Los gobernantes imperialistas en Washington, Londres y París llevaron a cabo un ataque conjunto con misiles contra las instalaciones de armas químicas de la dictadura de Bashar al-Assad en Siria el 13 de abril. El ataque se dio una semana después del ataque con gases que realizó el régimen de Assad contra la población civil en Douma, en las afueras de Damasco, y bastión de la oposición.
La reacción de Moscú, Teherán, Ankara, Riad y otros regímenes capitalistas de la región ponen de manifiesto sus encontrados intereses económicos, políticos y militares allí.
Naves estadounidenses, francesas y del Reino Unido lanzaron 105 misiles Tomahawk. Destruyeron algunos centros de investigación y desarrollo de armas químicas de Assad, así como también almacenes de estas armas, pero aparte de eso no afectaron al régimen. Al día siguiente Assad bombardeó a fuerzas de la oposición y barrios civiles en Homs y Hama al norte de Damasco.
“¡Misión cumplida!”, dijo el presidente Donald Trump, subrayando el objetivo limitado de los ataques aéreos. Tenían la intención de evitar bajas rusas y disuadir la amenaza de Moscú, en gran parte una fanfarronería, de derribar los misiles de Estados Unidos y de sus aliados. La demora de una semana en el lanzamiento del ataque significó que Assad tuvo tiempo de mover su flota aérea y otras armas a bases rusas, a salvo del ataque.
Moscú dijo que el ataque con gas del 7 de abril nunca ocurrió, o que fue llevado a cabo por fuerzas de la oposición que intentaban difamar a Assad. También acusaron a Londres de concebir un ataque químico “falso”.
Trump fingió preocuparse por el pueblo sirio y describió el uso de armas químicas por parte de Assad como “barbarismo”. Los gobernantes estadounidenses no son ajenos a la barbarie —en la Guerra de Vietnam lanzaron cantidades masivas de napalm, una mezcla de gasolina y gelatina que se adhiere al cuerpo y genera temperaturas de más de 800°C. Washington también usó napalm contra el pueblo de Japón en la Segunda Guerra Mundial y en Corea.
Y Washington es el único gobierno que ha usado armas nucleares, devastando a Hiroshima y Nagasaki al final de la segunda guerra mundial imperialista.
Assad recurrió a las milicias respaldadas por Teherán y Moscú para reforzar su gobierno cuando la represión no logró extinguir una rebelión contra su tiranía que estalló en 2011. A lo largo de la subsecuente guerra civil han utilizado armas químicas y bombas de barril contra la población civil, además de sitiar territorios para generar hambre y lograr someter a la oposición.
Horas después del ataque de gas las fuerzas de la oposición en Douma, en el este de Ghouta, se rindieron a las fuerzas de Assad y a las tropas rusas. Desde entonces, más de 160 mil personas han sido trasladadas al norte de Siria. La policía militar rusa fue desplegada en Douma una vez se habían ido las fuerzas de la oposición.
El objetivo central de los gobernantes de Estados Unidos es minar los logros del régimen contrarrevolucionario en Teherán y frenar la amplia influencia de Moscú en la región. Los gobernantes iraníes y sus aliados en Hezbollah han establecido bases en Siria, han establecido un puente terrestre entre Irán y Líbano, y amenazan con lanzar ataques contra Israel.
Tel Aviv lanzó un ataque aéreo contra una base iraní en Siria el 8 de abril, matando a siete iraníes.
Los gobernantes estadounidenses están tratando de encontrar una manera de limitar la influencia de Teherán y Moscú, sin dedicar un gran número de efectivos. Actualmente, Washington tiene unos 2 mil soldados en Siria y decenas de miles más en bases por todo el Medio Oriente. Ellos y sus aliados en las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos, controlan alrededor del 25 por ciento del país.
La administración Trump está presionando a sus aliados árabes a enviar tropas a Siria. El ministro de relaciones exteriores de Arabia Saudita, Adel al-Jubeir, dijo que la monarquía está dispuesta a hacerlo. Washington también ha solicitado la ayuda de los gobiernos en Qatar, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
Si la administración tiene éxito, Trump espera reducir el destacamento de tropas estadounidenses en Siria.
Pero han sido las brutales guerras de Washington en el Medio Oriente durante décadas, junto con la intervención de potencias rivales, las que han intensificado los conflictos sectarios y la crisis social que los gobernantes capitalistas de la región han impuesto al pueblo trabajador.