Sankara, una obra de teatro escrita y dirigida por Ricky Dujany, se presentó en el teatro Cockpit de Londres del 20 de marzo al 14 de abril.
LONDRES — Felicitamos a Ricky Dujany, quien escribió y dirigió la obra “Sankara”, así como a las excelentes actuaciones del elenco y la banda que la presentaron. Mostraron conmovedoramente la vida política revolucionaria y las contribuciones de Thomas Sankara, quien dirigió la revolución popular que puso a los trabajadores en el poder en Burkina Faso de 1983 a 1987. La obra tiene una poderosa resonancia en el mundo de crisis actual.
“Me sorprendió lo que hizo la Revolución Burkinabe en tan poco tiempo, y la insistencia de Sankara de llevar todo al pueblo”, dijo Elise Kitson al Militante después de ver la obra.
La obra ofrece una introducción vívida a la revolución en Burkina Faso, su poder y logros, y a la dirección política comunista de su presidente, Thomas Sankara.
Aprendemos de Ike Chuks, quien desempeña el papel principal, que la libertad no se otorga, debe ser conquistada; que el objetivo de la revolución es lograr que el pueblo asuma el poder; que a través de la revolución, las masas trabajadoras estaban cambiando el mundo en el que vivían y se transformaban en el proceso; y que no podría haber una revolución social sin la liberación de la mujer.
La Revolución Burkinabe
La independencia formal del gobierno colonial francés de este país atrasado y predominantemente rural, se estableció en 1960. Tenía una tasa de analfabetismo de más del 90 por ciento y fuertes remanentes de relaciones sociales precapitalistas. En palabras del personaje de Sankara, la revolución significa “liberarnos nosotros mismos de las fuerzas que han dominado nuestro país durante los 23 años de gobierno neocolonial francés”.
El dramaturgo Dujany hace uso extenso de citas del dirigente revolucionario, tomadas del libro Thomas Sankara Speaks (Habla Thomas Sankara), publicado por la editorial Pathfinder. Dujany invitó a Pathfinder a que pusiera una mesa con libros y una atractiva exhibición de fotos en el lobby del teatro durante cada presentación y en un seminario previo a la presentación.
Asistieron más de 2 mil personas. Se sintieron inspirados al descubrir la historia de la Revolución Burkinabe. De los 600 libros de Pathfinder que se vendieron, unos 450 fueron de Sankara.
El uso imaginativo de videos por Dujany ayudó a que la obra diera una idea de la participación de millones de trabajadores en la revolución — en movilizaciones, en el trabajo voluntario y participando en el trabajo de los Comités de Defensa de la Revolución. Los CDR son la “auténtica organización del pueblo para ejercer el poder revolucionario”, dijo Sankara, “el instrumento que el pueblo ha forjado para tomar control genuino de su destino y extender así su control a todas las áreas de la sociedad”.
Con amplio apoyo, el popular gobierno revolucionario abolió los pagos de tributos y los servicios de trabajo obligatorio a los jefes de las aldeas; nacionalizó la tierra para impulsar la reforma agraria; puso en marcha proyectos de plantación de árboles e irrigación para aumentar la productividad y frenar el avance del desierto; hizo la atención médica básica y la inmunización disponibles a millones de personas.
Se lanzaron campañas de alfabetización, incluso en las lenguas indígenas del país. Confiando en la moral y la justicia revolucionaria de la mayoría trabajadora, el gobierno estableció tribunales populares para juzgar a antiguos dirigentes y altos funcionarios acusados de corrupción. Hasta el día de hoy, la campaña de Sankara contra la corrupción y los privilegios se celebra en muchas partes.
Las mujeres fueron alentadas a luchar por su emancipación. El gobierno tomó pasos concretos, ilustrados en la obra en una escena cómica donde ministros hombres — interpretados por Clovis Kasanda y Yinka Ayoni — casi se caen de sus sillas cuando escuchan que no solo se ha nombrado ministra a una mujer, ¡sino que le pagan lo mismo que a ellos! Después, hombres van al mercado de alimentos para unirse al “día de solidaridad con las amas de casa”, mientras que sus esposas se toman un día libre.
Dirigiéndose a varios miles de mujeres en el Día Internacional de la Mujer en 1987, Sankara insistió en que la “revolución no puede triunfar sin la emancipación de la mujer”. El discurso está incluido en Thomas Sankara Speaks y en La emancipación de la mujer y la lucha africana por la libertad, ambos publicados por Pathfinder.
