Seth Galinsky, el candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para defensor público de Nueva York, emitió la siguiente declaración el 24 de julio.
Indignados por la negligencia de los políticos capitalistas con las vidas de los trabajadores tras el huracán María, los ataques del gobierno contra su nivel de vida durante décadas, la corrupción generalizada y el menosprecio colonial norteamericano, el pueblo trabajador de Puerto Rico ha dicho: “¡Basta!”
Ante masivas protestas, los gobernantes de Estados Unidos y sus socios menores en la isla llegaron a la conclusión de que el gobernador Ricardo Rosselló tenía que irse —ya sea por dimisión, juicio político o en esposas.
Los manifestantes coreaban “Ricky, renuncia y llévate la junta”, reflejando su odio hacia la junta fiscal impuesta por Washington que ha ordenado profundas medidas antiobreras. Los gobernantes capitalistas esperan que al reemplazar a Rosselló, podrán seguir obligando al pueblo trabajador a pagar la deuda de 74 mil millones de dólares a los acaudalados tenedores de bonos y seguir incrementando sus ganancias explotando la mano de obra barata y los recursos naturales de Puerto Rico.
Pero el pueblo trabajador puertorriqueño sabe que se necesitará mucho más que un cambio de cara en La Fortaleza —la casa del gobernador— para resolver los problemas que enfrentan. Están empezando a descubrir su propio poder. Muchos preguntan: ¿Es posible hacerle frente al gobierno de Estados Unidos? ¿Podemos ser una nación independiente?
La Revolución Cubana demuestra que es posible. En 1959, el pueblo trabajador derrocó la dictadura de Fulgencio Batista, la cual era respaldada por Washington. En ese entonces, las corporaciones, los servicios públicos y las mejores tierras eran propiedad de capitalistas norteamericanos.
Los revolucionarios cubanos, dirigidos por Fidel Castro, sabían que nunca iban a poder lograr los cambios políticos y económicos de gran alcance que los trabajadores necesitaban simplemente con la eliminación de Batista. Acabarían solamente con otro títere de Washington “más amable y más suave”. Para obtener un cambio duradero, el gobierno capitalista tendría que ser reemplazado por un gobierno de trabajadores y agricultores. Las recientes protestas en Puerto Rico demuestran que los trabajadores allí son capaces de una transformación similar.
Los intereses de los trabajadores en Estados Unidos y Puerto Rico están entrelazados. Tenemos el mismo enemigo: las grandes corporaciones capitalistas y sus gobiernos en Washington y en San Juan que descargan la profunda crisis de su sistema sobre nuestras espaldas. La clase trabajadora norteamericana se fortalece con los millones de puertorriqueños que están aquí.
El gobierno norteamericano no tiene derecho a decirle al pueblo puertorriqueño cómo manejar sus propios asuntos. Cada avance de los trabajadores en la isla en defensa de sus intereses fortalece la lucha de los trabajadores en Estados Unidos y viceversa.
El Partido Socialista de los Trabajadores y nuestros candidatos se unen en solidaridad con esta lucha. Nos unimos a los trabajadores de Puerto Rico y Estados Unidos que dicen: ¡Cancelar la deuda! ¡Disolver la junta fiscal! ¡Independencia para Puerto Rico!