Golpes de Israel a Hezbolá son claves en lucha contra el odio antijudío

Por Seth Galinsky
9 de diciembre de 2024

Los gobiernos de Israel y Líbano anunciaron un cese el fuego el 26 de noviembre, el cual fue suscrito por dirigentes en Teherán y de Hezbolá. El acuerdo —si es cumplido— es un logro en la lucha de Israel para defender su existencia como refugio contra el antisemitismo y los pogromos. Es resultado de los golpes que los israelíes le han asestado a Hamás, Hezbolá y las fuerzas burguesas reaccionarias en Irán desde el 7 de octubre.

Bajo el acuerdo negociado con la participación de Washington y Paris, en los próximos 60 días Hezbolá retirará sus fuerzas del sur de Líbano al borde norte del río Litani y las tropas israelíes se retirarán gradualmente a Israel, y serán reemplazados por 10 mil soldados del ejército libanés que asegurarán que Hezbolá no retorne.

Los lanzacohetes, depósitos de armas y otra infraestructura restante de Hezbolá en el sur serán destruidas y Hezbolá no deberá obtener nuevos armamentos.

El avance israelí en Líbano —incluido el asesinato de gran parte de la dirección de Hezbolá— está ayudando a defender la seguridad de Israel, el único país que ofrece incondicionalmente refugio a los judíos. Israel también ha desmantelado en gran medida los escuadrones de la muerte de Hamás en Gaza y ha destruido gran parte de los sistemas antiaéreos de Irán y de una instalación clave para el desarrollo de armas nucleares.

Hezbolá comenzó a lanzar cientos de misiles contra el norte de Israel el 8 de octubre de 2023, un día después de que Hamás, asesinara a 1,200 personas, hiriera a miles, tomara 250 rehenes y violara y mutilara a numerosas mujeres. El objetivo de Hezbolá era reforzar el impacto del peor pogromo antijudío desde el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Sus bombardeos han forzado la evacuación de más de 60 mil ciudadanos israelíes, tanto judíos como árabes, de sus hogares cerca de la frontera libanesa.

Según un acuerdo de 2006 negociado por la ONU, Hezbolá debía permanecer al norte del río Litani, en Líbano. En cambio, Hezbolá —que está mucho mejor armado que el Ejército Nacional Libanés— construyó una red de túneles militares en el sur y se preparó para lanzar su propio pogromo contra los judíos en Israel. Las tropas israelíes encontraron armas e incluso lanzacohetes colocados en casi todos los hogares libaneses cerca de la frontera.

Orígenes del Partido de Dios

Hezbolá (Partido de Dios en árabe) se formó en Líbano por iniciativa del reaccionario régimen capitalista de Irán, como parte de la consolidación de una contrarrevolución que hizo retroceder los avances logrados por el pueblo trabajador y los oprimidos durante la revolución de 1979 que derrocó al sha de Irán, el cual contaba con el respaldo de Washington. Teherán envió dinero, armas y 1,500 entrenadores a Líbano. Hezbolá se convirtió en la principal fuerza  de Teherán para extender su influencia por toda la región.

Hezbolá tomó su nombre de un grupo paramilitar de matones que se formó en Irán en 1979 para ayudar a atacar a los millones de trabajadores que ingresaron a la vida política durante el levantamiento que derrocó al sha, incluidos los trabajadores de vanguardia y los comunistas. Su lema era “El único partido es el Partido de Dios, el único líder es Ruhallah [Khomeini]”.

Miembros del Partido de Dios de Irán, armados con cadenas, porras, nudillos de metal, cuchillos y armas de fuego, físicamente dispersaron reuniones y manifestaciones políticas. El 1 de mayo de 1979, los matones del Partido de Dios destruyeron la Casa de los Trabajadores, la sede sindical en Teherán. Cerraron periódicos, destruyeron organizaciones políticas, desde rivales burgueses hasta grupos estalinistas, y fueron fundamentales para la consolidación del reaccionario régimen burgués-clerical.

Aunque Hezbolá —basado en la población musulmana chiíta de Líbano, como el régimen de Teherán— nunca tuvo un apoyo mayoritario allí, la financiación y el armamento que le proporcionó Teherán lo convirtieron en la fuerza política y militar dominante. Varios partidos burgueses basados en las comunidades drusa y cristiana se convirtieron en sus aliados.

Pero los avances de Israel en Líbano y sus ataques a las posiciones de Hezbolá en Beirut han abierto grietas en la alianza de Hezbolá y han dado valor a otros a alzar la voz.

“Hezbolá ya no puede afirmar que defiende a Líbano”, dijo el 14 de noviembre Gebran Bassil, líder del Movimiento Patriótico Libre, un previo aliado de Hezbolá basado en cristianos maronitas.

Hezbolá, al igual que Hamás, coloca sus puestos de mando y búnkeres en barrios civiles. Y, como en Gaza, las Fuerzas de Defensa de Israel suelen advertir a los civiles de Líbano que evacuen antes de un ataque. Aun así, cientos de civiles han muerto o han resultado heridos.

Antisionismo encubre odio antijudío

Los apologistas de Hamás, Teherán y Hezbolá afirman que no son antijudíos, sino sólo antisionistas. Pero el general Mohammad-Jafar Asadi, del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, dejó escapar la verdad en la televisión nacional estatal iraní el 10 de noviembre. Le dijo a un periodista que “los malvados judíos han estado perpetrando” una enorme masacre.

Sorprendido, el entrevistador intentó corregirlo, diciendo que debía estar “refiriéndose a los sionistas” ya que “hay judíos antisionistas”.

Pero Asadi no se echó atrás. El Corán, afirmó, “dice que los judíos son nuestros enemigos más grandes”.

Los intentos del régimen reaccionario de ganar apoyo para sus acciones bélicas contra Israel están cayendo en oídos sordos. Las protestas y las huelgas han aumentado en Irán y son animadas y llenas de confianza. En una acción el 16 de noviembre en Teherán, unas 300 maestras jubiladas agitaron en el aire billetes de 10 mil tomanes (unos 15 centavos de dólar) y sonrieron mientras cantaban que sus pensiones son como un barco atascado en el barro.