Caída de tiranía de al-Assad en Siria sacude al Medio Oriente

Por Seth Galinsky
23 de diciembre de 2024
Pueblo en Alepo, Siria, dic. 8, celebra caída del brutal régimen de Bashar al-Assad. Los golpes de Israel a Hezbolá y a las fuerzas iraníes, y el debilitamiento de Moscú por la resistencia ucraniana, facilitaron el colapso del gobierno de al-Assad tras una semana de ofensiva rebelde.
Reuters/Karam al-MasriPueblo en Alepo, Siria, dic. 8, celebra caída del brutal régimen de Bashar al-Assad. Los golpes de Israel a Hezbolá y a las fuerzas iraníes, y el debilitamiento de Moscú por la resistencia ucraniana, facilitaron el colapso del gobierno de al-Assad tras una semana de ofensiva rebelde.

Aprovechando los devastadores golpes que Israel ha asestado a Hezbolá en Líbano, las milicias islamistas lideradas por Hayat Tahrir al-Sham lanzaron una ofensiva que llevó al derrocamiento de la dictadura de Bashar al-Assad en Siria. Miles de personas se desbocaron en las calles de Damasco tras la huida de al-Assad el 8 de diciembre para celebrar su derrumbamiento.

Al mismo tiempo, el Ejército Nacional Sirio (una creación del gobierno turco) ha atacado ciudades del norte de Siria controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos.

Durante muchos años Hezbolá envió combatientes a Siria que brindaron un apoyo crucial para el odiado régimen de al-Assad.

El derrocamiento de al-Assad es una consecuencia imprevista de los golpes que el ejército israelí ha asestado a Teherán y su “eje de resistencia” desde Hamás en Gaza hasta Hezbolá en Líbano durante los últimos meses. Representa un gran revés para los intentos de Teherán de extender su reaccionaria influencia por toda la región.

Los sucesos en Siria y la resistencia de Ucrania a la invasión por Moscú están acelerando el desmoronamiento del viejo orden imperialista mundial en el Medio Oriente y más allá, a medida que las potencias capitalistas rivales compiten por posiciones. Moscú, Ankara, Washington, Londres, París, Riad, Teherán y otros han respaldado a diferentes fuerzas rivales en Siria.

El régimen de Teherán pensaba que la masacre del 7 de octubre de 2023 de 1,200 personas en Israel, en su mayoría civiles, la captura de 250 rehenes y la violación y mutilación de decenas de mujeres —el mayor pogromo antijudío desde el Holocausto— allanaría el camino para la destrucción de Israel y la expulsión o muerte de los judíos.

Pero subestimaron al pueblo de Israel, que luchó. El pueblo trabajador israelí —judíos y árabes por igual— comprendieron que lo que estaba en juego era la existencia de Israel, donde vive la mitad de los judíos del mundo, y la posibilidad de que los trabajadores judíos y árabes vivieran juntos y defendieran sus intereses comunes.

No hay un liderazgo obrero en Siria

En 2011 estallaron en Siria protestas masivas de trabajadores de todas las religiones y nacionalidades contra el gobierno de al-Assad. El régimen las reprimió ferozmente. Dada la ausencia de un liderazgo obrero, los antiguos comandantes militares de al-Assad y fuerzas islamistas reaccionarias intervinieron, desafiando al régimen en una guerra civil que duró diez años. El Estado Islámico también intervino para establecer áreas bajo su control.

El poder aéreo de Moscú, la ayuda militar de Teherán, y las operaciones de miles de combatientes de Hezbolá de Líbano fueron clave para la supervivencia de al-Assad.

Para el 2020, el régimen de al-Assad había logrado repeler a los rebeldes. Las diversas facciones islamistas se retiraron a la provincia noroccidental de Idlib, protegidas por el gobierno turco. Y el Estado Islámico había sido derrotado en gran medida por los combatientes kurdos en alianza con Washington, que todavía cuenta con unos 900 soldados y bases en la región kurda en el norte de Siria, donde se produce la mayor parte del petróleo del país.

Los trabajadores sirios pagaron un alto precio con más de 306 mil civiles muertos, y 12 millones de “desplazados internos”, o que huyeron como refugiados a Turquía y otros países.

Pero hoy, al-Assad ya no pudo contar con Moscú, Teherán y Hezbolá de la misma manera para salvar su régimen.

Después de que Putin invadiera Ucrania en febrero de 2022, Moscú comenzó a redistribuir su equipo y personal hacia Ucrania, a la vez que dejo cierta presencia en Siria. Aviones rusos y sirios continuaron bombardeando a los rebeldes.

Al mismo tiempo, Hezbolá retiró a la mayoría de sus operativos de Siria y los regresó a Líbano cuando las Fuerzas de Defensa de Israel intensificaron sus ataques contra Hezbolá. Milicias iraquíes respaldadas por Teherán enviaron efectivos a Siria para tratar de ayudar a al-Assad.

Hezbolá severamente debilitado

Hezbolá —el miembro más grande y mejor armado del llamado eje de resistencia de Teherán— después de haber sido fuertemente debilitado acordó a un alto el fuego en Líbano, que comenzó el 27 de noviembre.

Casi de inmediato, grupos en Siria, encabezados por Hayat Tahrir al-Sham, la milicia sunita-islamista, tomaron la ofensiva, con la aprobación tácita del régimen de Recep Tayyip Erdogan en Turquía.

Hayat Tahrir al-Sham se originó como una filial de al-Qaeda al comienzo de la guerra civil siria, pero dice que rompió con al-Qaeda en 2016 y se presenta como una organización dispuesta a respetar a otros grupos religiosos y étnicos. Después de tomar Alepo, sus fuerzas visitaron a los cristianos de la ciudad y prometieron protegerlos.

El Ejército Nacional Sirio, liderado por el gobierno turco, ha atacado ciudades del norte de Siria controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias, lideradas por los kurdos. Ankara interviene para promover sus propios intereses, acusando a las Fuerzas Democráticas Sirias de promover la lucha por los derechos nacionales kurdos en Turquía. Unos 30 millones de kurdos en Iraq, Irán, Siria y Turquía conforman la nacionalidad más grande del mundo sin su propio país.

Israel y Siria

Mientras Hayat Tahrir al-Sham ha dicho poco sobre sus intenciones respecto a Israel y los judíos, el gobierno israelí no quiere correr ningún riesgo dados los orígenes antisemitas de muchas de las corrientes islamistas en esta coalición. El gobierno israelí movilizó tropas para defender sus fronteras y su fuerza aérea atacó más de 380 objetivos militares e instalaciones de armamentos químicos.

La postura de Hayat Tahrir al-Sham hacia Israel es contradictoria. Unos días después de que los escuadrones de la muerte de Hamás atacaran a Israel el 7 de octubre, Abu Mohammad al-Julani, el líder de Hayat Tahrir al-Sham, dijo que el ataque “trajo alegría a los corazones de los oprimidos”.

Pero refiriéndose a la acusación de Teherán de que los rebeldes eran agentes de Washington e Israel, un partidario de Hayat Tahrir al-Sham dijo a la estación de televisión israelí KAN: “Nos acusan de cooperar con ustedes porque estábamos muy contentos cuando atacaron a Hezbolá, realmente contentos, y estamos contentos de que ganaran”.