Trabajadores escolares de W. Virginia ganan huelga

Unidad, solidaridad: poder de clase obrera

Por Emma Johnson
19 de marzo de 2018
Maestros de escuela Woodsdale, en Wheeling, Virginia del Oeste celebran triunfo el 6 de marzo.
Wheeling New Register & the Intelligencer via AP/Scott McCloskeyMaestros de escuela Woodsdale, en Wheeling, Virginia del Oeste celebran triunfo el 6 de marzo.

PUTNAM COUNTY, Virginia del Oeste — “Creo que esto iniciará por todo el país un movimiento de trabajadores rebelándose”, dijo Phillip Eastep, un trabajador del acero en Huntington, a miembros del Partido Socialista de los Trabajadores cuando participaron con él en la línea de piquetes de trabajadores de autobuses escolares afuera de la terminal de autobuses Hurricane aquí el 6 de marzo. “Este es el movimiento de base más fuerte que he visto en mis 10 años en la unión. Espero que esto fortalezca a todos los sindicatos de Virginia del Oeste”.

Más tarde ese día, los piquetes se enteraron que habían ganado su lucha. Miles de maestros y trabajadores escolares habían llenado el capitolio estatal, cuando la legislatura votó a favor de un aumento salarial del 5 por ciento —no solo para ellos, sino para todos los empleados estatales— y aceptó la demanda de los trabajadores de establecer un grupo de trabajo para encontrar formas de financiar el seguro médico. Su huelga inspiró a trabajadores de todo el país y obligó a los gobernantes a echarse atrás.

Eastep, miembro del Local 40 del sindicato de trabajadores del acero USWA, había venido directamente de su trabajo para unirse a la línea de piquetes. Dijo que tenía un motivo especial para unirse a los trabajadores en esta terminal.

“Ella manejaba mi autobús escolar cuando yo era niño”, dijo y señaló a una de las trabajadoras en la línea, Marsha Armstead, una conductora con 21 años de antigüedad. “Se merecen más de lo que reciben, todos ellos”.

“El contrato de nuestro local sindical se vence este otoño”, dijo, “y espero que nos hayan dado un ejemplo para que nos levantemos y luchemos”.

Los conductores que pasaban por la línea de piquetes tocaban sus cláxones y saludaban, un hombre les llevó donas. Han llegado trabajadores con pizza, frutas y café.

“Lo que estamos viendo es un movimiento en Estados Unidos. No solo un movimiento laboral”, dijo Sam Brunett, maestro de arte en la preparatoria Morgantown High, a AP. “Es una clase de personas que se está rebelando”.

Esta es la primera huelga de trabajadores escolares en el estado desde 1990, la primera que coordinó a todos los 55 distritos escolares y la primera vez que los tres sindicatos que representan a estos trabajadores salen en huelga juntos.

En Virginia del Oeste, la legislatura determina los salarios y beneficios para los empleados estatales y de las escuelas públicas. El gobernador James Justice había propuesto originalmente un aumento salarial del 1 por ciento para cada uno de los próximos cinco años. Esto ni siquiera cubriría el aumento en las primas del seguro médico que propuso simultáneamente. El salario de los maestros en Virginia del Oeste es el 48 más bajo en los 50 estados del país.

Los trabajadores escolares comenzaron a prepararse para una huelga. La legislatura respondió congelando el costo de las primas del seguro médico y proponiendo un aumento salarial del 2 por ciento durante el primer año. Los miembros de los tres sindicatos votaron abrumadoramente a favor de rechazar la propuesta. El 22 de febrero se declararon en huelga.

Además de las líneas de piquetes frente a las escuelas y terminales de autobuses, miles de miembros del sindicato y sus partidarios se congregaron afuera y adentro del capitolio estatal en Charleston durante los días de clases.

Después de reunirse con funcionarios sindicales el 27 de febrero, Justice anunció que habían llegado a un acuerdo para un aumento del 5 por ciento el primer año y para el establecimiento de un grupo de trabajo. Informó que los sindicatos acordaron que las escuelas reabrirían dos días después.

“Estaba fuera del capitolio cuando me enteré de esto”, dijo un mecánico de autobuses en la línea de piquetes frente a la terminal aquí. “Estaba furioso y usé palabras que nunca debería usar. Tuve que disculparme con una mujer que estaba a mi lado. Están intentando destruir la unión, así es como lo vi. Sabía que teníamos que mantenernos firmes. Si comienzas algo, tienes que terminarlo”.

Muchos trabajadores expresaron ira y frustración de que los dirigentes sindicales habían acordado suspender la huelga a pesar de que la legislatura no había votado a favor de la propuesta. Dijeron que simplemente no confiaban en los funcionarios electos.

“Regresamos y volvimos a votar”, dijo Jan Henson, una maestra y uno de los huelguistas en la línea de piquetes frente a la escuela primaria Morning View, un par de millas más adelante. “El voto fue No. Así que nos quedamos en huelga”.

Lucha es popular en clase obrera

Los huelguistas han recibido apoyo de los mineros del carbón por todo el estado. Muchos huelguistas llevaban pañuelos rojos, un símbolo de batallas anteriores contra los patrones de las minas y la policía estatal.

“La gente está empezando a enojarse y a recordar nuestra historia, a recordar nuestras raíces, dijo a la prensa Jenny Craig, maestra de educación especial en Triadelphia, en la zona carbonera.

La mayoría de los trabajadores de las escuelas dicen que la atención médica es el problema más grande. “Necesitamos una solución, no una congelación” era una consigna común.

Pero cual sería la “solución”, y si esta es posible bajo el capitalismo, es un debate entre los trabajadores en las líneas de piquetes. Algunos señalan al sistema de salud financiado por el estado en Canadá como un modelo, algunos proponen impuestos a la exploración petrolera, otros presentan varios esquemas para recaudar fondos para los gastos del presupuesto estatal para cubrir el seguro de salud.

“Estoy de acuerdo en que lo que necesitamos es atención médica y no un seguro médico”, dijo Henson. “No estoy seguro de cómo podemos solucionarlo, pero sé que tiene que ser arreglado. Así que veremos que pasa”.

Durante la huelga, Henson se ofreció como voluntario en la Iglesia del Nazareno, preparando y distribuyendo alimentos a los niños que dependen de sus comidas escolares. Se recibieron donaciones de tiendas, agricultores, restaurantes, huelguistas y otros trabajadores. Decenas de voluntarios, principalmente maestros y estudiantes, empacaban la comida y las bebidas. Se organizaron operaciones similares en todos los condados del estado, las cuales han sido clave para ganar apoyo para la huelga.

Los maestros y trabajadores escolares volvieron a trabajar el 7 de marzo.