La obra atrajo audiencias de todo el país e incluso del extranjero. “Durante toda la obra pensé que debo averiguar más sobre la revolución”, dijo Paris Williams. “Realmente disfruté de la escena en la que Sankara explica que la deuda de Burkina Faso somete al pueblo a la esclavitud”, dijo Kumail Jaffer, un estudiante de la Universidad de Warwick.
En esa escena, Sankara ofrece unos dátiles al presidente francés Francois Mitterrand, interpretado por Rufus Graham. Mitterrand se come los dátiles y Sankara le exige que los regrese. Es una forma divertida de explicar cómo las potencias imperialistas usan la deuda de los países semicoloniales para mantenerlos subyugados.
También vemos a Sankara en Etiopía, en una conferencia de la Organización de la Unidad Africana, donde hace un llamamiento para formar un frente unido contra la deuda del Tercer Mundo.
Las declaraciones de Sankara allí muestran su capacidad para actuar como una “tribuna del pueblo”. La revolución encabezada por Sankara en Burkina Faso estuvo a disposición de los trabajadores del mundo.
La revolución derrocada
La obra representa la divergencia política que ocurrió entre los que encabezaban la revolución, una división cada vez más fundamental que finalmente llevó a un golpe de estado contrarrevolucionario y al asesinato de Sankara junto con 12 de sus camaradas el 15 de octubre de 1987. El dirigente del golpe, el capitán Blaise Compaoré, interpretado por Chris Machari, desató entonces un reino de terror contra la población. Se mantuvo en el poder durante los siguientes 27 años.
Al explicar el golpe, la obra expone — a veces con humor — las maquinaciones contra la revolución por parte del imperialismo francés y el estadounidense, y de los gobernantes de Costa de Marfil, donde trabajaban cientos de miles de burkinabes. En última instancia, las fuerzas de clase descritas por Sankara como “los enemigos del pueblo” — tanto dentro como fuera del país — cuya propiedad y dominación de clase se vieron amenazadas por la profunda revolución, fueron los responsables de su derrocamiento.
La obra explica cómo Compaoré presionaba cada vez más por una acomodación con el imperialismo, diciendo que los préstamos y los acuerdos comerciales eran la única manera de avanzar. Sankara, por el contrario, creía que el camino a seguir era profundizar la revolución y vincularla con el mundo. Sobre todo, veía a la mayoría trabajadora como actores: “el pueblo, siempre el pueblo”, decía.
Tomando prestado de “Julio César” de Shakespeare, Dujany muestra esta creciente división representando a Compaoré como Bruto, cada vez más seducido por una combinación de las riquezas incalculables de la clase capitalista y el imperialismo mundial. Bruto se vuelve contra César — Sankara — y lo asesina, derribando la revolución.
Y la Lady Macbeth de Compaoré, Chantal, su esposa de Costa de Marfil, interpretada por Cherice McKenzie-Cook, es presentada como agente del presidente de Costa de Marfil, Félix Houphouet-Boigny, interpretado por Shereener Browne.
En los días posteriores a la contrarrevolución, el Morning Star, el diario asociado con el Partido Comunista de Gran Bretaña, citó con aprobación a Compaoré, denunciando a Sankara como un “renegado”.
“Por un accidente de la historia, este autócrata fue impulsado a la dirección de nuestra revolución”, destaca el periódico que Compaoré dijo, “lo mejor es estrangularlo desde dentro”.
Sankara era consciente de los peligros que planteaban sus oponentes. Habló sobre el golpe contrarrevolucionario que derrocó a la Revolución de Granada en octubre de 1983, cuando las fuerzas estalinistas asesinaron a su dirigente central, Maurice Bishop, abriendo la puerta para que invadiera Washington.
La obra concluye con el levantamiento popular de 2014 que derrocó al régimen de Compaoré, combinando esto con el discurso de Sankara, “No se pueden matar las ideas”, que pronunció en el vigésimo aniversario del asesinato de Che Guevara. Las protestas masivas en 2014 derribaron a Compaoré, pero no condujeron a un cambio revolucionario.
El mensaje de la obra queda claro — la lucha está delante de nosotros, para lo cual el legado político de Sankara es decisivo.