La lucha para defender el derecho de la mujer a elegir el aborto es necesaria para su emancipación y para el avance de la clase trabajadora en su conjunto. El sentimiento mayoritario a favor de este derecho, aún después de décadas de ataques contra este, se registró el 29 de junio cuando la Corte Suprema de Estados Unidos revocó una ley del estado de Louisiana que requería que los proveedores de abortos tuvieran privilegios de admisión en un hospital cercano para poder brindar la atención. La votación de 5 a 4 también registró la importancia de que el pueblo trabajador continúen buscando formas de ganar y movilizar apoyo para el derecho a elegir el aborto.
Durante los tres años que una ley similar estuvo vigente en Texas antes de ser eliminada, la mitad de las clínicas de ese estado se vieron obligadas a cerrar. Si la ley de Louisiana hubiera sido afirmada, el estado se hubiera convertido en el séptimo con una sola clínica que practica abortos.
La despenalización del aborto fue producto de crecientes luchas de la clase trabajadora en los años 60 y principios de los 70. Entre ellas están el movimiento proletario liderado por los negros que derrocó la segregación racial de Jim Crow, las movilizaciones contra la guerra de Washington en Vietnam que cambiaron las actitudes en el seno de la clase trabajadora y los reclutas estadounidenses, y los inicios de una nueva lucha por la emancipación de la mujer.
Los cambios de actitud respecto a los derechos y contra la discriminación no son producto de legislaciones o de las decisiones de nueve “jueces” en batas negras, sino de la unidad forjada en las luchas de los trabajadores. Así es como se han ganado todos los logros sociales de la clase trabajadora en la historia de la lucha de clases.
La decisión Roe v. Wade tomó lugar cuando aún no se había librado y ganado de manera decisiva el debate político sobre el derecho de una mujer a controlar su propio cuerpo, vinculado a la capacidad de las mujeres para ingresar a la fuerza laboral.. Fue producto de un esfuerzo de los liberales en la corte y otros para evitar esta lucha y dejar en sus manos el establecimiento de una nueva ley.
Lo hicieron mediante la creación del “derecho a la privacidad” el cual no lo encontrarás en la Constitución de Estados Unidos y lo vincularon a supuestos criterios médicos, como la edad de viabilidad fetal y la necesidad de un consentimiento médico después de las primeras semanas de embarazo. Desde el principio, los opositores a los derechos de la mujer aprovecharon este cierre del debate y la decisión de la Corte Suprema para atacar el acceso al aborto.
En los últimos 40 años los gobiernos estatales han aplicado más de 1 200 leyes que erigen obstáculos al derecho al aborto: restricciones de edad, períodos de espera más largos, “asesoramiento” obligatorio sobre “alternativas” y más. Han promulgado reglas que cubren el tamaño de las salas de procedimientos, el ancho de los corredores de la clínica y otros requisitos arbitrarios. Estas reglas no tienen nada que ver con asegurar que el procedimiento sea seguro. Todas están destinadas a dificultar que las mujeres puedan obtener un aborto.
Estas restricciones han tenido grandes consecuencias. En casi el 90 por ciento de los condados de Estados Unidos, con cerca del 40 por ciento de la población femenina del país, no hay médicos ni clínicas que ofrezcan abortos. La carga recae más sobre las mujeres de la clase trabajadora y las mujeres en zonas rurales.
La reacción política de sectores de la clase dominante a la despenalización del aborto ha estado al centro de los ataques contra las logros de las mujeres. Es un elemento fundamental de una batalla de clases más amplia sobre los derechos y las condiciones de vida de todos los trabajadores.
Roe v. Wade despenalizó el aborto, pero no constituyó una victoria para el derecho a elegir un aborto. Esta lucha política todavía está por delante. Sin embargo, desde la decisión de 1973, el liderazgo de clase media de la mayoría de las organizaciones de derechos de la mujer se han negado a movilizar el tipo de lucha política y educativa necesaria. En cambio, nos dicen que nos enfoquemos en elegir políticos del Partido Demócrata que nos ayudarán. Esto ha sido un desastre absoluto.
Sí podemos ganar esta lucha, pero se necesitará una orientación radicalmente diferente. La lucha por la emancipación de la mujer es un componente esencial para unificar a nuestra clase sobre la línea de marcha de la clase trabajadora hacia la toma del poder político en nuestras manos.
Esto abrirá el camino para terminar con todas las formas de explotación, degradación e intolerancia inherentes al capitalismo, así como con la opresión de la mujer heredada de milenios de sociedades divididas en clases.