Tras una huelga de dos días por 200 enfermeras del Montefiore Health System en New Rochelle el 1 y 2 de diciembre, la Asociación de Enfermeras de Nueva York y los patrones regresaron a la mesa de negociaciones. Al centro de la lucha está el incremento del personal y la seguridad de los pacientes y las enfermeras.
La falta de personal en los hospitales no es nada nuevo, pero se agravó con la pandemia de COVID-19. Ha habido huelgas y protestas para exigir más personal en los hospitales y hogares de ancianos por todo el país.
“Si uno puede atender de manera segura a uno o dos pacientes, pero le dan cuatro o cinco, uno tiene que tomar algunas decisiones sobre a quién va a salvar”, dijo la presidenta de la Asociación de Enfermeras, Judy Sheridan-Gonzalez, al Financial Times. “Es horrible lo que tienen que confrontar los profesionales de la salud”.
La tasa de mortalidad de los pacientes aumenta 7 por ciento por cada paciente adicional asignado a una enfermera, informó el Financial Times el 10 de diciembre.
“Este es un comentario negativo sobre cómo los hospitales de Estados Unidos administran el personal incluso en circunstancias normales”, dijo Linda Aiken, profesora de enfermería de la Universidad de Pensilvania. “Están enamorados con la idea de un personal y suministros ‘justo a tiempo’. Es una idea de las fábricas que no funciona en los hospitales”.
El portavoz de Montefiore, Marcos Crespo, dijo un día antes de la huelga que habían ofrecido a las enfermeras “una buena propuesta” pero que el sindicato “se fue a la huelga porque quieren dictar las asignaciones de personal y repartir los mejores puestos a sus amigos”.
Las enfermeras, que votaron en un 98.4 por ciento a favor de la huelga, lo ven de otra manera. Por la alta rotación de personal y la muerte de una enfermera por COVID “ahora tenemos menos personal que en marzo y abril”, dijo la enfermera Shalon Matthews a Labor Notes. “Necesitamos más personal y lo necesitamos pronto, antes de que todo empeore, y se vuelva más peligroso para el personal y los pacientes”.
“No hemos tenido un contrato durante dos años”, dijo la enfermera Kathy Santoiemma. “Nuestra demanda básica es sobre el personal”.
El director ejecutivo de Montefiore New Rochelle, Anthony Alfano, envió una carta a las enfermeras el 26 de octubre sobre los “desafíos financieros” del hospital, alegando que ha perdido más de 50 millones de dólares en los últimos meses, además de perder los subsidios del gobierno.
Pero las enfermeras dicen que Montefiore reportó 29.1 millones de dólares en ganancias durante los primeros nueve meses de 2020 y recibieron 768.3 millones de estimulo del gobierno. Además, anunció una expansión con un costo de 272 millones de dólares de su hospital de White Plains y la compra del hospital St. John’s en Yonkers.
Los patrones de Montefiore operan una red de hospitales, clínicas y una escuela de medicina en el Bronx y en suburbios de Nueva York. Algunas de estas áreas son principalmente de clase trabajadora mientras otras son mucho más prósperas.
El hospital de New Rochelle “no está en una zona muy próspera”, dijo Santoiemma. “Nuestros pacientes son principalmente pacientes de Medicare y Medicaid”. Es por eso que la compañía gasta millones en otros lugares, pero no en New Rochelle, dijo. “Nuestros pacientes merecen la misma atención que los demás”.
Si bien los patrones de Montefiore se han negado durante más de dos años a llegar a un nuevo contrato en New Rochelle, las enfermeras señalan los 3.4 millones de dólares gastados en vallas publicitarias y anuncios para “agradecer” al personal por enfrentar la pandemia. Las enfermeras han lanzado una campaña que dice: “Enfermeras en vez de vallas publicitarias”.