COMENTARIO

Mitin supremacista blanco demuestra poco apoyo al racismo en EEUU

17 de septiembre de 2018
Protesta derechista en Washington, agosto 12. Hay poco apoyo a fascistas en la clase obrera. La meta de la histeria liberal es mantener a los trabajadores atados al Partido Demócrata.
Reuters/Jim UrquhartProtesta derechista en Washington, agosto 12. Hay poco apoyo a fascistas en la clase obrera. La meta de la histeria liberal es mantener a los trabajadores atados al Partido Demócrata.

A continuación publicamos el comentario escrito por el candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para el senado de Estados Unidos en Maryland.

POR JAMES HARRIS

Después de todo el pánico de la izquierda y de los medios liberales, solo un par de decenas de personas asistieron a la manifestación “Unite the Right [Unir a la Derecha]” realizada el 12 de agosto en Washington. La manifestación derechista fue insignificante comparada a los miles de manifestantes y auto-denominados “antifas”, o antifascistas que se movilizaron en su contra. El tamaño de la protesta derechista dice mucho sobre la verdadera fuerza del llamado movimiento nacionalista blanco, y la histeria sobre el supuesto peligro fascista señalado por la elección de Donald Trump.

La marcha fue convocada por Jason Kessler para marcar el primer aniversario de la marcha derechista en Charlottesville, Virginia. En la víspera de esa manifestación, unos 250 supremacistas blancos y neonazis marcharon con antorchas por el campus de la Universidad de Virginia en Charlottesville, gritando: “Las vidas blancas importan”; “Sangre y tierra”, una consigna que había utilizado Adolf Hitler para forjar el partido nazi en Alemania, y “Los judíos no nos reemplazarán”.

El día siguiente, algunos de esos rufianes ultraderechistas se unieron a la manifestación “Unir a la Derecha” organizada por Kessler, en la que participaron unas 500 personas. Los derechistas y decenas de combatientes de antifa —algunos de ambos bandos con armas— tuvieron confrontaciones en las que hubo heridos. Después de que la policía cancelara la manifestación, uno de los neonazis atropelló a un grupo de contra manifestantes con su auto, matando a Heather Heyer e hiriendo a otros 19.

Kessler dijo que el objetivo del acto para celebrar el aniversario era defender los derechos de los oprimidos blancos y la libertad de expresión. Kessler dijo que no era un supremacista blanco y que los neonazis no habían sido invitados al acto. Pero sí invitó a personas asociadas con el KKK, personas que niegan que el Holocausto ocurrió, anti-judíos autoproclamados y otros abiertamente racistas.

El pequeño tamaño de la manifestación refleja el verdadero descenso del racismo en Estados Unidos, tras las victorias que logró el movimiento por los derechos de los negros durante los años 40, 50, 60 y 70 que cambiaron la consciencia y las actitudes de decenas de millones de personas. Esas luchas de la clase trabajadora hicieron que la expresión de ideas racistas fuera repugnante para la mayoría de los trabajadores.

En Virginia, el gobernador Ralph Northam y la ciudad de Charlottesville declararon un estado de emergencia para el 12 de agosto y dijeron que posiblemente lo podrían extender por un mes. Al final, no hubo ninguna manifestación derechista ahí.

El gobierno de Washington dice que gastó 2.6 millones de dólares en la movilización masiva de la policía. Funcionarios del Servicio de Parques Nacionales y del gobierno de Washington plantearon una vez más la idea de que los manifestantes deberían cubrir el costo de la protección de sus protestas —lo que sería una severa restricción al derecho a manifestarse en la capital del país.

Entre los izquierdistas de clase media, varios grupos emitieron volantes semi-histéricos y anuncios en el Internet que decían que la marcha de la “alternativa derechista” amenazaba con la inminente imposición del fascismo. Afirmaban que las actitudes virulentas de los supremacistas blancos están en aumento dentro de la clase trabajadora, lo que quedó reflejado, según ellos en la elección de Trump a la presidencia.

“Aunque ahora las fuerzas abiertamente nazis y supremacistas blancas tienen miedo de salir a la calle, eso no significa que hayan sido derrotadas”, dijo el Partido Mundo Obrero en su periódico. “Por lo contrario, no solo están en sus klaverns y cultos de la muerte, sino que muchos usan uniformes de la policía local y de la patrulla fronteriza. … Y los oficiales de extrema derecha nombrados por Trump que ahora están a cargo de tantas agencias federales”, opinaban, “hay que combatirlos ya que empujan al gobierno aún más hacia la derecha”.

Este y artículos similares en el sitio web del Partido por el Socialismo y la Liberación y otros grupos de izquierda presentan la imagen de una creciente amenaza fascista en Estados Unidos, la cual asocian con Trump. El hecho es que hoy en día no hay un creciente movimiento fascista en Estados Unidos. No es que estuvieran asustados del Partido Mundo Obrero o del Partido por el Socialismo y la Liberación. Los autoproclamados fascistas tienen cero influencia en la clase trabajadora.

La perspectiva de estas organizaciones de izquierda es la misma que la de la llamada “resistencia” contra Trump que a diario pregonan los editores del Washington Post, el New York Times y otros órganos liberales que buscan ganar una mayoría demócrata en el congreso en las elecciones de 2018.

Actualmente, los gobernantes capitalistas no necesitan promover un movimiento fascista. Cuando lo hagan, será porque millones de trabajadores están en las calles y el gobierno de los capitalistas se ve amenazado. La histeria sobre esto solo desorienta a los trabajadores.

Cuando llegue el momento, pequeñas bandas de izquierdistas y antifas no serán capaces de ayudar a confrontar las bandas fascistas que serán respaldadas por la clase capitalista. Solo la clase trabajadora en sus millones puede organizar una lucha efectiva contra una verdadera amenaza fascista, a través de una guardia de defensa obrera, disciplinada y organizada, forjada por los sindicatos.

Hay ejemplos de esto en luchas anteriores de la clase obrera en Estados Unidos de las cuales nuestra clase puede aprender. Puede comenzar con el libro Política Teamster de Farrell Dobbs, en el que este dirigente de la campaña para organizar a los choferes de larga distancia de la parte central del país en el sindicato Teamsters y dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores explica cómo el sindicato derrotó a las bandas fascistas llamadas Camisetas de Plata en la década de los 1930.

Los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores explican que presentar una imagen falsa de una supuesta amenaza fascista inminente y la histeria anti Trump son un peligro para los trabajadores.

Cada maniobra que cierra el espacio político que los trabajadores necesitan para discutir y debatir un camino para avanzar —como impedir que un orador tome la palabra en una reunión en una universidad porque a uno no le gusta su punto de vista— es un obstáculo.