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‘Trabajadores necesitan tomar el poder político’
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Un semanario socialista publicado en defensa de los intereses del pueblo trabajador
Vol. 72/No. 40      13 de octubre de 2008

 

Socialist Workers 2008 Campaign
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Public meeting in New York
Sabado 1 de noviembre

¡La crisis apenas comienza!
...y se plantea lucha obrera para poner fin al sistema salarial(click here for ad)

(artículo princical)
‘Trabajadores necesitan
tomar el poder político’
Róger Calero, candidato presidencial
socialista, habla sobre crisis capitalista
 
Militante/Arlene Rubinstein
Róger Calero (izquierda), candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para presidente de Estados Unidos, hace campaña en el desfile del Día del Trabajo en Los Angeles.

Róger Calero, candidato a presidente de Estados Unidos por el Partido Socialista de los Trabajadores, emitió la siguiente declaración el 1 de octubre.

La crisis en cascada, tanto financiera como política, que se ha propagado de Estados Unidos a todos los rincones del planeta en las últimas semanas muestra lo que el sistema capitalista, y el minúsculo puñado de gobernantes acaudalados que se benefician de este, nos deparan a los trabajadores y agricultores, tanto aquí como en todo el mundo. Plantea la necesidad urgente de una revolución en este país, una revolución socialista que echará del poder a las familias gobernantes multimillonarias y las remplazará con un gobierno de trabajadores y agricultores.

El “rescate” fraguado por Washington —en todas las formas y alternativas que debaten los demócratas y republicanos— es un embuste de cabo a rabo. Es un masivo regalo a un puñado de banqueros y empresarios adinerados. Mientras tanto, el pueblo trabajador —la mayoría— encara un aumento del desempleo, la aceleración del ritmo de trabajo y el creciente saldo de muertes y lesiones en el trabajo, la caída de los salarios reales, ejecuciones hipotecarias de fincas y casas, guerras imperialistas que se propagan, y mayores restricciones a nuestros derechos de organizarnos y tomar acción. En Estados Unidos los ataques recaen con más fuerza sobre los trabajadores que son negros, latinos o miembros de otras nacionalidades oprimidas, sobre los que son mujeres y sobre los que son inmigrantes.

Para el pueblo trabajador, el “rescate” desvía la atención de la necesidad de reconocer el verdadero origen de la crisis —el capitalismo— y lo que nosotros debemos hacer para defender a los trabajadores y oprimidos. Este desastre no es resultado de una falta de regulación o “mala supervisión” por parte de Washington. Es producto de las operaciones del sistema capitalista. Independientemente de qué paquete de “salvataje” o “acuerdo de rescate” financiero terminen adoptando los políticos capitalistas, independientemente de si sale electo el demócrata Barack Obama o el republicano John McCain en noviembre, las consecuencias devastadoras de esta crisis para el pueblo trabajador ya están en ascenso.

Las propias cifras del gobierno sobre el desempleo ya son las más altas en cinco años, y muchas más personas van a ser despedidas en los meses y años que vienen. Están empeorando las condiciones de vida y de trabajo. Con la integración de más y más masas trabajadoras en Africa, Asia y América Latina al trabajo asalariado y a la agricultura comercial, hoy día la crisis golpea con fuerza especial a capas cada vez más amplias de la población en esas regiones.

Desde fines de los años 60, los capitalistas a nivel mundial han constatado un descenso de sus tasas de ganancia, las cuales habían ascendido a nuevas cotas tras la matanza y destrucción imperialista de la Segunda Guerra Mundial. Los patrones enfrentan una competencia más recia, menos vías para aumentar sus ganancias expandiendo la capacidad productiva y empleando a más trabajadores, y repetidas crisis bancarias y financieras.

Ante estas presiones, están deprimiendo los salarios de los trabajadores, aumentando las horas, acelerando la producción, recortando programas sociales y atacando nuestros sindicatos. Han inflado el crédito a niveles sin precedentes, creando enormes globos de deudas que ahora están reventando uno por uno. Y apenas estamos al inicio de la pesadilla.

