Las provocaciones organizadas por el gobierno de Estados Unidos previstas para el 15 de noviembre en Cuba fueron un fracaso, así como lo fueron las manifestaciones de “simpatía” alrededor del mundo condenando a la revolución socialista en Cuba. Los opositores de la revolución pretendían crear incidentes en la isla que interrumpieran la reapertura de las escuelas y negocios y del turismo programadas para ese día.
Asestándole un golpe a los planes de los gobernantes capitalistas norteamericanos, los cubanos celebraron el gran progreso que el país ha logrado en el enfrentamiento de la pandemia de la COVID-19 a pesar del incremento de las sanciones de Washington, las cuales dificultan la compra de materias primas y hasta de jeringas. Decenas de miles de estudiantes de primaria retornaron a sus clases, elevando a 1.7 millones el número que están asistiendo a sus estudios por toda la isla. La cantidad de vuelos con turistas del exterior se triplicó, con viajeros vacunados admitidos sin tener que someterse a cuarentena.
Para el 15 de noviembre el 78 por ciento de la población había sido totalmente vacunada y el 90 por ciento había recibido por lo menos una dosis de las altamente eficaces vacunas desarrolladas y producidas en Cuba. El número de fallecidos por COVID ha descendido drásticamente a tres o menos por día.
Este éxito es posible porque el pueblo trabajador cubano, dirigido por Fidel Castro, derrocó en 1959 a la dictadura respaldada por Washington de Fulgencio Batista y reemplazó al dominio capitalista con un gobierno de trabajadores y agricultores. La movilización de las organizaciones de masas, de jóvenes y trabajadores para garantizar que toda persona en Cuba reciba el cuidado necesario ante la pandemia es una prueba más de que la revolución socialista se mantiene viva.
Washington y los pequeños grupos que se oponen a la revolución en Cuba esperaban poder organizar una repetición de las protestas que ocurrieron en Cuba el 11 de julio, cuando pudieron atraer a algunos trabajadores y jóvenes que apoyan a la revolución pero están frustrados por la difícil situación económica que enfrenta el país.
Por más de 60 años el gobierno norteamericano ha dedicado cientos de millones de dólares para organizar operaciones contrarrevolucionarias dentro de Cuba con el fin de socavar y derrocar la revolución socialista.
Pero los gobernantes imperialistas de Estados Unidos subestimaron una vez más la capacidad del pueblo cubano y de su gobierno revolucionario para enfrentar las presiones de Washington.
Días antes de la llamada Marcha Cívica por el Cambio, convocada por el grupo respaldado por Washington Plataforma Archipiélago, sus dirigentes admitieron que pocos se harían presentes. Culpando a la “represión” en Cuba, modificaron sus planes y llamaron a sus partidarios a vestirse de blanco, colgar sabanas blancas y sonar cacerolas desde sus ventanas, y que “boicotearan” las noticias de televisión. Hasta viejos opositores de la Revolución Cubana como el New York Times admitieron que las protestas se habían “esfumado”.
Autoridades gubernamentales, incluyendo al presidente Miguel Díaz-Canel, han estado recorriendo barrios y pueblos en Cuba donde los trabajadores enfrentan mayores dificultades con la vivienda y servicios. Han estado conversando con los trabajadores en estas comunidades y organizando conjuntamente para enfrentar los desafíos existentes.
Un grupo de jóvenes realizó una “Sentada de los Pañuelos Rojos” el 14 y 15 de noviembre en el Parque Central de La Habana para demostrar su apoyo a la revolución y responder a las provocaciones respaldadas por Washington.
El presidente Díaz-Canel se les sumó el 14 de noviebre. “Estamos buscando el perfeccionamiento de nuestra sociedad, defendiendo la emancipación, defendiendo el socialismo y condenando, como ustedes mismo se convocaron, las campañas por subvertir el orden interno, las campañas mediáticas contra Cuba”, dijo a los participantes en la sentada.
Luis Emilio Aybar, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, una agrupación de jóvenes artistas y escritores dijo a la prensa que sus convicciones “incluyen la crítica revolucionaria. Pero que en la lucha por los derechos no hay lugar para terroristas, para imperialistas o para aquellos que apoyan el bloqueo norteamericano contra Cuba”.
Partidarios de los esfuerzos de Washington para derrocar a la revolución organizaron protestas en varias ciudades del mundo. Ninguna de ellas fue grande.
En Nueva York la Coalición Cuba Sí congregó a unos 150 opositores del embargo norteamericano el 15 de noviembre al otro lado de la calle de la Misión de Cuba ante la ONU, muchos más que los reunidos por un grupo de contrarrevolucionarios.
Univisión, la cadena de televisión en español, envió reporteros para entrevistar a participantes de las dos protestas. Pero en su transmisión reportaron solamente sobre la pequeña acción de contrarrevolucionarios, y nunca mostraron ni mencionaron la protesta mucho más grande en contra del embargo y las provocaciones organizadas por Washington.
También ocurrieron protestas opuestas similares a las de Nueva York en varias ciudades de Estados Unidos y alrededor del mundo.
En Londres, cerca de 150 personas, coreando “Manos de EUA fuera de Cuba — Fin al embargo”, se manifestaron frente a la embajada cubana el 14 de noviembre. Fue convocada por la Campaña de Solidaridad con Cuba, Cubanos en el Reino Unido, Rock Around the Blockade, la Liga Comunista y otras agrupaciones. Ellos eran muchos más que la pequeña protesta a favor del embargo norteamericano.