CHICAGO — Los miembros del sindicato de trabajadores de panadería BCTGM en las plantas y centros de distribución de Nabisco en Oregon, Colorado, Virginia, Illinois y Georgia votaron a favor de adoptar un convenio de cuatro años el 16 y 17 de septiembre. Los más de mil afiliados del sindicato habían librado una reñida huelga que comenzó a mediados de agosto.
“Dimos una gran lucha y apreciamos toda la ayuda que recibimos”, dijo al Militante Portia LaBleu, quien trabaja en la planta de Nabisco en Portland, Oregon. Si bien aún no se han publicado todos los detalles del acuerdo, incluye un bono de 5 mil dólares al firmar el contrato, aumentos salariales anuales de 60 centavos por hora, ninguna reducción en la cobertura de seguro médico y la creación de un nuevo turno de fin de semana de 36 horas con pago por 40 horas. El período probatorio se fija en 60 días corridos.
Exactamente cómo se resolverán algunos de los temas de la huelga, dijo LaBleu, “dependerá de lo que hagamos en la planta con nuestros compañeros de trabajo para determinar el ritmo de trabajo”.
Los miembros del Local 1 del sindicato en Chicago regresaron a las líneas de piquetes después que votaron sobre el acuerdo propuesto. Las líneas se mantuvieron hasta que se contaron todos los votos en la sede del sindicato en Washington.
“La empresa llamó al sindicato con una oferta, no al revés”, dijo Daniel Karpowicz, el principal delegado sindical. “Están sufriendo. Quieren que volvamos”. Nabisco es propiedad de Mondelez, el gigante internacional de bocadillos.
“Volveremos más fuertes”, dijo James Walsh, un trabajador con 41 años en la empresa. “He llegado a conocer a mis compañeros de trabajo y de lucha. Y tenemos más confianza. Pensaron que éramos gatitos. Pero ahora somos leones”.
El contrato permite establecer una cuadrilla de fin de semana que trabaje en turnos de 12 horas los viernes, sábados y domingos. “Trabajarán 36 horas y se les pagará por 40. Al menos la mitad de ellos serán nuevos empleados, pero los trabajadores actuales pueden solicitar ser parte de esa cuadrilla”. Añadió que esto debería reducir sustancialmente las horas extras obligatorias los fines de semana, lo que era una gran cuestión de la huelga.
También hay problemas con los dos turnos diferentes, dijo. “Puede dividirnos, y eso no es bueno. Tendremos que luchar contra esto la próxima vez”.
Ofelia Ballinger, quien trabaja en la mesa principal en el empaque, dijo: “El sindicato es más fuerte debido a la huelga”.
Mirjana Loncar dijo que cuando fue contratada en 1984, había 4 mil trabajadores en la planta. “Empacamos todo a mano. Una por una automatizaron las líneas y la mayoría de los obreros perdieron sus trabajos. Y luego tuvimos que mantener el ritmo de la línea”. Ahora hay entre 350 y 400 trabajando en la fábrica.
“Antes de la huelga, nos quitaron las sillas, así que teníamos que estar parados en la línea”, dijo. “Si las sillas no están ahí cuando regresemos, simplemente las volveremos a poner”.
Los huelguistas recibieron mucha solidaridad de otros sindicatos y trabajadores. Hubo mucha discusión en las líneas de piquetes sobre otras huelgas en curso. “Deberíamos hacer algo para apoyar a los mecánicos automotrices”, que se declararon en huelga en el área de Chicago el 2 de agosto, dijo Walsh.
Estalló una discusión sobre los patrones estadounidenses que trasladan sus plantas a México. Ballinger preguntó: “¿Por qué permite el gobierno de Estados Unidos que empresas se vayan a México? Eso empeora el desempleo aquí”. Esta corresponsal obrera respondió que Estados Unidos es un país capitalista y el gobierno apoya todo lo que los capitalistas necesitan para sacar más ganancias. Los trabajadores en México son más explotados que los trabajadores aquí.
“Eso es cierto”, dijo Ballinger, quien es originaria de México, como lo es un número considerable de los trabajadores en la planta. “Necesitamos luchar juntos por los sindicatos. Intentan dividirnos. La unidad es la única forma en que todos podemos ganar”.
“Mi mensaje para los demás trabajadores es: ‘No tengan miedo. ¡Si resulta necesario hacer una huelga, pues hay que hacer una huelga!” dijo Karpowicz.