En una conversación por teléfono el 19 de enero, el presidente Joseph Biden presionó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para que pusiera fin a la ofensiva militar de Israel contra Hamás en Gaza.
Biden insiste en que Israel acepte retirar todas sus tropas de Gaza a cambio de que Hamás libere a los rehenes restantes. Y que Israel acepte una “solución de dos estados”: un estado palestino en Gaza y la Ribera Occidental al lado de Israel. Pero Hamás y Teherán quieren destruir a Israel y a los judíos, y no tienen ningún interés en dos estados.
En una entrevista el 16 de enero con un periodista kuwaití, el líder de Hamás, Jaled Mashaal, insistió en que seguirán luchando para conquistar toda la región “desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo”. Dijo que su gobierno de 17 años sobre Gaza era una “cobertura política y administrativa” para acumular armas, excavar túneles y preparar ataques contra Israel.
Biden afirma que “dos estados” protegerían la seguridad de Israel, pero su demanda dejaría intacto a Hamás. La clase dominante estadounidense a la que él sirve tiene solo una preocupación: defender los intereses económicos y políticos del imperialismo estadounidense en la región.
Después de la llamada, Netanyahu reiteró que Israel “debe mantener un control total de la seguridad en la Franja de Gaza” y que no aceptará ninguna propuesta que permita que Gaza sea utilizada como base de operaciones para futuras masacres contra judíos.
El gobierno y el pueblo israelíes no tienen otra opción que luchar para eliminar a Hamás. El reaccionario grupo islamista —financiado, entrenado y armado por Teherán— ha creado un ejército de unos 40 mil efectivos.
Los matones de Hamás asesinaron a 1,200 personas a sangre fría en Israel el 7 de octubre, en su mayoría civiles, hirieron a más de 5 mil y tomaron más de 240 rehenes. Los escuadrones de la muerte islamistas violaron, torturaron y mutilaron a muchas de sus víctimas. Fue la mayor masacre de judíos desde el Holocausto.
También abusaron, asesinaron o tomaron como rehenes a decenas de trabajadores árabes, tailandeses, nepaleses, filipinos y africanos por el “crimen” de trabajar con judíos.
Más de 200 soldados israelíes —incluidos voluntarios árabes beduinos y drusos— han muerto desde el inicio de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel en Gaza.
El Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás, afirma que han muerto más de 25 mil palestinos. Aunque no se puede confiar en nada de lo que dice Hamás (por ejemplo, sigue afirmando que los rehenes son bien tratados y niega que sus matones violaron a mujeres y mataron a niños), sí han muerto miles de civiles. Las autoridades israelíes dicen que más de 9 mil de los habitantes de Gaza muertos son combatientes armados.
Hamás maximiza muertes de civiles
A diferencia de cualquier otro ejército capitalista del mundo, las Fuerzas de Defensa de Israel se esfuerzan por sacar a los civiles de las zonas de combate. Hamás hace lo contrario: busca maximizar las muertes de civiles utilizándolos como escudos humanos.
Después de tomar control de la mayor parte del norte de Gaza y bajo la presión de Washington, Israel ha ajustado sus tácticas militares. Esto ha significado una caída del 50% en las muertes de civiles durante el último mes, pero también menos muertes diarias o capturas de matones de Hamás y la Yihad Islámica.
Los combates en Gaza podrían detenerse. Todo lo que tiene que hacer Hamás es liberar a los rehenes restantes, salir de su red de túneles bajo Gaza y entregar a quienes ordenaron o llevaron a cabo el pogromo del 7 de octubre.
Para Hamás, el mantener intacta su estructura de mando sería una victoria, lo que le permitiría reorganizarse y lanzar futuros ataques. Y cualquier “victoria” de Hamás daría impulso a los que odian a los judíos en todo el mundo, que han estado utilizando las muertes de civiles en Gaza (los “mártires” creados por Hamás) para intensificar sus acciones antisemitas.
Oficiales israelíes calculan que hay hasta 450 millas de túneles (con casi 5,700 pozos) en un territorio que tiene solo 25 millas en su dirección más larga. Los túneles están entrelazados debajo y dentro de mezquitas, hospitales, escuelas, residencias y otras infraestructuras civiles, como parte de la estrategia de Hamás.
Israel retiró todos sus asentamientos y tropas de Gaza en 2005. Hamás ganó por un estrecho margen las elecciones en Gaza. Para 2007 ya había impuesto una dictadura brutal. Utilizó el recién independizado estado palestino para ejecutar a sus oponentes en Fatah, enriquecer a los principales líderes de Hamás y atacar a civiles en Israel.
Hamás apunta a Ribera Occidental
Mientras tanto, los líderes de Hamás fuera de Gaza, junto con Teherán, están enviando armas, dinero y cuadros a la Ribera Occidental, con la esperanza de convertirla en otra Gaza.
Tres millones de palestinos viven en la Ribera Occidental. El crecimiento de los asentamientos israelíes en la Ribera Occidental (actualmente con unos 468 mil ciudadanos israelíes en más de 340 asentamientos) ha sido una fuente de tensión y controversia dentro de Israel durante décadas. Algunos de los colonos más ultraderechistas han intentado expulsar a sus vecinos palestinos y apoderarse de sus tierras de cultivo, lo que ha provocado enfrentamientos violentos.
Alrededor del 60% de la Ribera Occidental está bajo control militar directo de Israel. El resto está a cargo de la Autoridad Palestina, en muchas zonas conjuntamente con la policía israelí.
Unos 100 mil palestinos de la Ribera Occidental trabajaban dentro de Israel, muchos de ellos durante décadas. El gobierno israelí suspendió todos esos permisos, excepto 8 mil, después del 7 de octubre. Ante la necesidad de mano de obra y preocupados de que, sin ingresos, algunos sean atraídos por Hamás, Netanyahu y líderes del ejército quieren dejarlos regresar. Pero la oposición dentro de la coalición gobernante de Netanyahu ha dejado la propuesta en espera.
Al mismo tiempo, 8 mil palestinos han regresado a sus puestos en fábricas de la Ribera Occidental y otros centros laborales en los asentamientos israelíes allí.
La amenaza de Hamás a los judíos en todo Israel se hizo evidente cuando dos partidarios de Hamás de Hebrón, en la Ribera Occidental, atropellaron a peatones en varios lugares de Ranaan, al norte de Tel Aviv, y apuñalaron a varias personas el 15 de enero. Los terroristas mataron a Edna Bluestein, de 79 años, e hirieron a 17 personas, entre ellas niños y adolescentes.
Hamás calificó falsamente a las víctimas como “colonos”, como si de alguna manera eso justifica sus actos barbáricos.
La derrota decisiva de Hamás en Gaza es una condición para que los trabajadores palestinos allí y en la Ribera Occidental puedan forjar un nuevo liderazgo que rechace el odio a los judíos y defienda los derechos de los palestinos. Esto —no los “dos estados”— abriría la posibilidad de que los trabajadores palestinos y judíos se unan para defender sus intereses de clase comunes.