‘Defensa de libertades constitucionales es esencial en la lucha de clases’

Por Terry Evans
4 de septiembre de 2023
Armed Secret Service agents guard former President Donald Trump’s Mar-a-Lago estate in Palm Beach, Florida, during FBI raid, Aug. 8, 2022. Inset, throwing flash bang grenades, FBI agents attacked Uhuru Center, African People’s Socialist Party, in St. Louis 10 days earlier.
Arriba, AP/Terry Renna; Recuadro, Partido Socialista del Pueblo AfricanoAgentes del Servicio Secreto vigilan residencia de ex presidente Donald Trump durante redada del FBI en Mar-a-Lago, 8 de agosto de 2022. Recuadro, agentes del FBI atacan Centro Uhuru, del Partido Socialista del Pueblo Africano, en St. Louis 10 días antes.

La acusación contra Donald Trump “es un ataque frontal a la libertad de expresión”, dijo Steve Clark en un Militant Labor Forum en Nueva York el 12 de agosto. Clark es miembro del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores.

“Los trabajadores luchan para defender todo lo que nos brinda espacio para organizarnos y actuar”, dijo. “La criminalización de las diferencias políticas, liderada por el Partido Demócrata, es peligrosa. La acusación no es solo parte de una lucha de facciones de la clase dominante. Es un caso amañado. Los trabajadores con conciencia de clase deben exigir que se retiren los cargos”.

“Mentir nunca ha sido una descalificación para ser un político burgués”, dijo Clark. “Más importante aún, no te priva del derecho a la libertad de expresión. La acusación se basa en lo que dijo Trump sobre las elecciones de 2020”. Siguiendo ese razonamiento, el PST estaría a la cabeza de la lista de partidos expuestos a la descalificación, agregó Clark. Sabemos que bajo el capitalismo todas las elecciones son manipuladas a favor de los partidos de los patrones y en contra de la clase trabajadora y los partidos obreros como el PST.

Clark destacó el fallo del juez Thomas Griesa en la histórica demanda federal del PST contra el espionaje y acoso del FBI durante décadas. En una victoria para todo el pueblo trabajador, Griesa dictaminó en 1986 que el espionaje del gobierno contra el PST era inconstitucional.

Reconociendo que el PST es una organización revolucionaria, Griesa dijo que los informantes del gobierno nunca han producido la más mínima prueba de que el partido se dedica al espionaje, la violencia o el terrorismo.

“La evidencia muestra con considerable detalle la naturaleza de las actividades legales reales del PST”, que, agregó el juez, “tiene un claro derecho constitucional a llevar a cabo”. Clark instó a los participantes a leer el fallo de Griesa, junto con el testimonio en el juicio de Jack Barnes, secretario nacional del PST, y el de Farrell Dobbs,  ex secretario nacional del partido, en el libro FBI on Trial: The Victory in the Socialist Workers Party Suit Against Government Spying, publicado por Pathfinder.

Unos días después del foro los demócratas dieron un paso más en su asalto contra las libertades constitucionales. Un gran jurado en Georgia acusó formalmente el 14 de agosto a Trump y otras 18 personas por extorsión, conspiración, hacer declaraciones falsas y otros cargos. La Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Asociaciones Ilícitas, supuestamente promulgada para combatir a la mafia, ha sido ampliamente utilizada para atacar a los sindicatos.

La defensa de la libertad de expresión por parte del PST no es nada nuevo, dijo Clark. León Trotsky, dirigente de la revolución bolchevique en Rusia, explicó en 1939 que toda supresión de derechos, sin importar quién sea el objetivo, cae eventualmente sobre la clase trabajadora. Esa es una “ley de la historia”, dijo Trotsky.

Clark también citó la respuesta del dirigente del PST, James P. Cannon, cuando las autoridades de la Ciudad de Nueva York prohibieron un evento nazi en 1960. “Nuestra línea es la libertad de expresión. Tenemos que luchar por ella y convencer a otras personas de que lo decimos en serio”, escribió Cannon. “A medida que se desarrolle la lucha de clases, tendremos que combatir a los fascistas, y no solo de palabra”. Pero esta no será una lucha para privarlos del derecho de hablar. Será “una lucha defensiva para impedirles que interfieran con los derechos de los trabajadores”.

