Israel ha existido como un refugio para los judíos desde hace 75 años. Su existencia se hizo inevitable por tres hechos históricos: la traición por los partidos estalinistas contrarrevolucionarios ante las condiciones propicias para que los trabajadores tomaran el poder político en Europa; la negativa de los gobernantes imperialistas de Washington y Londres a abrir sus fronteras a los judíos que buscaban refugiarse de la persecución nazi antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial; y el horror del Holocausto, la masacre de 6 millones de judíos, el 40% de los judíos de todo el mundo.
Tras la derrota de Alemania en la primera guerra mundial imperialista, la economía alemana quedó devastada. Las potencias imperialistas victoriosas, especialmente Gran Bretaña, así como Francia y los gobernantes capitalistas en ascenso en Estados Unidos, impusieron reparaciones masivas a los gobernantes alemanes. En octubre de 1923, un billete de 1 billón de marcos alemanes valía solo 15 dólares. La galopante crisis económica devastó a la clase media.
El fascista Partido Nacional Socialista Alemán, dirigido por Adolf Hitler, surgió en esta crisis, atrayendo a capas pequeñoburguesas arruinadas y trabajadores desmoralizados. Lanzó ataques físicos contra los judíos, los sindicatos y otros. “Los matones de camisas pardas ni siquiera se molestan en ocultar su objetivo: el exterminio físico de todos los judíos de la Gran Alemania”, explicó el Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos en 1938.
Para preservar su averiado dominio económico y político, la clase capitalista alemana se posicionó detrás de los nazis. El numeroso Partido Comunista Alemán, bajo una dirección estalinista, se rehusó a cerrar filas con el Partido Socialdemócrata para formar un frente unido para movilizar a la clase trabajadora para tomar el poder. El PC hizo campaña con el lema: “Después de Hitler venimos nosotros”.
Esta traición desmovilizó y desmoralizó a millones de trabajadores que habían esperado un llamado a la acción. Destruyó la posibilidad de una revolución socialista que podría haber evitado la segunda guerra mundial imperialista.
Después de que Hitler llegó al poder, las tropas de asalto nazis irrumpieron en reuniones sindicales, aplastaron al Partido Comunista y al Partido Socialdemócrata y lanzaron una creciente campaña de ataques contra los judíos.
Con la firma del pacto Stalin-Hitler en 1939, el Partido Comunista estalinista en Estados Unidos y otros lugares puso fin a toda oposición al régimen nazi y al peligro que representaba para los judíos.
Hitler cumplió su promesa de desencadenar la “Solución Final”, el Holocausto. Alrededor de dos tercios de los judíos europeos fueron aniquilados, algunos en pogromos como la masacre de Babyn Yar en Ucrania, en 1941, otros en los campos de concentración de Hitler. Los efectos espeluznantes todavía se sienten hoy. La actual población mundial judía es un millón menos que en 1939.
A pesar de las profundas ilusiones entre los judíos de que podían confiar en los gobiernos imperialistas “democráticos” para protegerlos, el presidente Franklin D. Roosevelt y los gobernantes capitalistas del Reino Unido, Canadá, Australia y otros lugares cerraron sus puertas a los refugiados judíos.
“¡Permitan que los refugiados entren a Estados Unidos! ¡Abran las puertas a las víctimas del terror nazi de Hitler!” exigió el Partido Socialista de los Trabajadores en un llamado a la acción en 1938. El PST realizó en los sindicatos una campaña de lucha de clases contra el odio a los judíos. Organizó una manifestación de 50 mil personas frente al Madison Square Garden en Nueva York en 1939 contra el pro-Hitler Bund Alemán Americano, que estaba realizando un mitin dentro del edificio. La política del “frente popular” de colaboración de clases del Partido Comunista exigía lealtad a Roosevelt.
Después de la segunda guerra mundial estalló una ola de luchas obreras revolucionarias en Francia, Grecia e Italia.
Pero una vez más, los trabajadores de esos países fueron traicionados por los partidos estalinistas. Se apegaron a la política de Moscú de subordinar los intereses de los trabajadores a la búsqueda de alianzas con Washington y otros gobiernos imperialistas en nombre de la “coexistencia pacífica”.
Los judíos también enfrentaron una ola de ataques antisemitas en la posguerra en la Unión Soviética estalinista, una campaña apenas velada contra los judíos bajo la bandera de una guerra contra el “cosmopolitismo”.
Refugio para judíos
Las fronteras de Estados Unidos, el Reino Unido y otros lugares permanecieron cerradas a los judíos. Para 1947, un cuarto de millón de judíos que habían sobrevivido los campos de concentración nazis estaban recluidos en “campos de personas desplazadas” establecidos por los Aliados en Alemania, Austria e Italia. Muchos eran antiguos campos de concentración o cuarteles del ejército alemán, rodeados de alambre de púas, donde los judíos sufrieron escasez de alimentos, ropa y medicinas.
Más judíos, incluidos aquellos que se habían opuesto al sionismo, comenzaron a mirar hacia Israel como una patria donde podían buscar refugio. Unos 4,500 refugiados de los campos huyeron a Palestina en el barco Exodus en 1947, pero los británicos, que entonces mantenían a Palestina bajo dominio colonial, los obligaron a regresar a Europa.
Aunque los judíos habían vivido en Palestina durante miles de años, en 1931 solo vivían allí 175 mil. En 1948, cuando Israel fue reconocido formalmente como estado, había 650 mil. Hoy en día, la población judía allí supera los 7 millones y los judíos continúan emigrando a Israel, buscando refugio del odio y la discriminación hacia los judíos.
“Israel tuvo y tiene que ser un refugio para los judíos”, dijo Rachele Fruit, candidata del PST al Senado de Estados Unidos por Florida, en un comunicado del 10 de octubre con el cual el partido ha estado haciendo campaña por todo el país. Dijo que el camino para poner fin al antisemitismo y eliminar la explotación y la opresión capitalistas es mediante la lucha de clases y una revolución socialista.
“Solo las clases trabajadoras de Israel, Palestina, Irán y toda la región”, dijo, “pueden encontrar una solución que responda a sus intereses comunes”.