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Asesinato en Túnez provoca protestas
Trabajadores defienden derechos, espacio político
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Fethi Belaid/AFP/Getty Images
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Protestan en la ciudad de Túnez el 6 de febrero por asesinato del líder opositor Chokri Belaid. Cientos de miles de personas lanzaron una huelga general dos días después.
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POR LOUIS MARTIN
Dos años después de que protestas masivas tumbaron la tiranía de Zine al-Abidine Ben Ali en Túnez, la cual había durado 23 años, desencadenando un nuevo ascenso en la lucha en el mundo árabe, el pueblo trabajador de ese país de 10.7 millones de habitantes sigue defendiendo los derechos que ha ganado recientemente y el espacio político para organizarse.
Esto quedó claramente demostrado con la respuesta masiva de quizá hasta 1.5 millones de personas a la convocatoria de la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT) para realizar una huelga general el 8 de febrero para protestar el asesinato dos días antes del dirigente de la oposición Chokri Belaid en la capital de Túnez.
“Todos los sindicalistas en todas las regiones del país participaron”, dijo Kacem Afaya, subsecretario general de la UGTT, por teléfono desde Túnez el 13 de febrero. La UGTT tiene una membrecía de 500 mil trabajadores y es la federación sindical principal en Túnez.
Lo que el Guardian británico del 10 de febrero describió como “un asesinato a plena luz del día de un tipo no visto en Túnez desde la época colonial”, provocó una ola de protestas a escala nacional que ha sacudido la coalición gubernamental electa en octubre de 2011 y ha acentuado las divisiones entre las fuerzas burguesas que están contendiendo por el poder.
Belaid, de 48 años, fue una figura central de la oposición liberal burguesa.
La noche previa a su asesinato, Belaid había denunciado al gobierno dirigido por Ennahda, por no condenar el aumento en los ataques violentos realizados por grupos islamistas. Las victimas han incluido mujeres, artistas, periodistas, figuras liberales burguesas y sindicalistas.
“Como abogado, Belaid había defendido a muchos trabajadores y sindicalistas, a veces gratis”, dijo Afaya.
“Los asesinatos políticos como el de Belaid son una amenaza para todo Túnez”, agregó Afaya. “La UGTT ha sido el blanco de esas milicias. Nuestro secretario general Houssine Abassi ha recibido amenazas de muerte”.
Ennahda, un partido islamista, llegó al poder en las elecciones de octubre de 2011.
Nadie ha tomado la responsabilidad por la muerte de Belaid. El primer ministro Hamadi Jebali calificó el asesinato de Belaid como un “crimen atroz contra el pueblo tunecino”.
Al conocerse la noticia de su asesinato, miles de personas salieron a las calles por todo el país. Hubo muchos enfrentamientos con la policía durante los días siguientes y más de una decena de oficinas de Ennahda fueron atacadas.
El 8 de febrero, el día del funeral de Belaid, la mayor parte del transporte público quedó paralizado, incluso los aeropuertos. Una abrumadora mayoría de las tiendas e industrias cerraron,.
Unas 40 mil personas se unieron al cortejo fúnebre en Túnez.
La marcha al cementerio de Túnez se convirtió en una masiva manifestación contra el gobierno, con gritos de “Pan, libertad y justicia social” y “¡Fuera!” reviviendo las demandas coreadas durante las protestas de 2011 contra Ben Ali.
“La situación económica del país está empeorando, con un desempleo oficial de 17 por ciento, pero mucho más alto entre los jóvenes”, escribió el Guardian el 8 de febrero. “Abogados y activistas dicen que sigue habiendo tortura en las prisiones; y que el sistema judicial y la administración siguen siendo corruptos”.
Unos 6 mil simpatizantes de Ennahda asistieron a un mitin en oposición a las protestas en Túnez el 9 de febrero.
La respuesta del fundador y dirigente principal de Ennahda, Rashed Ghannoushi, al asesinato de Belaid fue diferente de la de Jebali. “Este tipo de cosas ocurren en las revoluciones”, dijo Ghannoushi a un diario argelino el 10 de febrero.
La noche del asesinato de Belaid, Jebali disolvió el gobierno y anunció su intención de formar un “gobierno de tecnócratas” sin afiliación política hasta las nuevas elecciones, como una forma de calmar los disturbios.
Los partidos políticos principales del país inicialmente rechazaron la propuesta, incluyendo Ennahda. Jebali ha participado en intensas negociaciones desde entonces.
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