El Partido Socialista de los Trabajadores defiende la libertad de expresión, el arte y la cultura. La defensa de la cultura y el derecho de los periodistas y artistas a decir la verdad tal como la ven es crucial para que los trabajadores puedan trazar un camino a seguir en medio de las crecientes convulsiones sociales y guerras de la época imperialista. Por eso hay que oponerse a la campaña del Festival Palestino de Literatura para organizar un boicot internacional contra las instituciones culturales israelíes.
El Festival Palestino de Literatura dice que más de 6 mil “escritores, editores, trabajadores de festivales literarios y otros trabajadores de libros” han firmado su carta abierta titulada “Rechazando la complicidad en las instituciones literarias de Israel”.
La carta declara que los firmantes se niegan a “trabajar con instituciones culturales israelíes que son cómplices o han permanecido como observadores silenciosos de la abrumadora opresión de los palestinos”. Entre los firmantes se encuentran algunos autores conocidos, entre ellos Jhumpa Lahiri, Arundhati Roy, Naomi Klein, Sally Rooney, Juno Díaz y Michelle Alexander.
No dicen ni una palabra sobre los escuadrones de la muerte de Hamás, financiados y respaldados por Teherán, que entraron en Israel el 7 de octubre. Los escuadrones de la muerte planearon y realizaron un pogromo, asesinando a 1,200 hombres, mujeres y niños porque eran judíos, junto con decenas de árabes e inmigrantes porque eran amigos o trabajaban con judíos. Desataron una brutalidad especial, que incluyó violaciones y mutilaciones, contra las mujeres y abusos contra los hombres.
Tampoco dicen una palabra sobre cómo Hamás, Hezbolá y el régimen burgués de Teherán reprimen al pueblo trabajador en Gaza, Líbano e Irán.
La carta complementa la meta de una Palestina libre de judíos, otro Holocausto, que tendría consecuencias brutales para los judíos, los palestinos y todos en la región y el mundo.
Respuesta a ‘narrativa sesgada’
La respuesta de la Comunidad Creativa para la Paz a este ataque es importante. Entre sus firmantes se encuentran importantes figuras literarias y artísticas que sostienen una amplia gama de opiniones políticas, entre ellas Mayim Bialik, Ozzy Osbourne, Gene Simmons, Lionel Shriver, Bernard Henri-Lévy, Lee Child y Bret Stephens. La Comunidad Creativa para la Paz es una organización con sede en Israel dedicada a combatir el antisemitismo.
Los firmantes de la carta de la Comunidad Creativa para la Paz no están a favor de censurar a los boicoteadores. Llaman al debate y la discusión.
Se niegan “a capitular ante la censura basada en la identidad o en satisfacer ciertos criterios”.
“Seguimos sorprendidos y decepcionados de ver a miembros de la comunidad literaria acosar y aislar a sus colegas porque no comparten una narrativa sesgada en respuesta a la mayor masacre de judíos desde el Holocausto”, dice su respuesta.
Durante el último año, se han cancelado presentaciones de autores judíos en librerías, publicaciones literarias han rechazado los anuncios de libros de autores que defienden el derecho de Israel a existir, se han cancelado lecturas de libros de autores judíos y los partidarios del boicot han publicado listas de autores “sionistas” que deben ser acosados. Muchas librerías han montado exhibiciones sobre Gaza y la guerra que excluyen cualquier libro que apoye el derecho de Israel a defender la seguridad de un refugio para los judíos.
Deborah Harris, directora de la Deborah Harris Agency, con sede en Jerusalén, y Jessica Kasmer-Jacobs, agente literaria allí, respondieron a los boicoteadores en una columna de opinión del 31 de octubre en el New York Times, “Poner fin al boicot contra la cultura israelí”.
“No se puede entender la terrible tragedia de este lugar si se lee solo la literatura de un lado”, escribieron Harris y Kasmer-Jacobs. “No se puede defender los derechos de los palestinos excluyendo y enajenando a la gente que lucharía por ellos del único campo de batalla donde podrían ser convencidos”.
El poeta y crítico literario Adam Kirsch señaló en una columna en el Wall Street Journal que, a diferencia de otros boicots, el boicot antiisraelí no busca cambiar las políticas de un país, sino negarle el derecho “a existir por completo”.
‘Arte incompatible con la mentira’
En 1938, el muralista mexicano Diego Rivera y el surrealista André Breton publicaron un “Manifiesto: Hacia un arte revolucionario libre”. León Trotsky, uno de los dirigentes centrales de la Revolución Bolchevique, contribuyó a la redacción del Manifiesto, que se reproduce en Arte y revolución: Escritos sobre literatura, política y cultura. El Manifiesto luchaba contra el uso de instituciones y del estado contra la libertad cultural y artística.
“La creación verdaderamente intelectual es incompatible con la mentira, la hipocresía y el espíritu de conformidad”, dijo Trotsky en un artículo relacionado de 1938 incluido en el libro. Fue escrito cuando las potencias imperialistas rivales se encaminaban hacia la Segunda Guerra Mundial. “El arte puede convertirse en un fuerte aliado de la revolución solo en la medida en que se mantenga fiel a sí mismo”. Esas palabras siguen siendo válidas hoy en día.
La cultura en el sentido más amplio requiere debate, a menudo un fuerte debate. Y eso es a lo que se oponen y temen los boicoteadores.
Son cuestiones que deben ser discutidas y debatidas. ¿Cuál es el origen del odio a los judíos y de los pogromos? ¿Por qué no se puede separar la existencia de Israel de las consecuencias del Holocausto?
¿Por qué el odio a los judíos es parte de la bandera de la reacción en la época imperialista, utilizada contra todas las organizaciones de la clase obrera y los trabajadores? ¿Cuál es la continuidad de Hamás con lo que hicieron los nazis en Alemania?
Los trabajadores de todo el mundo, de todas las nacionalidades y religiones, incluidos judíos, árabes, musulmanes, cristianos, no creyentes, necesitamos cultura y debate para expandir nuestros horizontes, para actuar juntos a favor de nuestros intereses comunes, para encontrar un camino hacia adelante para la humanidad.
Esto también es crucial para organizar al pueblo trabajador, en nuestras decenas de millones, para arrancar el poder político de manos de los gobernantes capitalistas, para prevenir una tercera guerra mundial imperialista con todas sus devastadoras consecuencias. Es fundamental para abrir la posibilidad, a través de la cooperación, de resolver los conflictos aparentemente inabordables en el Medio Oriente y de construir un nuevo mundo basado en la solidaridad, con un nuevo florecimiento de la cultura.