Declaración de Ilona Gersh, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para alcalde de Chicago, 28 de diciembre.
Las experiencias recientes de millones de trabajadores han puesto de manifiesto que la principal división en la política en Estados Unidos no son los conflictos entre demócratas y republicanos, o liberales y conservadores. Son los irreconciliables intereses de una clase contra otra los que dividen a los trabajadores de los gobernantes capitalistas y sus secuaces de clase media alta, cuyos implacables ataques a nuestros sindicatos, empleos, salarios y condiciones de trabajo marcan la actual crisis social y moral del capitalismo.
Con apoyo bipartidista, el presidente Joseph Biden dirigió al Congreso a prohibir que los trabajadores ferroviarios se fueran en huelga contra condiciones laborales peligrosas, horarios insoportables y por mejores salarios y licencias por enfermedad pagadas. El respaldo bipartidista también garantizó que el Congreso aprobara una ley de gastos de 1.66 billones de dólares. El presupuesto aprobado refuerza la maquinaria bélica de los gobernantes norteamericanos que respalda sus intereses de clase en los conflictos con Moscú, Beijing y otros rivales. Son los trabajadores los que serán usados como carne de cañón en las guerras que están preparando.
La ley brinda más fondos para el FBI y los fiscales usados en la fabricación de casos que son parte de los ataques encabezados por la Casa Blanca contra las libertades constitucionales. Estos ataques son indispensables para los esfuerzos de los gobernantes para mantener a los trabajadores bajo control y debilitar nuestras luchas, hoy y en el futuro.
No tiene que ser así.
La lucha para defender a nuestra clase hoy día comienza con promover la solidaridad con los miembros del sindicato automotriz UAW que se encuentran en huelga en Case New Holland en Iowa y Wisconsin, con los mineros del sindicato UMWA en Warrior Met Coal en Alabama y con otros sindicalistas que han sido forzados a luchar. A través de las luchas obreras, los trabajadores aprendemos a confiar en nuestra propia fuerza y a ver más claramente nuestros intereses comunes, nuestro propio valor y las perspectivas para construir, ampliar y fortalecer nuestros sindicatos.
Necesitamos una lucha dirigida por los sindicatos por empleos con salarios, horarios y condiciones que permitan que las familias vivan y tengan tiempo para relajarse, estudiar y ser más activos en nuestros sindicatos. Necesitamos un programa de obras públicas financiado por el gobierno para que millones vuelvan a trabajar con salarios a escala sindical para construir casas, hospitales, guarderías infantiles, transporte y otras cosas que necesitamos.
A medida que avancen nuestras luchas en las líneas de piquetes, necesitamos construir un partido político propio, un partido obrero basado en nuestros sindicatos. Esta es la única forma en la que podemos trazar un camino político basado en los intereses de los trabajadores y los agricultores contra nuestros enemigos de clase.
La política exterior de los gobernantes capitalistas y sus crecientes fuerzas militares tiene como fin mantenerlos como la mayor potencia imperialista en el mundo. La clase obrera necesita su propia política exterior para extender la solidaridad a otros trabajadores que se encuentran en la primera línea de las batallas de clase desde Ucrania hasta Irán y otros lugares, y para exigir el fin inmediato de la guerra económica de Washington contra Cuba.
El 1 de enero el pueblo trabajador de Cuba celebró el 64 aniversario de su revolución de 1959. Dirigidos por Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio, derrocaron la dictadura de Fulgencio Batista que era respaldada por Washington y establecieron un gobierno de trabajadores y agricultores, tomaron el control de las fábricas y los bancos, implementaron una reforma agraria de gran alcance y llegaron a reconocer que estaban haciendo una revolución socialista. Esto les ha permitido mantener a raya a Washington durante décadas.
Los trabajadores y campesinos de Cuba demostraron que con una dirección comunista nuestra clase es capaz de trazar un camino emancipador dirigido por y para los explotados y oprimidos. Establecieron un ejemplo para los trabajadores en Estados Unidos y en todo el mundo.
La contribución más importante que el pueblo trabajador norteamericano puede hacer para poner fin a la guerra política y económica de Washington contra el pueblo cubano es luchar para tomar el poder aquí, en el último imperio del mundo, establecer nuestro propio gobierno de trabajadores y agricultores y unirse a la lucha mundial por el socialismo.