A medida que Alyson Kennedy, mi compañera de fórmula, y yo hemos aumentado nuestras actividades de campaña a entradas de fábrica, en universidades y en barrios obreros por todo el país, hemos obtenido una respuesta más y más receptiva a lo que plantea la campaña del Partido Socialista de los Trabajadores. Explicamos que hasta que la clase trabajadora y nuestras organizaciones tomen el poder político, la crisis va a empeorar mucho, y solo se “resolverá” a lo largo del tiempo a expensas del pellejo magullado y ensangrentado de los trabajadores y agricultores por todo el mundo.

Los trabajadores ya están enfrascados en luchas contra los ataques patronales: resistencia frente a redadas de inmigración y manifestaciones a favor de la legalización, batallas de obreros de la carne para reducir la velocidad de la línea, luchas por un sindicato y protestas contra la brutalidad policiaca y la discriminación racista y antimujer que es inherente al sistema capitalista.

Los patrones están aumentando sus intentos de socavar nuestra fuerza y dividirnos, oponiendo entre sí a nacidos en Estados Unidos contra inmigrantes, blancos contra negros, hombres contra mujeres. Están arremetiendo más contra los sindicatos. El gobierno lanzará ataques más recios contra los trabajadores y agricultores que hagan valer sus derechos. Aumentarán los ataques de grupos ultraderechistas, como los que desatan contra trabajadores indocumentados.

Los militantes obreros que surgirán de estas escaramuzas iniciales con los patrones y sus policías tomarán la delantera para forjar el tipo de movimiento revolucionario que necesitamos para acabar con el sistema capitalista. Para combatir el desempleo y la inflación, dicho movimiento se movilizará para exigir la reducción de la semana laboral sin reducir los salarios netos así como un masivo programa de obras públicas para dar empleos a millones de trabajadores, con salarios a escala sindical, construyendo viviendas, escuelas, hospitales reparando la infraestructura. Luchará por aumentos al coste de vida en los salarios, las pensiones y todos los beneficios. Exigirá el cese de las ejecuciones hipotecarias de fincas y casas.

Cuando los patrones chillan alegando que “no les alcanzan los medios” para ofrecer salarios decorosos y condiciones laborales dignas, decimos: que se nacionalicen y se administren bajo control obrero. Hay que nacionalizar inmediatamente a la industria energética. Que se abran las libros de contabilidad de los monopolios del petróleo y del gas, para que el pueblo trabajador pueda ver sus verdaderos costos y las enormes ganancias que sacan. Que se manejen las minas de carbón, las centrales eléctricas y las refinerías bajo control obrero para garantizar condiciones seguras y eliminar la contaminación. Para los trabajadores esto será práctica esencial al tomar el poder y organizar la sociedad para beneficio de la gran mayoría.

Para unificar al pueblo trabajador, debemos reivindicar la legalización de todos los indocumentados. Hacer valer la acción afirmativa en la contratación, la educación y la vivienda. Retirar todas las tropas norteamericanas de Iraq, Afganistán y demás países. Anular la deuda de los países semicoloniales y eliminar todos los aranceles y acuerdos proteccionistas norteamericanos que se hacen pasar por “libre comercio” y que en realidad van dirigidos a mantener la superexplotación de estos países.

La única clase que puede dirigir este tipo de movimiento es la clase trabajadora, en alianza con los pequeños agricultores. A los trabajadores que participan en las actuales batallas de clases, y a los jóvenes que se ven atraídos a estas luchas, les decimos: trabajemos juntos para forjar un movimiento revolucionario que pueda barrer el sistema capitalista de la faz de la Tierra y remplazarlo con un mundo socialista basado en la solidaridad humana.

Unase a nosotros para hacer campaña por esta perspectiva. ¡Vote por el Partido Socialista de los Trabajadores el 4 de noviembre!
 
 
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