Unas 200 mil personas protestaron el 16 de agosto en Minsk, capital de Bielorrusia, para exigir la dimisión del represivo gobierno del presidente Alexander Lukashenko. La semana anterior él se había declarado ganador de las elecciones, victoria que ha sido ampliamente atribuida a su oponente Svetlana Tikhanovskaya.
La manifestación fue la movilización más grande en la historia del país de 9.5 millones de habitantes. Desde las elecciones los trabajadores se han salido de las fábricas más grandes del país, como Minsk Tractor Works y la de camiones BelAz, para sumarse a las protestas.
El presidente se ha burlado de los manifestantes calificándolos de “ovejas”. Dijo que solo 20 trabajadores de la planta de tractores se habían unido a la huelga. “No somos ovejas, no somos un rebaño, no somos gente pequeña … no somos 20, sino 16 mil”, decía una pancarta portada por los huelguistas durante una marcha del 14 de agosto en Minsk.
Las tropas bielorrusas han fraternizado con los manifestantes quienes les ofrecieron flores. Algunos soldados han circulado videos tirando sus uniformes repugnados por la brutalidad.
Lukashenko ha sido el único presidente de Bielorrusia desde la implosión de la Unión Soviética estalinizada. El gobierno de Lukashenko ha sido históricamente respaldado por los gobernantes capitalistas en Rusia, quienes ven a Bielorrusia como una barrera contra las tropas de la OTAN en el oeste. Washington ha impulsado el desplazamiento de tropas de la alianza cada vez más cerca de las fronteras de Rusia, incluyendo la rotación de tropas en los estados bálticos vecinos.