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Respuestas clasistas a
desastre en Chernóbil
POR FRANK FORRESTAL
Y JOHN STUDER
ZONA DE EXCLUSIÓN DE CHERNÓBIL, Ucrania—Pocas personas viven dentro del área de mil millas cuadradas que rodea el sitio del peor desastre nuclear del mundo, ocurrido aquí hace casi tres décadas. Atravesando lo que habían sido granjas de ganado, campos de trigo y de patatas y pueblos ahora enmarañados de hierbas, dos imágenes distintas le vienen a uno a la cabeza.
Por un lado, la brutalidad y el desprecio hacia el pueblo trabajador del gobierno soviético en Moscú: El diseño descuidadamente defectuoso del reactor nuclear que condujo al desastre; la decisión de no construir una nave de contención que hubiera impedido la salida de la radiación; la negativa a evacuar inmediatamente la zona o tomar medidas para evitar que los residentes consumieran leche y verduras contaminadas; el desplazamiento insensible y burocrático de cientos de miles de personas, tratando a trabajadores como si fueran cabezas de ganado; y la indiferencia por la vida y subsistencia de los trabajadores rusos y ucranianos que arriesgaron sus vidas para contener el desastre y limpiar el caos que produjo, lo cual continúa hasta ahora.
Como contraste está la imagen de la ayuda médica sin igual y desinteresada y el cuidado humano, dado a más de 25 mil víctimas del desastre por el gobierno revolucionario en la pequeña isla de Cuba, los cuales continúan hasta la fecha.
El desastre comenzó el 26 de abril de 1986, durante una revisión del sistema de control cuando estaban apagando el reactor número 4 para llevar a cabo su mantenimiento de rutina. Una subida repentina de la tensión condujo a la fusión del núcleo del reactor y a un fuego intenso de diez días de duración que emitió grandes cantidades de radiación, la cual los vientos expandieron más allá del área. Más de 130 trabajadores de la planta se enfermaron por las altas dosis de radiación; veintiocho de ellos murieron en tres meses. Diecinueve más murieron durante los 20 años siguientes. Y más de seis mil niños y adolescentes contrajeron cáncer de tiroides causado por el isótopo iodo-131, el cual fue inhalado o ingerido sobre todo a través de leche y vegetales contaminados.
25 mil tratados en Cuba
A medida que los casos de cáncer de tiroides, que lleva varios años en desarrollarse, comenzaron a aumentar, el gobierno cubano respondió de una manera consistente con su ininterrumpida trayectoria de solidaridad internacionalista obrera. El primer grupo de 139 niños llegó a Cuba para recibir tratamiento el 29 de marzo de 1990. Cuando el gobierno ucraniano no tenía aviones para transportarlos, Cuba envió dos aviones; en uno de ellos acababan de terminar reparaciones en Uzbekistán y aún no había sido pintado. Cuando aterrizaron, los niños fueron recibidos por el presidente cubano Fidel Castro.
Durante los últimos veinticuatro años Cuba ha tratado a más de 25 mil personas afectadas por el desastre, incluyendo al menos 21 340 niños, en una clínica especial establecida en Tarará, cerca de La Habana. Los médicos cubanos también han estado trabajando en Ucrania.
“Yo sabía acerca del programa cubano para los niños”, dijo Mikhail Remezenko, un funcionario del Sindicato de Trabajadores de la Energía Nuclear y antiguo trabajador de la central nuclear de Chernóbil, que acompañó a los corresponsales del Militante. “Los niños con enfermedades graves de radiación regresaron con su salud considerablemente mejorada. Muchos fueron curados. Estamos muy satisfechos con lo que los cubanos hicieron”.
Luchas contra recortes de sueldos
“Veintiocho bomberos de la planta y de dos departamentos de bomberos en Chernóbil y Pripyat murieron luchando contra los incendios que tuvieron lugar después de la explosión”, nos dijo Remezenko. En su honor, los bomberos donaron dinero para construir un monumento de tamaño natural frente a su estación de bomberos. El gobierno se negó a pagar por el monumento.
“Somos de los trabajadores de la energía nuclear peor pagados y peor tratados”, nos dijo Sergei Akamovych, miembro del comité ejecutivo del sindicato. “No producimos ninguna energía que pueda venderse, así que nuestro trabajo no les produce ganancia alguna”.
Cerca de 2 700 trabajadores de Slavutych trabajan en Chernóbil en el desmantelamiento de los reactores restantes, en el procesamiento del combustible nuclear sobrante y para evitar nuevas fugas radioactivas. Es un proceso lento y peligroso.
Entre 600 mil y 800 mil trabajadores —conocidos como liquidadores— participaron en el esfuerzo de limpieza. Miles de mineros del carbón de toda Ucrania fueron reclutados para excavar un túnel bajo los escombros e instalar un serpentín de tuberías para enfriar el piso de concreto y reforzar las grietas.
