Las fuerzas rusas lanzaron ataques mortíferos con misiles contra más de 20 ciudades de Ucrania el 10 de octubre, en represalia por una serie de reveses en los intentos del presidente Vladimir Putin de conquistar el país. Tras siete meses y medio desde el inicio de la invasión, el pueblo ucraniano sigue defendiendo su independencia y Putin está arremetiendo desde una posición de creciente debilidad.
En el ataque de más envergadura desde el inicio de la guerra, un total de 84 misiles y 24 drones rusos fueron disparados contra Kyiv, la capital, y otras ciudades, dirigidos contra la infraestructura civil y cortando el suministro de electricidad y agua.
Putin dice que el bombardeo fue en represalia por la explosión el 8 de octubre en el puente Kerch que une Crimea —arrebatada de Ucrania y anexada por Moscú en 2014— con el territorio continental ruso. El puente es la principal ruta de suministro de armas y combustible a las fuerzas de Moscú que ocupan partes del sur de Ucrania. Fue deshabilitado, pero ha sido reabierto parcialmente.
Fuerzas ucranianas han retomado territorio en cada una de las cuatro regiones que Putin dijo haber anexado el 21 de septiembre.
Los profundos deseos de las fuerzas ucranianas de defender la independencia de su país les sirven de acicate para luchar, en marcado contraste con los soldados rusos que Putin ha reclutado forzosamente para servir de carne de cañón en su campaña para restablecer la prisión zarista de naciones.
La guerra ha intensificado las desigualdades de clase en toda Rusia y ha puesto de relieve cuestiones nacionales no resueltas.
Cientos de soldados rusos en Belgorod, indignados por las condiciones inhumanas que enfrentan, protestaron en un video en la internet. Movilizados apresuradamente a la frontera con Ucrania, explican que tienen que dormir en el suelo, pagar su propia comida y equipo y sufrir el maltrato de los oficiales.
Existe una oposición amplia entre los trabajadores en Rusia al régimen de Putin y su guerra, especialmente en las áreas más empobrecidas donde a los que no son de etnia rusa les han negado durante mucho tiempo los derechos nacionales, como en Daguestán y Buriatia. Un número desproporcionado de las muertes de soldados rusos son de estas nacionalidades oprimidas.
La guerra está incitando luchas de la clase trabajadora que se acelerarán a medida que se prolongue la invasión y aumente el número de muertos. También está estimulando los esfuerzos de los países de Asia Central de deshacerse del dominio de Moscú.