El columnista del New York Times, Thomas Edsall, señaló recientemente la hostilidad cada vez más abierta de los liberales hacia la Primera Enmienda de la constitución. Pero la afirmación de Edsall de que históricamente los liberales han sido los defensores incondicionales de la libertad de expresión es falsa, dijo Clark. Entre los ejemplos destacados que citó estaba el juez Griesa, un republicano conservador designado por Nixon, quien falló a favor del PST contra el FBI.

John Studer, el director del Militante, explicó desde el público que fue el presidente demócrata Franklin Roosevelt quien transformó al FBI en una policía política dirigida contra sindicalistas, luchadores por los derechos de los negros, oponentes de las guerras de Washington y los miembros del PST.

Presentes en el evento estaban dos participantes de una brigada de solidaridad que viajó de Puerto Rico a Cuba el año pasado. A su regreso, 60 brigadistas fueron interrogados por el FBI. “Ninguno habló con el FBI”, explicó uno de los participantes.

A lo largo de la historia moderna, dijo Clark, los ataques contra los derechos políticos han acompañado los pasos de los gobernantes hacia la guerra, como lo estamos viendo nuevamente hoy. La guerra de 18 meses de Moscú contra la soberanía y la independencia de Ucrania está acelerando las tensiones entre las potencias capitalistas. En respuesta a los ejercicios navales realizados  por Moscú y Beijing frente a las Islas Aleutianas de Alaska, Washington desplegó buques de guerra y aeronaves para rastrear a los barcos. Especialmente en tiempos tan volátiles, los gobernantes imperialistas restringen la libertad de expresión y la actividad política.

Depiction of battle during Shay’s Rebellion in 1787. Struggles by farmers and mechanics in First American Revolution and by working people of all skin colors in the Second American Revolution won constitutional protections Socialist Workers Party defends today, Steve Clark told participants in New York forum.
Representación de batalla durante Rebelión de Shay en 1787. Las luchas de agricultores y mecánicos en la Primera Revolución Norteamericana y por trabajadores de todos los colores de piel en la Segunda Revolución ganaron protecciones constitucionales que el Partido Socialista de los Trabajadores defiende hoy, dijo Steve Clark en foro en Nueva York.

El 5 de agosto, el New York Times, explicó Clark, publicó un artículo en el que prácticamente incita al gobierno a investigar y tomar medidas punitivas contra organizaciones y personas que supuestamente son parte de “una red financiera que se extiende desde Chicago a Shanghai y usa organizaciones no lucrativas norteamericanas para promover puntos de vista chinos por todo el mundo”.

El artículo señala a personas vinculadas al People’s Forum, Codepink y otros grupos por presuntas violaciones de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros. En la página 10 aparece una declaración condenando este ataque, emitida por Róger Calero, candidato del PST al Concejo Municipal de Nueva York.

Camino para unir a clase obrera

Los derechos constitucionales también están en el centro del fallo de la Corte Suprema el 29 de junio que anuló dos programas de admisión universitaria, dijo Clark.

“La lucha de masas por los derechos de los negros, el movimiento contra la Guerra de Vietnam y la resistencia de los mineros de carbón, de los trabajadores de ferrocarriles, del acero y de las empacadoras de carne abrieron la puerta para ganar la acción afirmativa”, dijo Clark. En 1974, un decreto judicial reclamado por el sindicato de trabajadores del acero USW estableció metas de contratación en la industria básica del acero para negros, mujeres y latinos, que ayudó a superar las divisiones y fortalecer ese sindicato y otros.

Sin embargo, a medida que la intensidad de las luchas obreras disminuyeron en las siguientes décadas, la acción afirmativa fue “sustancialmente corrompida en una herramienta divisiva capitalista en beneficio de las capas más privilegiadas”, señaló Clark, citando lo que dijo el dirigente del PST, Jack Barnes, en el libro ¿Son ricos porque son inteligentes? Clase, privilegio y aprendizaje en el capitalismo.

“Los derechos que marcan el verdadero progreso de la clase trabajadora son ciegos al color”, dijo Clark. Se necesitó la Guerra Civil y la Reconstrucción Radical para desarraigar la esclavitud y ganar la Enmienda 14. Ningún estado, dice esa enmienda, “negará a cualquier persona dentro de su jurisdicción la igual protección de las leyes”.

“Nuestra sociedad no es y nunca ha sido ciega al color”, escribe el juez Clarence Thomas en una opinión concurrente sobre el fallo de la Corte Suprema. “Pero según la Decimocuarta Enmienda, la ley debe ignorar todas las distinciones raciales”. Thomas relata cómo el tribunal abandonó esa protección constitucional en su fallo Plessy v. Ferguson en 1896, brindando cobertura legal a la segregación racial. Como resultado, dijo Thomas, “incluso la promesa” de la Enmienda 14 “tardó tiempo en materializarse”.

