Los gobernantes capitalistas de Turquía y fuerzas islamistas sirias armadas y controladas por Ankara lanzaron una ofensiva en el noreste de Siria el 9 de octubre, contra la Fuerzas Democráticas Sirias dirigidas por kurdos. Su objetivo es debilitar el control que los kurdos mantienen sobre un área autónoma en Siria ocupada por ellos en los últimos años como parte de su lucha por derechos nacionales.
Washington retiró a las tropas norteamericanas del área cuatro días después. El presidente Donald Trump dijo que era hora de salirse de las “guerras interminables” de la región. Frente a esto, los dirigentes de las SDF llegaron a un acuerdo con Moscú y Damasco, que no son amigos de la lucha de los kurdos por sus derechos nacionales, de permitir que desplacen sus tropas a partes de la región kurda.
Los 30 millones de kurdos que viven oprimidos repartidos en Siria, Turquía, Iraq e Irán son la nacionalidad más grande del mundo sin su propio país.
Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos continúa aumentando el número de sus soldados y armamentos en la región. Esto incluye el despliegue de 3 mil soldados norteamericanos adicionales en Arabia Saudita. También ha enviado 14 mil efectivos más a la región del Golfo Pérsico-Árabe desde mayo. Esto incluye dos escuadrones de aviones de combate y un sistema antimisiles por primera vez en territorio saudí.
La meta central de Washington es contrarrestar la creciente influencia militar y política del régimen clerical burgués que gobierna Irán.
En los primeros días de la ofensiva turca, alrededor de 200 mil personas huyeron de sus hogares cerca de la frontera de Siria con Turquía. Han muerto decenas de personas. El gobierno turco también ha intensificado sus ataques contra los kurdos en Turquía. Han detenido a opositores de su ofensiva, incluso cuatro alcaldes del pro kurdo Partido Democrático de los Pueblos.
El gobierno turco ha amenazado con trasladar a cientos de miles de refugiados sirios en Turquía a la llamada zona segura que pretende crear dentro de Siria. Esperan matar a dos pájaros con un tiro: deshacerse de los refugiados sirios, que drenan los recursos de Ankara, y al mismo tiempo formar una barrera humana entre los kurdos en Siria y los de Turquía.
Los gobernantes capitalistas en Teherán y Moscú han proporcionado un apoyo militar decisivo al gobierno sirio de Bashar al-Assad después de que fue sacudido por un levantamiento popular por derechos políticos y una posterior guerra civil.
Pero hasta ahora las fuerzas de Assad no han realizado acciones de envergadura dentro de la región controlada por las SDF, que representa el 25 por ciento del territorio del país y donde se encuentra la mayor parte del petróleo del país. Assad respondió rápidamente a la invitación de las SDF, enviando tropas a Manbij y otras ciudades de la zona fronteriza. Moscú también envió a policías militares.
El secretario de defensa, Mark Esper, anunció el 13 de octubre la evacuación de la mayoría de las tropas norteamericanas del noreste de Siria a Iraq. Los 300 efectivos restantes en Siria reforzarán la base estadounidense de al-Tanf en el sur de Siria. Esa base se encuentra cerca de la carretera estratégica de Bagdad a Damasco, una ruta que Teherán quiere usar para transferir armas a las milicias que organiza en toda la región.
La retirada de Washington fue condenada tanto por políticos demócratas como republicanos. Los demócratas en particular, son el actual “partido bélico”. Son los que más abogan por acciones militares en el Medio Oriente y Afganistán. El gobierno impuso aranceles sobre el acero producido en Turquía y suspendió las conversaciones sobre un acuerdo comercial con Ankara el 14 de octubre.
Pero el retiro de las fuerzas norteamericanas en Siria no tiene nada que ver con poner fin a la intervención militar de los gobernantes en el Medio Oriente.
Tanto las administraciones demócratas como republicanas han llevado a cabo guerras en Iraq, Afganistán y otros lugares después de la implosión de la Unión Soviética, creyendo que les iba a ser posible imponer gobiernos serviles donde lo desearan. Pero estas guerras fracturaron aún más el orden mundial imperialista dominado por Washington en el Medio Oriente y los ha llevado a un atolladero.
Los trabajadores no tenemos ningún interés en respaldar el uso del poderío militar de Washington, explicó Alyson Kennedy, la candidata presidencial del Partido Socialista de los Trabajadores en 2016, en la declaración “Solidaridad con los trabajadores de Siria”, publicada en el Militante ese año.
¡EE.UU., Ankara fuera ya!
“Los trabajadores sirios necesitan espacio para movilizarse en acciones políticas, para aprender en la lucha, para transformarse de víctimas en actores conscientes de la historia. Todas las fuerzas imperialistas y capitalistas que están interviniendo en Siria son obstáculos para este curso”, dijo Kennedy.
“Nos oponemos al involucramiento de los gobernantes norteamericanos en la guerra en Siria e Iraq y exigimos que Washington, sus aliados y otros estados, desde Londres y París hasta Moscú, Ankara y Teherán, retiren sus aviones, buques y tropas ya”.
El PST exige hoy que los gobernantes capitalistas en Ankara detengan su sangriento ataque contra los kurdos y retiren sus fuerzas de Siria.