Unas 80 personas protestaron el 8 de agosto en O’Neill, un pueblo de 3 700 residentes en el noreste de Nebraska, contra las redadas de inmigración en las procesadoras de tomates y papas y en otros lugares. También ocurrieron redadas en Minnesota y Nevada. La mayoría de los 133 detenidos eran de Nebraska. “Amigos ilegales, vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de escuela” decía un cartel prominente en la protesta.
Las redadas tenían dos objetivos. Uno, los más de 100 trabajadores que según el Departamento de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) estaban trabajando sin documentos. El otro, 17 personas que según ICE trajeron a los trabajadores, les dieron documentos falsos, y les robaron parte de sus salarios cada semana. Estos enfrentas cargos criminales de conspiración.
“Estaba dando clases de natación cuando oí las noticias”, dijo por teléfono la maestra de inglés Kendra Vanderbeek el 8 de agosto. Fue directamente a la escuela secundaria O’Neill High School para hablar con Bryan Corkle, un maestro de ciencias e instructor de lucha libre. Él le dijo, “Debemos organizar algo juntos”.
“Hicimos llamadas y lo anunciamos en Facebook”, dijo Vanderbeek. “Y una hora y media después, el número de personas que vino fue alentador”.
Esta es la primera vez, dijo Vanderbeek, de 25 años de edad, que participa en una protesta, y mucho menos ayudar en organizar una.
El papá de Vanderbeek es un electricista y su madre es una mesera. “Somos de clase trabajadora”, dijo. “Y en mi propia familia no todos están de acuerdo conmigo. Bastantes personas dicen, ‘Quiero ayudar a los niños, pero no me siento mal por los padres porque ellos decidieron romper la ley’”.
“Yo trato de tomar una posición humanitaria”, dijo Vanderbeek. “Yo digo: ‘Eres padre, imagínate como te sentirías en esa misma situación’”.
En el condado de Holt, donde está ubicado O’Neill, más del 85 por ciento votaron a favor de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016. Más del 90 por ciento de los residentes son caucásicos. El pueblo fue fundado por inmigrantes irlandeses en 1882.
“Me sorprendió el apoyo que recibimos de la comunidad”, dijo Vanderbeek.
“Esta gente ha trabajado y vivido aquí por años y son parte de la comunidad y de la familia”, dijo. “Por eso las opiniones están cambiando”.
Las redadas de fábricas y otros centros de trabajo han sido una herramienta central que el gobierno ha usado por décadas para inducir temor en los trabajadores inmigrantes y así prevenir que se unan a los sindicatos y luchen por mejores salarios y condiciones de trabajo.
Pero las redadas han perdido popularidad, especialmente después que millones de trabajadores inmigrantes salieron a las calles en 2006 para protestar contra una propuesta de ley ante el congreso que convertiría en un crimen el estar en Estados Unidos sin una visa. La propuesta de ley fue derrotada y los trabajadores sin documentos ganaron mayor apoyo y respeto de los trabajadores nacidos en Estados Unidos.
Con más y más frecuencia, trabajadores nacidos en Estados Unidos han escondido de la migra a sus compañeros de trabajo y han salido a protestar contra las redadas. Al ver que el costo político era muy alto, los gobernantes de Estados Unidos pararon las redadas a mediados de 2008, y cambiaron sus métodos, optando por E-Verify y las “auditorías” de inmigración para controlar la entrada de mano de obra barata que los patrones necesitan desesperadamente.
Pero la administración de Donald Trump ha comenzado a realizar redadas en centros laborales en los últimos meses, incluyendo en Tennessee, Ohio, y Iowa. Muchas han causado protestas.
Trabajadores debaten las redadas
Gerardo Pena, un operador de montacargas en Elkhorn River Farms, estaba trabajando cuando ICE rodeo la fábrica. “Debería haber entrado a decir: ‘Salgan, porque ICE está aquí’, pero no me dio tiempo”, dijo al noticiero KETV News.
Kevin Stevenson, un carnicero, tenía una opinión distinta. “Ya era hora”, le dijo al noticiero. “Siento por ellos de cierto modo, pero ellos, están aquí ilegalmente”.
Don Tejral, que trabajaba en una planta empacadora de carne en Grand Island, le dijo al Omaha World Herald, “La mayoría de esta gente trabaja duro. Solo desean mejorar sus vidas”. Dijo que debería haber alguna forma para que puedan trabajar legalmente.
Las iglesias locales han ayudado a las familias de los detenidos en la redada. Recibieron donaciones de alimentos, juguetes y dinero de toda la región.
En una rueda de prensa el 10 de agosto organizada por Corkle, Carmen, una de las trabajadoras detenidas en la redada que ha sido puesta en libertad mientras espera por una audiencia, agradeció a los que salieron a apoyarlos.
“No venimos a quitarle el pan de la boca a nadie”, dijo. “Venimos a trabajar con dignidad para nuestras familias”.