Las Fuerzas de Defensa de Israel están avanzando en el norte de Gaza con el objetivo de eliminar a Hamás, el grupo terrorista respaldado por Teherán que arrasó el sur de Israel el 7 de octubre, matando a unos 1,400 judíos y mutilando a miles más. Líderes del Partido Demócrata y medios de comunicación liberales como el New York Times se están sumando a radicales de clase media y otros partidarios de Hamás y de su curso reaccionario y antiobrero para presionar por un alto el fuego inmediato.
Pero un alto el fuego le permitiría a la dirección de Hamás sobrevivir, y preparar nuevas e interminables rondas de pogromos antijudíos asesinos, y mantener su bota en el cuello del pueblo de Gaza. Hamás usa el sufrimiento de los palestinos bajo su dominio para provocar simpatía en el extranjero.
Sus escuadrones de la muerte mantienen a más de 250 rehenes judíos que Hamás pretende utilizar como piezas para negociar.
El objetivo de Hamás, que ha estado planeando durante años junto con sus patrocinadores en Teherán y Hezbolá en Líbano, era matar, torturar y tomar como rehenes a tantos judíos como fuera posible. Llevó a cabo la mayor matanza de judíos desde el Holocausto. Esto subraya la necesidad de que los trabajadores comprendan el peligro especial del odio a los judíos en la época imperialista y lo combatan cada vez que aparezca.
Esto plantea la necesidad de volver a aprender las lecciones del ascenso del poder nazi de Hitler en la década de 1930: las traiciones de Moscú y los partidos estalinistas en Alemania y otros lugares que lo hicieron posible y la decisión de Washington y otros regímenes imperialistas democráticos de cerrar sus fronteras a los judíos. Estos fueron los acontecimientos históricos que condujeron al Holocausto e hicieron inevitable el establecimiento del estado de Israel.
Los medios liberales como el New York Times han abandonado casi toda cobertura del sangriento pogromo de Hamás y los rehenes, y ahora cubren sus portadas con fotografías de la destrucción y el sufrimiento de la población de Gaza. Hay verdadero sufrimiento, pero es producto de las acciones de Hamás, que controla Gaza con mano de hierro.
Hamás ha intentado impedir la huida de los habitantes del norte de Gaza cuando el gobierno israelí los instó a buscar refugio en el sur del territorio. El Times se hace eco de Hamás al decir que las operaciones de Israel en Gaza son un “castigo colectivo” a los palestinos, que, según afirma, es tan malo o peor que la propia masacre de Hamás.
Pero es Hamás, y no el gobierno capitalista de Israel, el responsable de la desesperada situación en Gaza. A diferencia de Hamás, las fuerzas israelíes atacan objetivos militares, no civiles.
Si Gaza es una “prisión”, entonces Hamás es su guardián. Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005. Hamás ha tenido el control allí desde principios de 2006, cuando ganó las elecciones por un estrecho margen y luego aplastó militarmente a su rival, Fatah, dejando a 600 habitantes de Gaza muertos. Hamás tortura a sus oponentes políticos, destruye sindicatos, encarcela y golpea a los homosexuales y suprime los derechos de las mujeres.
Hamás, que al igual que sus facilitadores en Teherán no se preocupa ni un ápice por las vidas de los palestinos, ha gastado decenas de millones de dólares, gran parte de ellos enviados a Gaza para ayuda civil, para construir túneles, depósitos de municiones y puestos de mando, la mayoría de ellos colocados deliberadamente debajo de edificios de apartamentos, escuelas, mezquitas y hospitales.
Algunos partidarios de Hamás dicen que cualquiera que viva en Israel es un “objetivo legítimo”. En Nueva York, los partidarios de Hamás colocaron un cartel que mostraba el rostro de un niño israelí de 8 años, diseñado para parecerse a los carteles que los judíos están colocando sobre los rehenes. ¡Pero en lugar de la palabra “secuestrado”, llamaron al niño “ocupador”!
Otros afirman que los informes sobre torturas y asesinatos de Hamás son “noticias falsas” o muy exageradas.
Para contrarrestar las mentiras, el gobierno israelí ha publicado vídeos filmados por los propios pistoleros de Hamás junto con fotografías que los israelíes tomaron después de la destrucción y muerte provocadas en el pogromo.
Antisemitismo en campus
La masacre de Hamás ha expuesto el creciente antisemitismo entre los izquierdistas de clase media “woke” de todo el mundo, incluidos muchos en el Partido Demócrata. Esto es especialmente cierto en los campus universitarios.
En Cooper Union, una universidad privada en Manhattan, un grupo de estudiantes manifestantes que llevaban carteles que decían “Sionismo, Fuera de Nuestras Universidades” y coreaban “Palestina libre” vieron a algunos estudiantes judíos en la biblioteca del campus y comenzaron a golpear furiosamente las paredes de vidrio. El personal de la biblioteca, temiendo lo peor, cerró las puertas con llave para evitar que entraran.
En New York University, los defensores del derecho de Israel a existir como refugio para los judíos organizaron protestas para responder al coro pro-Hamás.
“Vergüenza, es lo que debería darle a todas esas personas que hablan en nombre de sus supuestos valores por los derechos humanos y claman por un alto el fuego, pero no tienen una sola palabra que decir sobre los rehenes israelíes y la humanidad de los civiles israelíes”, dijo Mijal Bitton, una investigadora de NYU, en un mitin el 27 de octubre. “Vergüenza debería darles a todos aquellos que dicen ‘crean a las mujeres’, pero cuyo feminismo termina en el momento en que las víctimas de violación son judías israelíes”.
Trabajadores contra odio a judíos
La mayoría de los trabajadores tiene una reacción diferente a la de los apologistas de Hamás. Cuando dos obreros de la construcción, ninguno de ellos judío, estaban en Forest Hills, informó el New York Post el 28 de octubre, vieron a un hombre arrancando carteles que exigían la liberación de los rehenes de Hamás. Salieron de su camión y lo confrontaron en un intercambio captado en video. Uno de los trabajadores, Paulie, le dijo que parara, pero el hombre insistió en que “no hay pruebas de que Hamás tenga rehenes”. “Este es un país libre”, respondió Paulie. “Puedes ondear tu bandera palestina y decir muerte a los judíos y a Estados Unidos o lo que quieras, pero podemos poner nuestros f–king [malditos] carteles”.
No debería sorprender que el odio a los judíos vuelva a levantar su horrible cabeza. Siempre lo hace cuando la crisis del capitalismo se profundiza. Al igual que crecen los ataques de los patrones contra los trabajadores, también crecen los actos de intimidación y violencia física contra los judíos, que han sido acelerados por la masacre de Hamás en Israel.
Róger Calero, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores al concejo municipal de Nueva York, dijo que la lucha contra el odio a los judíos es crucial para construir un movimiento que pueda defender los intereses de clase del pueblo trabajador. “No podemos depender de Washington ni de ninguna potencia imperialista ‘democrática’ para proteger a los judíos o los intereses de los trabajadores en ningún lugar”, dijo Calero. “Está en los intereses de los trabajadores de todas partes el defender la existencia de Israel como refugio para los judíos y hacer frente al odio a los judíos. Debemos luchar para que la clase trabajadora tome el poder político de manos de los gobernantes capitalistas y construya un mundo nuevo”.