Kurdos se movilizan contra asalto de Ankara

Se extienden las protestas contra invasión de Afrin

Por Terry Evans
19 de febrero de 2018
Protesta y funeral el 25 de enero en Afrin por los civiles y combatientes muertos en los ataques de Ankara en esa región del noroeste de Siria controlada por los kurdos.
Mustafa AbdiProtesta y funeral el 25 de enero en Afrin por los civiles y combatientes muertos en los ataques de Ankara en esa región del noroeste de Siria controlada por los kurdos.

La invasión contra el pueblo kurdo de los gobernantes turcos y sus aliados en la provincia siria de Afrin, está enfrentando una resistencia resuelta y hasta el momento ha progresado poco militarmente. Los bombardeos aéreos y de artillería de Ankara han causado la muerte de más de 100 civiles y combatientes kurdos y ha obligado a unas 16 mil personas a abandonar sus hogares.

Los kurdos están ganando el apoyo del pueblo trabajador en áreas kurdas y otras regiones en Siria, Iraq y en todo el mundo. En Turquía, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha reprimido la oposición a su guerra, encarcelando a cientos por el “delito” de plantear preguntas al respecto en el Internet.

Los gobernantes capitalistas en Turquía ven los avances logrados por los kurdos al extender áreas autónomas en el norte de Siria, como una amenaza a sus esfuerzos para evitar que los 15 millones de kurdos dentro de Turquía luchen por sus derechos nacionales.

Hay más de 30 millones de kurdos repartidos entre Siria, Turquía, Iraq e Irán. Los gobernantes capitalistas de los cuatro países comparten el interés común de bloquear su lucha por derechos nacionales. Los kurdos son la nacionalidad más grande del mundo sin su propio estado.

Erdogan insiste en que los gobernantes turcos tomarán Afrin y luego marcharán a través del norte de Siria hasta que los kurdos sean expulsados de la frontera con Turquía. Su gobierno exige que Washington retire sus tropas de Manbij, 60 millas al este de Afrin y el próximo objetivo de Erdogan.

Washington ha dicho que no tiene nada que ver con los combatientes de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) en Afrin y se niega a hacer nada para obstaculizar el asalto del gobierno turco. Solo le piden a Erdogan que lo haga rápido.

Pero en Manbij, y la gran franja de Siria desde Deir el-Zor, Tabqa y Raqqa hasta la frontera con Iraq —donde las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos han sido decisivas para derrotar y expulsar al Estado Islámico— los gobernantes estadounidenses han construido bases y estacionado a más de 2 mil efectivos, y planean quedarse. Dicen que quieren evitar un resurgimiento del reaccionario islamista Estado Islámico, pero su objetivo real es bloquear cualquier avance del régimen clerical iraní.

Washington busca hacer retroceder la creciente influencia de Teherán sin desplegar cantidades sustanciales de efectivos estadounidenses en Siria.

Justo al sur de Afrin, milicias respaldadas por Irán y fuerzas aéreas rusas están apoyando una ofensiva del régimen sirio de Bashar al-Assad para retomar la densamente poblada provincia de Idlib, controlada por las fuerzas de oposición sirias, incluyendo las unidades del Ejército Libre de Siria y de Hayat Tahrir al-Sham, ex afiliado de Al Qaeda allí.

La población de Idlib se ha incrementado en unos 270 mil personas en los últimos meses, con personas que han huido de otras partes del país que las fuerzas del gobierno sirio y sus aliados han retomado.

El Ejército Libre de Siria surgió de las unidades del ejército sirio que rompieron con el régimen de Assad cuando se dirigía a ahogar en sangre las protestas populares que estallaron en 2011 exigiendo el fin de su gobierno. Los gobernantes turcos dieron refugio a estas fuerzas, las adiestraron y respaldaron, pero su alianza con otras fuerzas rebeldes no logró derrocar a Assad. Moscú intervino y los gobernantes iraníes intensificaron el uso de tropas terrestres junto con las fuerzas de Hezbollah respaldadas por Teherán y otras fuerzas milicianas chiítas para luchar a favor de Assad.

Los gobernantes en Irán se encontraban entre los grandes ganadores en Siria, abriendo un corredor por tierra desde Irán, atravesando Siria e Iraq hasta el Líbano, extendiendo su alcance contrarrevolucionario. Pero las guerras de Teherán han provocado un amplio descontento entre la clase obrera por todo Irán.

Desastre para el pueblo trabajador

El sangriento intento del régimen de Assad de aferrarse a su dominio dictatorial y de los esfuerzos de varios regímenes capitalistas por reforzar su posición ha sido catastrófico para el pueblo trabajador en Siria. Alrededor de medio millón de sirios han muerto en la guerra civil y 13 millones, más de la mitad de la población, han sido forzados a abandonar sus hogares.

El pueblo trabajador en otras partes de la región —predominantemente en Yemen— también se enfrenta al desastre de las guerras y los conflictos entre Teherán y sus aliados, y su principal rival, la monarquía saudita y sus aliados.

Los gobernantes de Arabia Saudita siguen aplicando un bloqueo parcial de Yemen, mientras que unos 8.4 millones de yemeníes están al borde de inanición. Se cree que más de un millón tienen cólera y la mitad de las instalaciones sanitarias del país ya no funcionan.

Riad tiene como objetivo hacer retroceder a los chiítas musulmanes huzis, respaldados por el régimen iraní. Los conflictos de los gobernantes saudíes con los gobernantes iraníes también alimentan su impulso para eliminar algunas de las relaciones sociales y políticas de base tribal que son un obstáculo para la “modernización” capitalista en Arabia Saudita. Sin esto no tienen ninguna posibilidad de enfrentarse a los gobernantes capitalistas en Teherán.

Bajo las administraciones tanto de Barack Obama como de Donald Trump, Washington ha proporcionado bombas, inteligencia y apoyo a la coalición de la monarquía sunita liderada por Arabia Saudita. El 30 de enero se profundizaron las fisuras dentro de la coalición. Las fuerzas apoyadas por Emiratos Árabes Unidos entraron en combate contra sus antiguos aliados y tomaron el control de la ciudad de Aden, presionando ahora por un resurgimiento del país anteriormente independiente de Yemen del Sur desde donde organizar su dominio.