Washington busca bloque israelí-árabe contra Teherán

Por Terry Evans
9 de abril de 2018

La Casa Blanca auspició el 13 de marzo una reunión con funcionarios israelíes y de siete gobiernos de países árabes para discutir el empeoramiento de la crisis en la Franja de Gaza. Si bien supuestamente el tema era ayuda humanitaria, los objetivos eran políticos.

“La situación en Gaza debe ser resuelta por razones humanitarias y para garantizar la seguridad de Egipto e Israel”, dijo la Casa Blanca en una declaración.

Washington buscaba a través de la conferencia una forma de involucrar más a sus aliados en el Medio Oriente en discusiones comunes cuando esta tratando de combatir la creciente presencia militar de Teherán en la región e impulsar un nuevo acuerdo de paz israelí-palestino.

Los gobiernos de Bahrein, Omán, Qatar y Arabia Saudita —que dicen no tener relaciones con Israel— asistieron a la reunión. La Autoridad Palestina la boicoteó. Representantes de los gobiernos de Egipto y Jordania y de otros 20 países y organizaciones asistieron. También estuvo presente el “Cuarteto”, funcionarios de Estados Unidos, Rusia, la ONU y la Unión Europea a quienes se les encomendó la tarea de “guiar” las negociaciones entre Israel y los palestinos.

Los intentos de Washington durante décadas para alcanzar un acuerdo entre los gobernantes israelíes y las organizaciones palestinas que también sirva los intereses del imperialismo estadounidense hasta ahora han sido infructuosos.

La administración del presidente Donald Trump pretende lograr que los gobernantes árabes —los cuales requieren que Washington combata la influencia de su rival Teherán— presionen a los funcionarios palestinos para que lleguen a un acuerdo con Israel. La declaración de la Casa Blanca no menciona el bloqueo que los gobernantes israelíes y egipcios imponen a la entrada de muchos artículos básicos a la Franja de Gaza. Esto agudiza la escasez que enfrentan 2 millones de palestinos tras años de guerras destructivas. La mitad de la población de Gaza depende de ayuda para sobrevivir y casi la mitad está desempleada.

Hamas, el grupo islamista financiado por Teherán que ha controlado Gaza desde 2007, llama a la destrucción de Israel, promueve el odio contra los judíos y ha librado tres guerras con Israel en la última década. El ciclo mortal de los ataques terroristas de Hamas y las represalias israelíes han convertido la vida en un infierno para los trabajadores de Gaza.

Una declaración emitida el 11 de diciembre de 2017 por el Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores subraya “la necesidad política de que los gobiernos israelí y árabes y los liderazgos de las organizaciones palestinas inicien conversaciones inmediatas para reconocer a Israel así como a un estado palestino independiente. Las negociaciones para llegar a ese acuerdo deben reconocer el derecho de los judíos en todas partes del mundo a refugiarse en Israel frente al aumento global del odio anti-judio y de la violencia antisemita, así como el derecho incondicional del desposeído pueblo palestino a una patria soberana con territorio contiguo en las tierras (incluida Jerusalén Oriental) conquistadas y ocupadas por el gobierno israelí durante la guerra de 1967”.

El antagonismo entre los gobernantes capitalistas en Israel e Irán se ha agudizado a medida que Teherán ha extendido su alcance contrarrevolucionario, uniéndose a Moscú para ayudar a la dictadura de Bashar al-Assad en Siria. Al hacerlo, Teherán y sus aliados —Hezbolá y otras milicias chiítas— han ocupado territorios cercanos a Israel. Al igual que Hamas, los gobernantes iraníes llaman a la destrucción de Israel.

Los gobernantes norteamericanos están decididos a hacer retroceder la influencia de Teherán y contrarrestar el creciente peso de Moscú en la región. Buscan poner fin a la brecha entre los aliados suníes de Washington en el Medio Oriente, para unirlos contra Teherán. El presidente Trump dice que se reunirá con los líderes de estas naciones en las próximas semanas.

El ministro de asuntos exteriores de Arabia Saudita, Adel al-Jubeir, respaldó los esfuerzos de Washington para fortalecer el acuerdo establecido por el ex presidente Barack Obama con Teherán para desacelerar su programa de armas nucleares. Washington quiere ampliar las restricciones al programa de misiles balísticos de Teherán y a su capacidad para producir armas nucleares.