibson’s en una muestra de solidaridad.

“Al centro del caso están cuestiones de clase y de privilegio de clase”, dijo Thierjung.

Señaló que los estudiantes que intentaron robar no eran pobres, como es el caso de la mayoría de los estudiantes de Oberlin College. El joven involucrado se graduó en 2015 de la Phillips Academy en Andover, Massachusetts, un internado que cuenta con un fondo de dotación de mil millones de dólares, aún más grande que el de Oberlin College. La matrícula cuesta 58 mil dólares al año. Oberlin College es una de las 20 universidades más costosas en Estados Unidos.

Los 2 800 estudiantes de Oberlin College son en su mayoría de clase media alta que se están preparando para carreras en el mundo académico, en la burocracia gubernamental, organizaciones sin fines de lucro, tanques pensantes, etcétera, como parte de las capas meritocráticas privilegiadas que ayudan a defender el dominio capitalista, explicó Thierjung.

Oberlin es un pueblo controlado por una empresa, donde “la universidad dicta a los pequeños negocios lo que pagarán, cuánto y cuándo”, dijo Thierjung. Y sus funcionarios miran con desprecio los pequeños negocios y a los “lugareños”.

Un año después que comenzó el boicot, The Grape, un periódico estudiantil, publicó un artículo titulado “La cultura de robo”. El director Jake Berstein, quien no es ningún amigo de Gibson’s, entrevistó a algunos estudiantes y escribió: “Descubrimos una triste verdad: la mayoría de los robos en las tiendas en Oberlin son realizados por estudiantes”. La mayoría de los estudiantes podrían pagar fácilmente por lo que robaron, admitió. ¿Por qué robar? Berstein dijo que una respuesta común fue “Me dio la gana”. Dijo que él había robado de Gibson’s.

Las consecuencias financieras para los pequeños negocios, que enfrentan la competencia férrea de las grandes tiendas como Walmart, son grandes. Una tienda de Oberlin estimó una pérdida anual de más de 10 mil dólares.

Los Gibson trataron de convencer a la administración universitaria de que cambiara su curso y que dijera que la tienda y sus dueños no son racistas y que no participan en el perfil racial. La universidad se negó.

Los administradores universitarios exigieron que Gibson’s los llame a ellos y no a la policía, cuando atraparan a un estudiante robando, un privilegio que otros residentes de la ciudad no tendrían. Dijeron que si Gibson’s aceptaba esa condición, la universidad dejaría de boicotear la tienda.

Cuando los Gibson dijeron que no, el vicepresidente de comunicaciones, Ben Jones, escribió, “Todos estos idiotas se quejan de que la universidad daña a un “pequeño negocio local”.

“Que se j**an”.

Siguen calumnias de la Universidad

A pesar de la conclusión del caso judicial, y de que el juez Miraldi escribió “caso cerrado” al final de su último fallo, los funcionarios universitarios han lanzado una campaña, alegando falsamente que el veredicto del jurado es un ataque contra la libertad de expresión de los estudiantes. La presidenta de la universidad, Carmen Twillie Ambar, ha viajado por el país buscando cobertura en el New York Times, el Wall Street Journal  y otros medios haciendo estas declaraciones.

Pero los Gibson y sus abogados nunca demandaron a ningún estudiante ni cuestionaron el derecho de nadie a protestar. Demandaron a la universidad y a sus administradores por sus acciones que difamaron a la familia y perjudicaron deliberadamente su negocio.

Los abogados de los Gibson interrogaron a Raimondo durante el juicio como testigo hostil. Le preguntaron sobre un correo electrónico que ella escribió después de que el profesor universitario Roger Copeland le enviara un mensaje a los administradores de la universidad instándoles a detener su campaña de calumnias.

En el correo electrónico, Raimondo dice, “Que se vaya a **. Yo diría desatemos a los estudiantes si no estuviera convencida de que esto debe dejarse atrás”.