Al principio se les concedieron prestaciones especiales del gobierno, por lo peligroso que es el trabajo, incluyendo dos años de pensiones por cada año trabajado. Pero los trabajadores nucleares han tenido que luchar cada vez más contra los sucesivos gobiernos de Ucrania para defender sus salarios y pensiones. En febrero de 1999, los trabajadores establecieron campamentos fuera de las oficinas del gobierno en Kiev y de las cinco plantas nucleares del país para exigir que se les pagara los más de 15 millones de dólares que se les debía en salarios.
El ejemplo de lucha de los trabajadores que han estado involucrados en la limpieza y de Chernóbil es parte de la lucha política que se está desarrollando en Ucrania hoy en día. Las protestas de los liquidadores se llevaron a cabo entre 2011 y 2013, desde Kiev y Karkiv a Luhansk, en una lucha contra los recortes de pensiones ordenados por el presidente Viktor Yanukóvich, quien fue derrocado en manifestaciones populares contra el gobierno en febrero.
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Encaran a separatistas
y a capitalistas
POR JOHN STUDER
SLAVUTYCH, Ucrania—“Este año el desfile y el festival son mucho más grandes y más animados. Más trabajadores de la planta nuclear de Chernóbil, como yo, visten camisas ucranianas tradicionales o portan banderas de Ucrania”, dijo Sergey Akamovych, miembro del comité central del sindicato ATOM. El 8 de junio los residentes de la ciudad estaban celebrando el 26 aniversario de la ciudad, la cual fue fundada por las personas que huyeron de las zonas evacuadas después del desastre en la planta de energía nuclear de Chernóbil en 1986.
La razón por el alto jubilo “son los grandes eventos en la Maidan”, dijo Akamovych, refiriéndose a las movilizaciones que en febrero derrocaron al impopular régimen del presidente ucraniano Viktor Yanukóvich. “Los ucranianos estamos más conscientes, más seguros de nosotros mismos”.
“Lo tienen que ser”, dijo, señalando a los ataques y las provocaciones en las provincias orientales de Donetsk y Lugansk por bandas paramilitares que entran desde Rusia para socavar la soberanía de Ucrania y desestabilizar el país.
“La ciudad donde vivíamos antes, Pripyat, era inhabitable debido a la radiación”, dijo Viktoria Babek, vicepresidente del sindicato. “Después de Chernóbil, la gente vino de todas partes de la antigua Unión Soviética y construyeron Slavutych”.
“Hay gente de 49 nacionalidades diferentes aquí, procedentes de Rusia, Donetsk, Lviv, de toda Ucrania”, dijo Akamovych. “Al desafiar a nuestro país, [el presidente ruso Vladimir] Putin nos ha unido en defensa de Ucrania. Las cosas nunca serán igual”.
Cuando los corresponsales del Militante regresaron a Kiev esa noche, Mikhailo Volynets, presidente de la Confederación de Sindicatos Independientes y del Sindicato Independiente de Mineros del Carbón de Ucrania, describió el impacto de las provocaciones separatistas.
“Los mineros y otros trabajadores están perdiendo sus centros de trabajo”, dijo. “Mineros han sido secuestrados y torturados.
“También estoy en contra de las estrictas medidas de austeridad que el Fondo Monetario Internacional quiere imponer a Ucrania”, dijo. “Ahora el gobierno quiere recortar los beneficios sociales y dice que va a tratar de vender 38 de las 100 minas de propiedad estatal”.
El FMI, la Unión Europea, los capitalistas ucranianos y el nuevo presidente de Ucrania Petro Poroshenko, un multimillonario “rey del chocolate”, están presionando para recortar los beneficios del gobierno, reducir los subsidios de gas y de la electricidad y hacer los negocios más rentables a costa de los trabajadores.
Mientras tanto, las heterogéneas fuerzas separatistas en el este del país se están dividiendo. El control de los reductos separatistas está pasando cada vez más a las unidades que se hacen llamar el Batallón Vostok, que al parecer están compuestas por mercenarios respaldados tácitamente por Moscú procedentes de Chechenia, Osetia y otras áreas.
Según el Financial Times de Londres, unas 20 mil personas han huido de la región de las provincias orientales desde abril, en su mayoría hacia el oeste a Dnepropetrovsk, Kiev y otras ciudades, y otros hacia el sur o a sus familiares en Rusia.
“Muchos llegan a Kiev casi todos los días”, dijo al Militante el 9 de junio Sergey Shevchuk, un participante en las protestas en la capital que derrocaron al régimen de Yanukovich. El es uno de varios voluntarios que están ayudando a encontrarles vivienda y ayuda financiera.
Shevchuk dijo que las luchas de los últimos meses lo han transformado y que sigue comprometido a defender la soberanía de Ucrania.
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