“Pero no fue el ‘tiempo’ lo que derribó a la segregación racial de Jim Crow”, dijo Clark. “Fue la lucha de clases. No encontrarán una descripción de esto en ninguna de las opiniones de los jueces”. Describió la participación del PST en esas batallas, desde la construcción de los sindicatos industriales en las décadas de 1930 y 1940 que comenzaron a derribar la segregación, hasta el boicot de autobuses de Montgomery y otras luchas que marcaron el movimiento proletario por los derechos civiles en las décadas de 1950 y 1960.

En una opinión disidente, la jueza Ketanji Jackson Brown dijo que el fallo valora la diversidad racial “en el búnker [militar], pero no en la mesa directiva”. Sus comentarios resaltan las aspiraciones de las capas de clase media alta por las que ella aboga, dijo Clark. En contraste, Thomas dice que los programas de admisión de Harvard y otros similares son “un llamado para empoderar a las élites privilegiadas” en “un mundo en el que definen a todos por el color de su piel”.

El pueblo trabajador tiene un punto de partida opuesto. Las revoluciones burguesas allanaron el camino para el movimiento obrero. Las repúblicas democráticas y el sufragio universal permitieron a los trabajadores “lograr su unidad y solidaridad actuales”, dijo el dirigente bolchevique V.I. Lenin en 1919, para “librar una lucha sistemática contra el capital”. Sin esto, “este desarrollo de la clase obrera hubiera sido imposible”. Las protecciones constitucionales ganadas por los granjeros y los mecánicos durante la Primera Revolución Norteamericana, y luego por el pueblo trabajador de todos los colores de la piel durante la Segunda, son lo que defiende hoy el PST.

Pero una república burguesa sigue siendo “una máquina para la supresión de unas personas por otras”, explicó Lenin. “Mientras haya explotación no puede haber igualdad”. La verdadera protección, dijo Clark, proviene del uso del espacio político para luchar por una revolución que pueda llevar al poder a la clase trabajadora y sus aliados.

Calibre del liderazgo cubano

Los logros históricos del liderazgo forjado por Fidel Castro se describen en Dynamics of the Cuban Revolution (Dinámica de la Revolución Cubana) por Joseph Hansen y la resolución política del PST de 2022, publicada en Ya superamos el punto más bajo de la resistencia del pueblo trabajador: El Partido Socialista de los Trabajadores mira hacia adelante, dijo Clark. El curso proletario e internacionalista que lideró Castro “no transformó simplemente la vida, las condiciones y la conciencia política de los trabajadores y campesinos en Cuba”, explica la resolución. “Abrió una renovación del liderazgo comunista en las Américas, en Estados Unidos y más allá”.

Hansen describió el calibre de los revolucionarios de acción —así los llamó, revolucionarios de acción— que llevaron a los trabajadores y campesinos en Cuba a conquistar el poder frente a la clase dominante más poderosa de la historia. “Me enseñaron que por importantes que sean los libros y por todo el tiempo que se debe dedicar a dominarlos”, escribió Hansen, “lo que es decisivo es la revolución misma”.

“Los trabajadores aprenden luchando, ganando unidad y conciencia de clase”, dijo Clark. “Para que podamos dar los próximos pasos necesarios,  romper con el Partido Demócrata y el Republicano, los partidos de los patrones, y construir un partido obrero basado en los sindicatos”.

El programa y la continuidad del Partido Socialista de los Trabajadores señalan el camino para la clase trabajadora en Estados Unidos, como parte de la lucha mundial por el socialismo. “No se puede esperar a una situación revolucionaria para construir un partido proletario.

“Esa es la lección del asalto que dirigió Castro contra el cuartel Moncada en Santiago de Cuba en 1953”, agregó Clark. A pesar de no poder tomar el cuartel, esa batalla abrió la guerra revolucionaria que condujo a la conquista del poder por parte de los trabajadores y agricultores apenas seis años más tarde.

Clark instó a los participantes a unirse a los miembros del PST para defender las protecciones constitucionales, ganar apoyo para las luchas sindicales y organizar la oposición a la guerra económica de los gobernantes norteamericanos contra Cuba. “Y, sobre todo, para forjar un partido obrero que pueda dirigir a decenas de millones para hacer la revolución socialista en Estados Unidos”.