OAKLAND, California — El 17 de julio, el Secretario de la Marina, Carlos Del Toro, anunció la exoneración de 50 marineros negros que habían sido juzgados por amotinamiento y encarcelados durante la Segunda Guerra Mundial.
El anuncio fue hecho en el 80 aniversario de una enorme explosión que sacudió toda la zona de la bahía de San Francisco. El Port Chicago Naval Magazine, un depósito donde se transferían municiones de los trenes a los barcos —incluidas bombas incendiarias con sus mechas ya conectadas— había estallado.
La explosión mató a 320 personas, incluidos 203 marineros negros jóvenes que cargaban el carguero S.S. E.A. Bryan; 67 miembros de la tripulación de ese barco y de otro que estaba a su lado; 29 guardias navales; marineros de la Guardia Costera en una barcaza cercana; y varios trabajadores ferroviarios. Cientos de personas resultaron heridas. Edificios del área colapsaron y miles de residentes cercanos quedaron aterrorizados.
Los marineros trabajaban en unidades segregadas, comandadas por oficiales blancos que hacían apuestas sobre qué tripulación podría ser empujada a trabajar más rápido y superar las cuotas de producción.
El sindicato de trabajadores portuarios ILWU en los muelles, estaba consternado por la forma en que los oficiales de la Marina dirigían la operación. Ofrecieron sus propios protocolos de seguridad, expresando su temor a que ocurriera un desastre. No les hicieron caso.
El ILWU no permitía que trabajadores con menos de cinco años de experiencia cargaran las municiones, pero a algunos de los marineros negros los hicieron trabajar con municiones después de solo dos o tres meses de entrenamiento. El 15% de todas las bajas navales de negros que sufrió Estados Unidos en la guerra ocurrieron en Port Chicago ese día.
Después de la explosión, los marineros negros que sobrevivieron dijeron a la Marina que no volverían a trabajar en las mismas condiciones inseguras. Las amenazas y el acoso de los oficiales lograron que 208 de ellos volvieran a trabajar. Pero cuando 50 no cedieron, los altos mandos los acusaron de motín.
Después de un tribunal militar amañado que duró 33 días, el panel de jueces navales tardó sólo una hora y media en encontrarlos culpables y condenarlos a 15 años de trabajo forzado. Estas sentencias se acortaron al final de la guerra.
Los otros 208 fueron condenados por desobedecer órdenes y se les dio de baja por mala conducta. No recibieron su sueldo durante tres meses.
‘Crimen de alto mando de Marina’
“En este caso se ha cometido un crimen monstruoso”, dijo el Militante en un editorial el 2 de diciembre de 1944 titulado “Veredicto de Jim Crow”.
“Ese crimen fue cometido por el alto mando de la Marina, el alto mando militar y por el Comandante en Jefe en la Casa Blanca [Franklin Roosevelt en ese momento], quienes imponen las políticas de discriminación de Jim Crow en las fuerzas armadas y relegan a los marineros negros a las tareas más serviles y peligrosas”.
El Militante hizo campaña para que se revocara el veredicto.
La Marina se tardó 80 años para admitir el mal que se había cometido. Gran parte del mérito es de Robert Allen, quien sacó a la luz la historia en su libro The Port Chicago Mutiny (El motín de Port Chicago), publicado en 1989 después de entrevistar a muchos de los marineros sobrevivientes. Los hechos que descubrió fueron abrumadores y llevaron a que los familiares de los trabajadores portuarios, los partidarios de los derechos de los negros y a otros a luchar para revocar las condenas.
Los 50 hombres que dieron este ejemplo de resistencia ya están muertos, al igual que Robert Allen, quien murió el 10 de julio de 2024, pocos días antes de la exoneración.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los opositores a la segregación racial y a la opresión racista se negaron a permanecer en silencio. La historia de este movimiento está registrada en el excelente libro publicado por la editorial Pathfinder, Fighting Racism in World War II (La lucha contra el racismo en la Segunda Guerra Mundial).
La administración Roosevelt mantuvo las fuerzas armadas segregadas durante la guerra de los imperialistas norteamericanos, mientras la brutalidad policial y la violencia de las turbas de linchadores proliferaban tanto en el Norte como en el Sur.
Los explosivos enviados a través de Port Chicago fueron utilizados por Washington para impulsar sus intereses en el Pacífico. El napalm de Estados Unidos quemó los distritos obreros de Tokio, matando a 100 mil civiles. En agosto de 1945, los gobernantes estadounidenses lanzaron bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
La guerra en el Pacífico fue una guerra entre dos naciones imperialistas —Estados Unidos y Japón— para decidir qué potencia dominaría y se beneficiaría de la explotación de Asia y el Mar de China Meridional.
Lucha contra las leyes de Jim Crow
Lejos de apoyar la lucha contra el racismo, Roosevelt y tanto los demócratas como los republicanos, así como el Partido Comunista estalinista, lucharon para atar de pies y manos al movimiento por los derechos de los negros, así como al movimiento sindical, en nombre del apoyo al esfuerzo bélico de Estados Unidos.
El ascenso de la lucha contra la segregación racial de Jim Crow, junto con los poderosos efectos de los levantamientos anticoloniales que siguieron a la guerra, obligaron a los gobernantes a desegregar finalmente las fuerzas armadas, a partir de 1948.
No sólo se necesitaron 80 años para que el alto mando de la Marina finalmente exonerara a los marineros, sino que además su motivación no tiene nada que ver con los derechos de los negros ni con la justicia. Su objetivo es mejorar la imagen del ejército estadounidense, con la esperanza de hacerlo más eficaz en las nuevas guerras que están preparando los capitalistas en Estados Unidos.
La lucha por los derechos de los negros durante la Segunda Guerra Mundial y el movimiento proletario de masas que aplastó las leyes de Jim Crow han puesto a los trabajadores en una posición más fuerte para unirse y luchar por mejores salarios, contra la aceleración de la producción, los altos precios y todos los males que trae el sistema capitalista actual, incluida la opresión racista.
La campaña del Partido Socialista de los Trabajadores del 2024 ayudará a difundir la verdad sobre el juicio de Port Chicago y explicará que los trabajadores solo pueden avanzar si rompemos con los partidos de los patrones y formamos nuestro propio partido, un partido de los trabajadores, para unir a todos los explotados por el capital. Un partido que pueda ponernos en el camino para tomar el poder político en nuestras propias manos.
Eric Simpson es el candidato del Partido Socialista de los Trabajadores al Congreso de Estados Unidos en el Distrito 12 de California.