Cientos de miles de personas protestaron por toda la India contra los esfuerzos del gobierno del primer ministro Narendra Modi para implementar la nueva ley de Enmienda de Ciudadanía aprobada el 11 de diciembre. Según esta ley sectaria, la religión es un criterio para decidir a quién se le ofrecerá la ciudadanía india y discrimina abiertamente contra los musulmanes.
Es un desafío directo a la tradición secular que ha caracterizado al país desde que las grandes movilizaciones masivas ocurridas después de la Segunda Guerra Mundial ganó la independencia del dominio colonial británico.
La nueva ley promulgada por Modi y su partido nacionalista hindú Bha-ratiya Janata concede la ciudadanía de los inmigrantes de países vecinos de mayoría musulmana: Afganistán, Bangladés y Pakistán. Pero solo los hindúes, sijs, budistas, zoroastrianos, jainistas y cristianos pueden calificar, no los musulmanes. Y excluye a las minorías perseguidas, especialmente a los musulmanes, de países vecinos de mayoría no musulmana como Sri Lanka, China y Myanmar.
Los capitalistas que Modi representa pretenden fortalecer su posición para explotar a los más de 1 300 millones de personas en India y para competir contra Beijing y otros rivales.
Se complementa con un nuevo y reaccionario Registro Nacional de Ciudadanos que se implementará en todo el país, obligando a todos a presentar pruebas de ciudadanía. Una medida similar en la provincia de Assam en agosto le quitó la ciudadanía a 1.9 millones de personas, la mayoría de ellos musulmanes. Cientos han sido arrestados y arrojados a campos de detención.
Las protestas contra la nueva ley comenzaron en dos universidades históricamente musulmanas cerca de la capital, Nueva Delhi. La policía atacó a los estudiantes allí el 15 de diciembre, disparando gases lacrimógenos y golpeándolos. Muchos resultaron heridos. Esto desencadenó protestas más amplias tanto en áreas musulmanas como no musulmanas.
Protestas de decenas de miles de estudiantes estallaron en otras universidades. Días después, muchos se congregaron en Nueva Delhi con carteles que decían “No a la CAA” y “No a la ciudadanía basada en la religión”. También se llevaron a cabo eventos de solidaridad entre estudiantes indios en el extranjero, desde Gran Bretaña a Estados Unidos.
“Esta ley ahora pone en peligro el tejido social de India”, dijo al Financial Times Shrey Kapoor, un estudiante oriundo de India en la Universidad de Harvard. “La violencia contra los estudiantes indefensos fue el punto culminante para mí”.
En las protestas los manifestantes comenzaron a enarbolar la bandera de India y a citar su constitución como emblemas de igualdad secular. A los musulmanes se les han unido un número significativo de personas de otras religiones. Los dalits, la comunidad en la parte inferior del todavía común sistema de castas jerárquico hindú, también se unieron.
Al menos 26 personas, en su mayoría musulmanes, han muerto a causa de los ataques policiales, principalmente en el estado más poblado de Uttar Pradesh, gobernado por el BJP. Miles han sido detenidos allí.
El gobierno usó una ley de la era colonial británica para imponer restricciones: prohibir las manifestaciones, hacer cumplir los toques de queda, interrumpir la internet y otros ataques contra los derechos políticos. Hicieron lo mismo en agosto para debilitar las protestas contra la decisión de los gobernantes del BJP de despojar el estatus autónomo especial para la región de mayoría musulmana de Jammu y Cachemira.
El legado de dividir y conquistar
Las animosidades religiosas que Modi busca utilizar para fortalecer a los gobernantes capitalistas de India y afirmar la supremacía hindú son un legado de la dominación imperial británica desde el siglo XIX.
Durante más de un siglo, Londres utilizó una estrategia de dividir y conquistar contra los hindúes y los musulmanes para mantener su dominio colonial. Pero la lucha de los trabajadores de India por la independencia superó estas divisiones. El levantamiento de los cipayos (soldados) en 1857 “no fue un motín militar sino una revuelta nacional”, escribió ese año Carlos Marx, fundador del movimiento comunista internacional. “Los musulmanes y los hindúes” lucharon juntos “contra sus amos comunes”.
Aterrorizados por esta rebelión unificada, las fuerzas británicas la aplastaron brutalmente. Londres se hizo cargo de la administración colonial directa e intensificó los esfuerzos para enfrentar a los hindúes y los musulmanes.
Ante un levantamiento masivo por la independencia nacional después de la segunda guerra mundial imperialista, los gobernantes británicos trataron de mantener el mayor dominio posible dividiendo la lucha a través de la partición de la India. Millones fueron desarraigados con la creación del estado musulmán de Pakistán.
Hoy, el movimiento de protesta nacionalista de masas, luchando nuevamente por una India secular, ha puesto a Modi a la defensiva. Los ministros principales de nueve estados se han negado a implementar la ley de ciudadanía o el registro.
“Estamos aquí para luchar por nuestros derechos”, dijo a Al Jazeera Tarannum Begum, participante de una sentada liderada por mujeres en un enclave musulmán en Nueva Delhi. “Hasta que retiren sus [políticas], esto seguirá”. Agregó: “Es mejor morir aquí [protestando] que ser puesto en campamentos”.