HAGERSTOWN, Maryland — Cientos de camiones grandes y otros vehículos, unos mil en total, están apiñados en la Speedway, una pista de carreras de autos aquí, para las protestas del Convoy del Pueblo. Todavía estaban llegando más cuando un equipo del Partido Socialista de los Trabajadores vino a expresar su solidaridad el 8 de marzo.
Desde el 6 de marzo, los camioneros han estado organizando mítines, reuniones matutinas y recorridos diarios por las carreteras que rodean la ciudad de Washington. Piden el fin de los mandatos gubernamentales de la COVID-19 que exigen que las personas se vacunen o corran el riesgo de perder sus trabajos y encarar otras restricciones.
Las protestas también expresan la ira de los camioneros por las medidas del gobierno, los patrones de la industria y los intermediarios que amenazan su sustento: aumento de los precios del diésel, robo de salarios y monitores electrónicos obligatorios en las cabinas de los camiones que restringen las horas de conducción y más.
El convoy se inspiró en las protestas de camioneros y otros en Canadá contra los mandatos de vacunación que impiden que muchos camioneros puedan viajar hacia y desde Estados Unidos. En respuesta a las protestas el gobierno del primer ministro Justin Trudeau invocó la draconiana Ley de Emergencias, arrestó a cientos de personas, confiscó camiones y cuentas bancarias, y violó derechos políticos elementales.
La protesta aquí ha sido totalmente pacífica. Pero las autoridades se han movilizado como si se estuviera gestando una guerra. La policía de Washington ha movilizado su Unidad de Disturbios Civiles y trajo policías de lugares tan lejanos como Nueva York. El presidente Joe Biden, que afirma ser “amigo” de los trabajadores, hizo que el secretario de defensa, Lloyd Austin, aprobara solicitudes para desplegar 700 efectivos de la Guardia Nacional.
Los medios liberales han difamado a los manifestantes. El Washington Post está lleno de citas de “investigadores del extremismo” que califican a los participantes del convoy de ser “antigubernamentales” y “teóricos de la conspiración de derecha”. Los calumnian de tener “conexiones” con los “insurrectos del 6 de enero”.
“Todo son bienvenidos. Este no es un movimiento de derecha”, dijo Lee Schmitt, un propietario-operador del norte de Wisconsin y ex granjero de leche, al equipo del PST. Schmitt participó en una protesta nacional en Washington en 2020 que llamó la atención a las demandas de los propietarios-operadores de poner fin a las restricciones sobre sus ingresos y contra la reducción drástica de sus tarifas por parte de los agentes.
“Esas demandas siguen siendo importantes. Pero también lo es denunciar las regulaciones gubernamentales que están disminuyendo nuestras libertades”, nos dijo Schmitt. Los participantes piden el fin de la declaración de emergencia nacional en respuesta a la pandemia —emitida por el presidente Donald Trump en marzo de 2020 y extendida por el presidente Biden— y que el Congreso celebre audiencias que investiguen la respuesta extrema del gobierno a la pandemia. “Los demócratas y los republicanos tienen la culpa”, dijo.
“Estamos viviendo en un mundo que ninguno de nosotros ha visto antes en nuestra vida”, le dije, señalando que soy la candidata del partido para delegada de Washington al Congreso. “El aumento de los precios —la gasolina, los alimentos y otras necesidades— están causando estragos en la vida de millones de personas. Las crecientes crisis sociales afectan a nuestras familias. Ha estallado una guerra en Europa. Necesitamos actividades como esta para discutir el camino a seguir para la clase trabajadora”.
“Me alegro de haber venido para aprender sobre lo que están tratando de lograr”, dijo Glova Scott, miembro del PST, a Schmitt. “Su protesta pacífica está siendo vilipendiada en la prensa. Ahora, puedo explicar mejor por qué los sindicatos deben ser parte de esta lucha”, dijo Scott.
El convoy claramente tocó una fibra sensible para los trabajadores que sienten que los gobernantes norteamericanos y sus políticos muestran poco interés en los desafíos que enfrentan los trabajadores por la crisis económica, política y moral del sistema capitalista actual.